Los mercados, y también los analistas, esperan que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anuncie en esta reunión la primera reducción de su ritmo mensual de compra de bonos. Según las estimaciones que hay sobre la mesa, se espera que la Fed reduzca el ritmo en 15.000 millones de dólares al mes, lo que pondría fin al programa para la reunión del FOMC de mediados de junio de 2022. Sin embargo, si la reducción supera la cifra de 15.000 millones de dólares, la Fed estaría enviando una clara señal de que ahora está seriamente preocupada por la inflación.
En opinión de Tiffany Wilding, economista para EE.UU. de PIMCO, aunque la Fed ya haya anunciado con éxito la reducción del ritmo mensual de compras de bonos “sin mucha volatilidad en el mercado, ahora se enfrenta al reto de gestionar las expectativas de los tipos ante los elevados riesgos de inflación”. Según indica Wilding, PIMCO espera que la inflación vuelva a estar en el objetivo a finales de 2022, y que la primera subida de tipos de la Fed se producirá en 2023.
Sin embargo, “hemos elevado aún más nuestras previsiones de inflación como consecuencia de un huracán y de nuevas interrupciones de la cadena de suministro en China, y ahora esperamos que la inflación siga siendo elevada hasta el tercer trimestre del próximo año. Este período más largo de inflación elevada aumenta los riesgos de que las expectativas de inflación a largo plazo también se ajusten al alza, algo que la Fed querrá evitar. De hecho, es probable que los próximos meses pongan a prueba su paciencia y vemos un riesgo significativo de que las subidas de tipos se adelanten cuando se publique el Resumen de Proyecciones Económicas de diciembre”, añade.
Para Christian Scherrmann, economista para EE.UU. de DWS, la reciente comunicación de los funcionarios de la Fed hace casi seguro que la reducción de las compras de activos de esta entidad está a la vuelta de la esquina. “El avance hacia el máximo empleo parece estar cerca y la Fed se está preocupando por la otra mitad de su doble mandato: la estabilidad de los precios”, explica Scherrmann. En su opinión, la Fed parece mucho más nerviosa respecto a la inflación que hace unas semanas.
“Esperamos que el tapering se anuncie en la reunión de noviembre. Pero, lo más importante es señalar que se está dando un intenso debate sobre la inflación. La Fed parece estar algo más preocupada por la inflación que hace unos meses, pero aún no está dispuesta a combatirla agresivamente, con subidas de tipos. La narrativa ha cambiado, y la intervención verbal puede ser la primera arma de la Fed. O, dicho de otro modo, Jay Powell nos dio implícitamente un nuevo plazo para que la inflación muestre signos de normalización: a finales del segundo trimestre de 2022, como muy tarde”, añade el economista de DWS.
“El FOMC mantendrá cierta flexibilidad para ajustar el ritmo de las compras de activos en función de los próximos datos de empleo e inflación. El presidente de la Fed, Powell, hará hincapié en que el Comité podría actuar si la inflación superior a la esperada persiste durante un período prolongado El principal riesgo, desde la perspectiva hawkish, sería la señal de que Jerome Powell está menos convencido que antes por la narrativa de la inflación temporal. Esta reunión podría provocar un aplanamiento de la curva de rendimiento del Tesoro estadounidense (UST)”, añade desde su punto de vista François Rimeu, estratega senior de La Française AM.
Paolo Zanghieri, economista senior de Generali Investments, coincide con el análisis que hacen desde PIMCO y DWS en que la Fed anunciará el inicio del tapering y dará orientaciones sobre su hoja de ruta. Sin embargo, pone el foco en que el debate sobre cuándo subir los tipos será muy polémico. “En la conferencia de prensa, el presidente Powell tendrá que encontrar un equilibrio entre la agresiva revalorización de los mercados monetarios, que ahora esperan el despegue a finales del segundo trimestre y anticipan dos subidas de tipos el año que viene, y el hecho de que en la reunión de septiembre el FOMC se mostró dividido en cuanto a una única subida de tipos en 2022. La gran incertidumbre, especialmente sobre la inflación, no permitirá al presidente Powell desestimar demasiado las señales del mercado, pero reiterará que cualquier decisión sobre los tipos sigue siendo prematura. El empleo sigue estando 5 millones por debajo del máximo anterior a la pandemia y las decepcionantes cifras de crecimiento del tercer trimestre muestran que la economía aún no está preparada para un endurecimiento de la política”, argumenta Zanghieri.
Sobre las expectativas en torno a la reunión, Franck Dixmier, director de Inversiones Global de Renta Fija de Allianz Global Investors, añade que otro punto relevante será ver si la Fed cambia su orientación futura. «Con la inflación estableciéndose en niveles altos, el ciclo de alza de tipos presentado al mercado, según el cual las subidas de tipos solo comenzarían después de la reducción, ya no nos parece apropiado en las circunstancias actuales. Es importante que la Fed recupere cierto margen de maniobra para asegurar la credibilidad de su objetivo de estabilidad de precios y anclar las expectativas de inflación en niveles consistentes con este objetivo. En este contexto, el nuevo marco de política monetaria de metas de inflación promedio -lamentablemente, anunciado en un contexto totalmente diferente, en agosto de 2020- puede no resistir la presión de las circunstancias. Sin duda, este es un motivo de preocupación para la Fed, y estamos a la espera de una aclaración sobre su función de reacción aún por descubrir», explica Dixmier.
Volatilidad y mercado de bonos
Según la valoración de Nikolaj Schmidt, economista internacional de T. Rowe Price, en caso de que la Fed se vea obligada a adoptar una postura más firme respecto a la inflación, espera que los mercados financieros verán aumentar la volatilidad. “Cabe señalar que la ejecución del presupuesto fiscal ha inyectado una enorme cantidad de liquidez en dólares en el mercado durante los últimos 6 meses. Este proceso se está deteniendo y está previsto que se invierta en los próximos trimestres. Este endurecimiento de las condiciones de liquidez en dólares se produce exactamente al mismo tiempo que la Reserva Federal inicia la reducción del programa de compra de activos. En mi opinión, esta será otra fuente de volatilidad en los próximos meses”, explica.
Simon Lue-Fong, jefe de Renta Fija de Vontobel, matiza que aunque todas las miradas están puestas en que la Fed anuncie el tapering, este no será el catalizador de un cambio real en la dirección de los rendimientos. En este sentido recuerda que la historia es un ejemplo de ello: a mediados de 2013 cuando la Fed comenzó a sugerir un tapering por primera vez, los bonos soberanos estadounidenses (tipos) retrocedieron 100 puntos básicos (pb), indicando su intención de quitarle a los mercados la abundante oferta de liquidez tras la crisis financiera global. Cuando finalmente comenzaron con el tapering en diciembre de 2013, los tipos subieron. No fue hasta tres años más tarde cuando la Fed comenzó con el endurecimiento cuantitativo, lo que hizo incrementar los tipos 70 puntos básicos.
“El tapering podría ser un precursor de movimientos de tipos de interés por parte de la Fed si la inflación y el desempleo avanzan sustancialmente. Teniendo en cuenta el sentimiento actual, diría que las subidas de tipos son posibles a partir de mediados de 2022, siempre y cuando el tapering comience ya en noviembre de este año. Incluso si este escenario se hiciera realidad, no sería el fin del mercado de bonos (como han dicho muchos críticos). Por el contrario, daría lugar a movimientos de los rendimientos y los diferenciales, que son el pan de cada día para cualquier gestor activo de bonos. Una vez que el riesgo se incrementa, los inversores regresan a la seguridad, lo que provoca un repunte de los rendimientos de la deuda pública que se traslada a los mercados de diferenciales, aunque con retraso. Por lo tanto, los mercados de bonos tienen incorporado un efecto estabilizador en el que los mercados se mueven a través de un ciclo natural de movimientos de rendimientos y diferenciales. Durante este tiempo, la rentabilidad total de un bono recibe contribuciones variables de sus componentes de duración y diferencial que un gestor activo de bonos puede aprovechar mediante posiciones largas y cortas en los impulsores de rentabilidad pertinentes”, concluye Lue-Fong.