Las bolsas europeas han amanecido en rojo. El mercado recoge la preocupación por el incremento del impacto de la pandemia en todo el continente y de las medidas para ponerla freno: cierres perimetrales de ciudades, limitaciones de movilidad para los ciudadanos, reducción de ciertas actividades económicas… . En este contexto, el mercado tiene los ojos puestos en lo que mañana diga el Banco Central Europeo (BCE).
En este sentido, el mercado espera que, de nuevo, el BCE muestre su voluntad por seguir haciendo “todo lo que haga falta”, para frenar el impacto económico de esta crisis. Según los analistas, es poco probable que el BCE anuncie nuevos estímulos, ya que todo apunta a que habrá que esperar hasta la reunión de diciembre para que la institución monetaria ponga sobre la mesa una nueva batería de medidas. Por eso, el foco de atención está puesto en el tono y el mensaje que Christine Lagarde, presidenta del BCE, lance en el turno de preguntas durante la rueda de prensa posterior a la reunión.
“No se espera ningún cambio importante en la política, pero los riesgos crecientes significan que aumenta la probabilidad de que se anuncien nuevas facilidades en las reuniones posteriores. Antes de ampliar su actuación, el BCE parece querer esperar hasta la próxima serie de proyecciones, que será en diciembre, para hacer un balance de los acontecimientos. Es probable que haya un mayor reconocimiento de la forma en que el BCE acoge las iniciativas fiscales de la UE. La propia Lagarde, en la última reunión, declaró que en lo que respecta a las políticas fiscales, sigue siendo fundamental una postura fiscal ambiciosa y coordinada. La Presidenta también habló, de nuevo, del doble mandato del PEPP y de cómo una de sus funciones clave es la de apuñalar los mercados y asegurar una transmisión fluida de la política del BCE”, señala Peter Allen Goves, estratega de tipos de interés europeos de MFS Investment Management.
En este sentido Franck Dixmier, director de inversiones global de renta fija de Allianz Global Investors, considera que aunque es cierto que el BCE no necesita hacer ningún anuncio sobre su política en esta reunión de octubre, sí debería “enfatizar su voluntad de realizar intervenciones futuras ante un panorama macroeconómico en deterioro”.
Para Dixmier, es esperable que el tono de la reunión del BCE de mañana sea “decididamente” pesimista. “El BCE debería subrayar el deterioro de las perspectivas macroeconómicas debido a las nuevas restricciones derivadas del agravamiento de la crisis sanitaria y su preocupación por una posible doble caída del crecimiento. También se espera que el banco central reitere su preocupación por la trayectoria de la inflación, ya expresada en el acta de su reunión de septiembre”, subraya.
Misma valoración realiza François Rimeu, estratega senior de La Française AM: «El banco central debería señalar que está dispuesto a proporcionar una mayor relajación si la crisis se agrava. Creemos que el BCE dejará abiertas todas las opciones hasta la próxima reunión. También esperamos que Lagarde enfatice la importancia de la coordinación entre la política fiscal y monetaria y que presione a los gobiernos a hacer más para levantar la economía de la zona euro«.
Según Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, el mercado podría sentirse decepcionado si no recibe un indicio claro de que habrá más acciones en diciembre. Para este experto tiene más sentido que sea en diciembre cuando el BCE haga nuevos anuncios: “Tendrá más visibilidad sobre los riesgos externos». Además, Moëc señala que «las condiciones del mercado han mejorado» y eso «ha permitido al BCE reducir significativamente el ritmo de su programa de compras de emergencia». De hecho, el economista indica que, con la caída del diferencial soberano italiano, incluso el banco central «se ha sentido lo suficientemente cómodo como para reducir la proporción de sus compras que van a este soberano periférico crucial», a lo que se añade que la apreciación del euro «se ha estancado, reduciendo la presión sobre el BCE para ajustar rápidamente la política monetaria».
Sin nuevas medidas, por ahora
En opinión de Paul Diggle, economista de Aberdeen Standard Investments, “es más probable que usen el jueves para insinuar una flexibilización en diciembre, cuando se disponga de un nuevo conjunto de previsiones macroeconómicas. También nos planteamos si es posible que mañana el BCE ofrezca alguna pista sobre la forma y el tamaño que adoptaría una flexibilización adicional. Pensamos que lo más probable es un QE adicional, en forma de una extensión del PEPP de 500.000 millones de euros. Pero son posibles otras opciones, y tendrían importantes implicaciones para los inversores”.
“Con los niveles de deuda tan elevados, la opción de no utilizar la política monetaria constituye, literalmente, un suicidio colectivo», advierte Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía, ya que, indica que «para bien o para mal, la salida de la crisis anterior y de la actualmente en curso pasan por tipos de interés bajos», por lo que cabe esperar una «mayor profundidad y extensión de estas políticas, a corto plazo». A más largo plazo, «es posible que veamos algo de normalización de tipos de interés, aunque en un contexto muy distinto al de épocas pasadas». En otras palabras, «habremos pagado los analgésicos de la crisis con la japonización de la economía».
Según explica Diximeier, hay tres razones que explican por qué no se esperan el anuncio de nuevas medidas mañana: “En la reunión de diciembre, el BCE tiene previsto actualizar sus proyecciones macroeconómicas. Creemos que serán pesimistas, por lo que podría ser un buen momento para anunciar nuevas medidas de apoyo. Además, el próximo mes, el banco central tendrá más perspectiva sobre los riesgos políticos que han surgido en las últimas semanas, como el Brexit y las elecciones estadounidenses, así como sobre la evolución de la pandemia. Finalmente, el Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP) aún conserva su potencia, por lo que no hay urgencia de actuar ahora”.
Por último, Konstantin Veit, gestor senior de carteras en PIMCO, señala que el papel actual del BCE es, ante todo, «apoyar la política fiscal, un papel que creemos que se cumple mejor mediante la compra de activos a gran escala y la provisión generosa de liquidez para financiar la expansión del crédito. El BCE tendrá que continuar siendo altamente acomodaticio en su política durante los años venideros»
Primer año de Lagarde
Esta reunión coincide con el primer aniversario de Christine Lagarde al frente del BCE. “Este año está absolutamente marcado por la emergencia del COVID-19 y los efectos que la pandemia ha tenido y sigue teniendo sobre la economía. Cualquier valoración que se haga de sus actuaciones debe partir del hecho de que se ha enfrentado, apenas aterrizó en el puesto, con una de las crisis más severas de los últimos cincuenta años, sustituyendo además en el cargo a un presidente saliente, Mario Draghi, que será siempre recordado como el salvador del Euro. El hecho de que tras más de nueve meses de crisis intensa, especialmente violenta en las primeras semanas de confinamientos, no exista un peligro real de colapso de deuda en Europa, es muestra suficiente para que la nota con la que se pueda calificar su actuación sea positiva», destaca Del Pozo.