Nuevos tiempos también para los gobiernos. En opinión de Yves Bonzon, CIO del banco privado Julius Baer, los inversores deben prepararse para “navegar por el régimen del capitalismo de estado en el que acabamos de entrar”. La crisis del COVID-19 ha supuesto un aumento considerable del gasto público y, por tanto, de su deuda, por lo que la gestión de estos recursos será más relevante que nunca.
En este sentido, el CIO de Julius Baer constata: “Frente a la extrema urgencia de apoyo fiscal al sector privado, incluso los gobiernos más resistentes al uso de la política fiscal han cambiado abruptamente de rumbo desde el comienzo de la recesión inducida por el coronavirus”. En su opinión, la recesión del COVID-19 ha arrastrado a los gobiernos profundamente en el apoyo fiscal.
“Más allá de los daños a corto plazo para nuestras economías, la pandemia ha acelerado las tendencias desestabilizadoras imperantes en las economías avanzadas. Más que nunca antes, la reorganización y el reciclaje de nuestro capital humano y productivo es de la más alta prioridad. En unas pocas semanas, hemos sido testigos de la fusión de facto de la política monetaria y la política fiscal. Por supuesto, la capacidad de los países para sostener los déficits fiscales varía mucho”, añade.
Con este contexto, considera que algunos países asignarán el dinero mal, otros lo manejarán mejor. Según su experiencia, “cuando un país se acerca a los límites de los déficits monetizados, el mercado de divisas reacciona sin piedad al primer indicio de inflación. En estas circunstancias, es más necesario que nunca centrar nuestras inversiones en países con sistemas que garanticen una asignación eficiente de los recursos públicos”.
Bonzon afirma que, guste o no, la Teoría Monetaria Moderna (TMM) está avanzando: “El tren de la TMM ha salido de la estación. Hará maravillas, o desastres, dependiendo de lo bien que se aplique, y llevará a importantes diferencias de rendimiento real entre los países y clases de activos en esta década. Esta teoría afirma que las finanzas de un gobierno que imprime el dinero que pide prestado (emisor monopolista de moneda) no deberían ser manejadas como las finanzas del hogar o como una empresa privada (usuarios de divisas). Y también afirma que la principal limitación del gasto de tal gobierno es la utilización de la capacidad de los recursos productivos de un país y no un límite financiero autoimpuesto”.
Sin duda, el contexto actual y la experiencia de la pandemia esta teoría será más relevante. “Con la política monetaria tradicional agotada en la mayoría de las economías desarrolladas, predijimos que los responsables de la política mundial recurrirían a medidas no convencionales durante este decenio para estimular la actividad. En particular, la política monetaria se coordinaría sistemáticamente con la política fiscal, tal como propone la TMM. La pandemia de Covid-19 ha acelerado drásticamente esta tendencia ineludible”, confirma el CIO de Julius Baer. “A fin de cuentas, todo se reduce a la asignación de capital y es una cuestión de gobernanza. A lo largo de los años, hemos destacado la importancia del concepto de recesión del balance para los inversores. La TMM será igual de importante en el futuro”, concluye Bonzon.