En el segundo trimestre de 2021 la economía china avanzó un 7,9% interanual, cifra ligeramente por debajo de las expectativas del consenso, y desde Bloomberg establecen un pronóstico de crecimiento del PIB para el tercer trimestre de un 8,5%. No obstante, el nuevo marco regulatorio y la incidencia de la variante delta ha llevado a algunas gestoras a reducir su perspectiva sobre el gigante asiático.
Sophie Altermatt, economista de Julius Baer, señala que “con las revisiones recortamos nuestro pronóstico de crecimiento para todo el año 2021 a 8,3%, previamente estimado en 8,8%”. En este sentido, Luca Paolini, estratega de Pictet AM incide en que “un mayor grado de cautela parece sensato”.
Marco regulatorio: educación, tecnología y VIE
Los vientos regulatorios llegaron nuevamente a China desde el Partido Comunista Chino, en este caso, dirigidos al sector educativo. Estos vientos preocuparon a los inversores por desconocer el alcance final que tendrían. Diversos analistas concluyen que esta ola regulatoria se entiende por la nueva política de “prosperidad común”, nombre empleado por Tom Wilson, responsable de renta variable de mercados emergentes de Schroders.
“En las últimas décadas, China ha experimentado un enorme crecimiento económico, pero también ha aumentado la desigualdad. La regulación es, en parte, un reflejo del interés en que los beneficios económicos se distribuyan más fácilmente”, explica Wilson. La regulación en el sector educativo referido a las clases extraescolares se entiende desde dos puntos de vista. En primer lugar, los que dispongan de más recursos económicos podrán acudir a clases extraescolares lo que facilitará su ingreso en las mejores universidades del país; aumentando la brecha social. Y en segundo lugar, influirá en la tasa de natalidad. La población china está envejeciendo y los nuevos padres están centrando todos sus recursos en un solo hijo.
Así pues, según afirma Brian Bandsma, gestor de Vontobel Quality Growth, “China está cambiando sus prioridades, pasando del crecimiento económico general a un crecimiento inclusivo”. Un crecimiento sostenible que impulsa la igualdad social que durante décadas ha obstaculizado el crecimiento de su clase media. Estos tres grandes obstáculos, según indican desde la gestora Fidelity International, son la educación, la sanidad y la vivienda; ”cuyos costes se han descontrolado en los últimos años y han supuesto una pesada carga para los nuevos padres”, afirma la gestora.
Desde Vontobel recuerdan que “invertir en China debe considerarse siempre como algo de mayor riesgo”. Las políticas del partido comunista tendrán prioridad sobre todo lo demás por lo que “los inversores en China estarán mejor preparados si reconocen este poder general y evitan invertir en empresas que ganan dinero en áreas que entran en conflicto con los objetivos del gobierno. Dado que las prioridades están cambiando hacia el aumento del nivel de vida de las familias de ingresos medios y bajos, los inversores deberían estar bien preparados para comprar empresas que se beneficien de este cambio en las prioridades”.
La regulación china también ha puesto la lupa en el sector tecnológico. Frente a la preocupación de los inversores se debe recordar que esto no es inusual en el contexto internacional. Por un lado, desde Schroders resaltan que “la innovación tecnológica ha ido por delante de la regulación”. Esta característica se ha visto reflejada en las economías desarrolladas que han aplicado recientemente medidas contra las grandes tecnológicas, como la coloquialmente conocida tasa Google.
Asimismo, la gestora también incide en que el gigante asiático está tomando precauciones ante las tensiones que mantiene con EE.UU. Que podrían provocar problemas de acceso por parte de China a la tecnología de vanguardia. De esta forma, China tiene el firme propósito de avanzar hacia la autosuficiencia tecnológica y para ello debe aplicar un marco regulatorio previamente.
La preocupación regulatoria también se ha trasladado al área de las entidades de participación variable (VIE), estructuras empleadas en China desde hace dos décadas para limitar la inversión extranjera. Tom Wilson, responsable de renta variable de mercados emergentes de Schroders, afirma que “en los últimos días hemos visto una medida para no permitir las estructuras VIE en el espacio de la educación privada. Estos movimientos han llevado a una reevaluación del riesgo en cuanto a si las estructuras están amenazadas. Cualquier acción que empleara una estructura VIE vio un marcado aumento de la prima de riesgo”. No obstante, desde Fidelity International animan a la tranquilidad afirmando que no han visto “nada que indique que se ha producido un cambio profundo en el statu quo de las estructuras VIE”.
¿Qué sectores se beneficiarán por la política de “prosperidad común”?
Durante las pasadas jornadas, las acciones de muchas compañías chinas han registrado fuertes descensos a causa del marco normativo en materia de educación y tecnología. Desde Pictet AM explican que a pesar de que las medidas pueden añadir una «prima de riesgo» permanente en las acciones y bonos chinos, no deben cambiar fundamentalmente el modelo de crecimiento de China o la inversión en los activos financieros del país. “Nos mantenemos neutrales en renta variable en China. Asimismo, hay justificación para obtener beneficios en bonos chinos, que han tenido buen comportamiento en lo que va del año”, añaden.
El gigante asiático está tratando de conseguir un crecimiento a largo plazo más equilibrado en el que además, se reduzcan las desigualdades. Esto quiere decir que las áreas que presentan una mayor sintonía con los objetivos a largo plazo del gobierno serán las más beneficiadas. Estas son “las energías verdes, los semiconductores, las nuevas infraestructuras, las cadenas de suministro del vehículo eléctrico y la fabricación avanzada”, señalan desde Fidelity International tanto Victoria Mio, directora de renta variable asiática, como Paras Anand, CIO Asia Pacífico.