2017 comenzaba con una gran preocupación ante la agenda electoral europea, el recién elegido Donald Trump y por las negociaciones del Brexit. Aunque la incertidumbre política se ha relajado, la realidad es que no ha desaparecido y la política sigue siendo un riesgo situado en el centro del escenario de la mayoría de las gestoras e inversores.
En opinión de Legg Mason, desde Berlín a Pyongyang, pasando por Estambul, Tokio y Barcelona, “la incertidumbre política volvió a dominar los mercados mundiales de bonos, impulsando la demanda tanto de activos refugio tradicionales como de clases de activos sensibles al crecimiento”, apunta la gestora.
El otro foco de atención está en Europa donde, tras la victoria de Angela Merkel, queda por constituir el gobierno un de coalición que se presta difícil de logar. Muestra de la importancia que tiene la política es que justamente tras las elecciones, el euro sufrió un importante revés. Los inversores temen que un gobierno débil de Merkel pueda afectar al liderazgo de la Unión Europea, que también se ve resentida por las tensiones en España con Cataluña.
Otras divisas también se movieron según los eventos políticos de los últimos meses. Según explican los analistas de la gestora, “el yen recibió un golpe similar después de que Abe convocara elecciones anticipadas para tranquilizar su plan de estímulo. Al mismo tiempo, una escalada de tensiones entre los Estados Unidos y Corea del Norte elevó la demanda de bonos gubernamentales de mercados desarrollados, una demandan que también se vio después de un referéndum a favor de la independencia en la región kurda de Iraq”.
Estos eventos políticos han provocado que se haya elevado el coste para proteger a los inversores frente a posibles eventos, incluido posibles incumplimientos soberanos. “Los costes de protección por defecto, medidos por Credit Default Swaps, también subieron en Japón, donde el presidente Abe convocó a elecciones anticipadas para garantizar la continuación de su programa de estímulo de miles de millones de yenes”, explican desde Legg Mason.
Vigilando Estos Unidos
En este escenario de eventos políticos destaca el incierto futuro de las medidas que Donald Trump, entre ellas la aprobación o no de su propuesta de reforma fiscal de la cual ya se saben los detalles, pero no si será finalmente aprobada. Además, para el próximo año, queda pendiente la renovación de cargos dentro de la FED, lo cual será determinante de cara a cer cómo evoluciona la reducción de su balance ya anunciado.
“Por otro lado, el recorte de la Fed de sus propias proyecciones de inflación elevó la demanda de los bonos del Tesoro estadounidense a largo vencimiento, que normalmente no se mueven en total sincronización con los mercados de bonos corporativos”, apunta el análisis de Legg Mason.
Y es que, en opinión de la gestora, los mercados financieros se han tenido que esforzar por digerir los últimos mensajes de la FED y sus esfuerzos para explicar que los tipos de interés tiene que, tarde o temprano, subir. “El llamado punto-argumento de la Reserva Federal, donde los miembros del comité exponen sus proyecciones, mostró que el banco central continúa viendo un aumento de tipos más este año y tres más en 2018. Los mercados, sin embargo, solo ven una subida el próximo año, después de una posible en diciembre”, apunta.
Según su análisis, esta diferencia de criterio se debe principalmente al hecho de que la inflación de los Estados Unidos, en un 1,4% anualizada, todavía está muy por debajo del objetivo del 2% del banco central, algo que ha mantenido a raya las expectativas de inflación en los últimos meses. Esta ambivalencia también ha reducido la diferencia entre los rendimientos del Tesoro de los Estados Unidos a 30 años y 10 años a apenas 54 puntos básicos, niveles cercanos a los vistos desde la crisis financiera de 2008- 2009.