A medida que nos adentramos en 2019, muchos inversores no ven el momento de cerrar uno de los capítulo más importantes que se abrieron en 2018: las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Dejando a un lado los tweets de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, las negociaciones entre ambos países continúan.
En opinión de Sébastien Galy, responsable senior de estrategia macroeconómica en Nordea Asset Management, el acuerdo entre ambos países no debería hacerse esperar mucho. “Alcanzaron una tregua de 90 días después de que el país asiático prometiera adquirir una importante cantidad de bienes estadounidenses; la intención era buena, pero las importaciones de soja se desplomaron con fuerza. Tanto EE. UU. como China saben que el acuerdo debe apuntalar la candidatura del presidente de cara a 2020”, apunta y estima que podríamos ver un primer acuerdo en el primer trimestre de este año.
Misma opinión comparte Olivier de Berranger, director de Gestión de Activos de La Financière de l’Echiquier, quien además apunta que la esperanza sobre un acuerdo próximo está alimentando los mercados. Según destaca Barranger las negociaciones avanzan –el límite será el 1 de marzo– y lo que trasciende es un posible “programa de seis años para que China aumente las importaciones procedentes de Estados Unidos, con objeto de corregir el desequilibrio comercial entre ambos países. Sin embargo, hay algo cierto: los próximos 30 y 31 de enero tendrán lugar, en Washington, nuevas conversaciones entre representantes chinos y estadounidenses”.
Por lo contrario, si las negociaciones se en callasen, el mercado lo resentirá. “Los rumores apuntan a que EE. UU. ha rechazado las ofertas de China sobre la celebración de reuniones preliminares por falta de avances en aspectos clave de las negociaciones. Esta incertidumbre ha lastrado ligeramente los mercados de renta variable y respalda la demanda de activos refugio como los treasuries estadounidenses. Pero al mercado no solo le preocupa el acuerdo comercial entre EE. UU. y China. El partido demócrata ha propuesto renegociar el Tratado Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), lo que deja claro que la posición del presidente Trump ha perdido fuerza ahora que los demócratas dominan la Cámara de Representantes. Tras empezar el año con contundencia, el mercado se está tomando un respiro para ver cómo evolucionan estos temas”, afirma Paul Flood, gestor de Newton, parte de BNY Mellon.
Estados Unidos: una clave global
Las gestoras y analistas siguen apuntando a que estas tensiones comerciales son clave para la evolución de la economía global este año. En 2018, “Estados Unidos registró un robusto crecimiento como resultado de los estímulos fiscales mientras que otras regiones también crecían por encima de la media gracias a unas políticas monetarias expansivas y a una sólida demanda privada. Sin embargo, a medida que fue avanzando el año, los temores sobre la economía mundial y los acontecimientos políticos acabaron generando volatilidad y una fuerte aversión al riesgo”, pone en contexto Jordy Hermanns, gestor de fondos multiactivos en Aegon Asset Management, a la hora de hablar de la situación actual del país.
En opinión de Hermanns, esta situación se prolongará porque, por un lado, estamos entrando en la fase tardía del ciclo económico y, por otro, el fin de las medidas de estímulo –como las rebajas fiscales en EE. UU. o la expansión cuantitativa– y los crecientes problemas de capacidad se traducirán en una ralentización del crecimiento. “Es probable que esta desaceleración venga acompañada de incertidumbre ligada a las políticas monetarias y de una mayor volatilidad. Y, además de las cuestiones económicas, también nos enfrentamos a diversos retos de naturaleza geopolítica, como el Brexit o las persistentes tensiones comerciales entre China y EE.UU.”, matiza.
En los últimos años, Estados Unidos ha registrado una fuerte creación de empleo porque la expansión económica respaldaba la contratación de trabajadores cualificados. Sin embargo, esta recuperación del mercado laboral ha llevado el desempleo por debajo del 4%, por lo que a las empresas les resulta cada vez más difícil cubrir vacantes. En su opinión, esta situación acabará debilitando el momento económico.