La política, los temores sobre el crecimiento y el aumento de los tipos de interés han sido algunos de los factores que han marcado el rumbo de los mercados en 2018 y que podrían volver a hacerlo en 2019, una situación que, en opinión de Robert-Jan van der Mark, cogestor del Kames Global Diversified Growth Fund, podría presentar tanto riesgos como oportunidades para los inversores.
A lo largo de los próximos meses el Brexit, las tensiones comerciales y los temores relativos al mercado de trabajo darían lugar a momentos de incertidumbre que los inversores tendrán que intentar sortear con éxito. Aunque las sorpresas serían inevitables, aún está por ver si serán positivas o negativas.
A continuación, Van der Mark identifica los tres principales riesgos macroeconómicos y dos potenciales sorpresas positivas que podrían darse en 2019:
- Respecto a los riesgos macroeconómicos, en primer lugar estaría la política monetaria. Hacia el final del ciclo económico empiezan a surgir problemas de capacidad y la inflación aumenta. En ese momento, los errores de política monetaria constituyen uno de los riesgos más importantes. El endurecimiento de las políticas monetarias de los bancos centrales como respuesta al repunte de la inflación podría frenar la inversión y provocar una caída de la confianza y del gasto. Además, unos tipos de interés más altos podrían afectar negativamente a las empresas más endeudadas. En un entorno de este tipo, es probable que los bonos gubernamentales registren un buen comportamiento y que los activos de riesgo generen rentabilidades negativas.
- En relación a los riesgos políticos, este año ha estado cargado de incertidumbres políticas que aún no se han despejado. Una de principales es el riesgo de que las negociaciones sobre el brexit acaben fracasando, lo que aumentaría las probabilidades de un brexit duro que podría tener un impacto negativo en las relaciones comerciales entre el Reino Unido y la eurozona. No obstante, la del Reino Unido no es la única salida que preocupa a los inversores: el reciente encontronazo entre la UE y el gobierno italiano por los presupuestos ha puesto de manifiesto la falta de estabilidad estructural de la eurozona, reavivando el temor a una posible ruptura de la unión. Aunque no es algo que nos parezca probable, ese riesgo se mantendrá vivo a menos que la eurozona avance en su proceso de integración.
- Finalmente, en relación a la escalada de las tensiones comerciales, uno de los principales factores de lastre en 2018 ha sido la amenaza de una guerra comercial que podría materializarse en 2019 si se intensifican las tensiones entre EE. UU. y China y que seguramente provocaría una desaceleración mundial con consecuencias para numerosas economías de todo el mundo.
Sorpresas positivas
Van der Mark también identifica dos potenciales sorpresas positivas que podrían darse en 2019. En primer lugar, habla de innovación. El bajo nivel de desempleo podría estimular la inversión, la innovación y la aplicación de medidas para mejorar la productividad, lo que a su vez podría repercutir positivamente en la economía. Esta mejora de la productividad podría compensar la escasa oferta laboral y contribuir al sostenimiento del crecimiento económico mundial.
También menciona un destacado cambio de rumbo, en el que la desaparición de los riesgos políticos podría convertirse en un factor de impulso para la economía mundial. Si, por ejemplo, el discurso sobre una posible guerra comercial se suavizase y se eliminasen las barreras comerciales, la euforia resultante podría contribuir a impulsar el crecimiento mundial.
Otros ejemplos de un posible cambio de rumbo serían la aprobación de un acuerdo para la salida negociada del Reino Unido (brexit suave) o la implementación de reformas estructurales que promuevan una mayor convergencia y estabilidad de la eurozona. Cualquiera de estos acontecimientos políticos podría actuar como un viento de cola para la economía mundial.
En una entorno de este tipo, los activos de riesgo como la renta variable, las materias primas o los bienes inmuebles podrían generar rentabilidades cercanas al 10% o incluso más. Por el contrario, las rentabilidades de la renta fija serían más modestas y los bonos gubernamentales podrían incluso llegar a generar rentabilidades negativas por el aumento de las tires.