En 2017, la política interna de Japón y los datos macroeconómicos evolucionaron en gran medida dentro de lo esperado, pero ciertos acontecimientos externos lastraron la confianza del mercado durante buena parte del año.
Los datos del PIB japonés para el trimestre cerrado en septiembre marcaron un hito ya que fue la primera vez en más de 15 años que la economía del país creció durante siete trimestres consecutivos. Un crecimiento que coincidió con un aumento de la confianza entre las empresas japonesas, según indica la última encuesta trimestral Tankan del Banco de Japón.
“Lo que tal vez resulte más intrigante es que el total de respuestas de la encuesta indican ahora una escasez de capacidad en todos los sectores, lo que constituye una variación significativa en comparación con la situación de exceso de capacidad a la que la economía ha hecho frente durante prácticamente la totalidad de los últimos 25 años y debería ser propicio para la inversión en inmovilizado durante 2018”, advierte Ken Maeda, responsable de renta variable japonesa de Schroders.
Este enfriamiento de los sectores contrata también con un mercado laboral que se encuentra muy cerca del pleno empleo y con una tasa de desempleo que ha caído hasta un mero 2,8%, un nivel nunca visto desde hace más de veinte años.
A pesar de ello, “el crecimiento salarial sigue materializándose mucho más lentamente de lo que cabría esperar, si bien prácticamente todas las partidas de datos económicos, con la excepción de las previsiones de inflación de las personas, apuntan a unos mayores salarios”, explica Maeda. Ante la continuidad de un sólido crecimiento de los beneficios empresariales, el porcentaje que estos representan en el PIB ha alcanzado unos niveles récord, lo que pone de manifiesto la creciente disparidad en los ingresos laborales.
Política monetaria
En opinión de Schroders, la laxa política monetaria de Japón no es sostenible a largo plazo. Desde septiembre de 2016, además de los programas de compras de activos, su presidente, Haruhiko Kuroda, ha llevado a cabo una política centrada en la curva de rendimientos con el objetivo de mantener los rendimientos a diez años en torno al 0%. En los últimos meses, este objetivo se ha alcanzado con relativa facilidad y, dado que la Reserva Federal está gestionando con éxito las expectativas en Estados Unidos. En este contexto, “no esperamos que la deuda pública japonesa se vea sometida a demasiada presión en 2018”, apunta Maeda.
Según Maeda, el fallo está en que algunos de los objetivos del banco central son incompatibles entre sí. Por ejemplo, la combinación de un volumen fijo de compras de deuda pública japonesa con el control de la curva de rendimientos supone un intento de controlar tanto el volumen como los precios de forma simultánea. De hecho, el mantenimiento del actual objetivo en materia de rendimientos requiere un menor volumen de compras de deuda pública, lo que ya se está empezando a reflejar en los datos.
El Banco de Japón también sigue siendo un comprador activo de ETF en el mercado de renta variable. Si bien este hecho podría ser una parte efectiva del programa de compra de activos, también apunta a un mecanismo de apoyo a los mercados que no parece ser estrictamente necesario.
Escepticismo entre inversores
Hasta finales de septiembre de 2017, los inversores extranjeros mantuvieron su escepticismo en el mercado bursátil, a pesar de los claros indicios que apuntaban a que el rendimiento de las empresas japonesas estaba mejorando en el marco de las actuales condiciones económicas.
En los trimestres finalizados tanto en junio como en septiembre, buena parte de las empresas protagonizaron sorpresas positivas en sus resultados en comparación con la opinión de consenso, y una proporción mucho más elevada se ha mostrado preparada para revisar al alza sus resultados anuales antes de finalizar el ejercicio fiscal.
“Esto refuerza nuestra visión de que las estimaciones iniciales eran demasiado conservadoras y ha generado un sólido ciclo de revisiones al alza en los beneficios empresariales. Si bien parte de este crecimiento de beneficios estaba descontado en las cotizaciones bursátiles durante el reciente repunte, las valoraciones de mercado generales siguen siendo interesantes en términos históricos y en comparación con otros mercados globales”, destaca Maeda.
Riesgos externos
Si bien la economía interna sigue yendo por el buen camino, los riesgos siguen siendo externos en su gran mayoría, en nuestra opinión. Aunque Japón tuvo éxito a la hora de forjar relaciones de forma temprana con la Administración Trump, el riesgo de que Estados Unidos aumente sus políticas proteccionistas y sus represalias comerciales sigue patente.
A estas preocupaciones se suma que Corea del Norte se ha convertido en el principal riesgo potencial para Japón. “Si bien reviste una importancia crucial, la naturaleza binaria de los posibles resultados hace que sea imposible descontar correctamente este riesgo en las carteras de renta variable”, concluye Maeda.