La inversión responsable se está consolidando rápidamente y converge poco a poco hacia un entorno más normalizado y regulado. En opinión de Amundi, este cambio de escala ya generó intensos debates a lo largo de 2023, con un entorno normativo en vías de consolidación y un importante impulso a la transición energética. En 2024, la convicción es clara: para estar a la altura de los retos medioambientales y sociales y seguir dando prioridad a los objetivos de los clientes, el sector financiero debe aportar claridad a la propuesta de valor de las finanzas sostenibles.
En opinión de Elodie Laugel, directora de Inversión Responsable de Amundi, los próximos años serán decisivos. «Una transición más lenta acarrearía enormes costes medioambientales, financieros y económicos que es necesario identificar con detenimiento. Por el contrario, vemos grandes oportunidades si el mundo entra en un escenario de transición constante y ordenada. La coherencia y la claridad en torno a la propuesta de valor de la inversión responsable serán componentes clave del éxito», señala Laugel.
Por su parte, Vincent Mortier, director de Inversiones de Amundi, reconoce que a pesar de las difíciles condiciones del mercado, los flujos de inversión responsable siguen aumentando a largo plazo. En este sentido, apunta: «Las tendencias favorables deberían seguir apoyando su desarrollo futuro, ya que el 67% de los propietarios de activos globales están convencidos de la materialidad de los factores ESG. Además, esperamos que las estrategias temáticas y de impacto dominen el mercado en 2024 y en adelante».
Aunque 2023 fue un año de transición, la Inversión Responsable reanudó su crecimiento. Según los datos recopilados por Amundi, los activos en fondos responsables se han multiplicado por cuatro desde 2020 y ahora representan el 17% de los activos totales en todo el mundo, y más de la mitad de los europeos. «En un mercado difícil para Europa y los fondos transfronterizos (-84.000 millones de euros de flujos netos), los fondos de inversión sostenibles en su conjunto experimentaron flujos negativos similares a los tradicionales, pero los fondos de inversión sostenibles que presentan el mayor nivel de integración registraron entradas netas positivas significativas: los fondos temáticos, los fondos de impacto y los fondos con un screening positivo ESG, recaudaron cerca de 33.000 millones de euros entre enero y noviembre de 2023″, destaca la gestora.
Por otro lado, en términos de rendimiento, tras un difícil 2022 en un contexto de crisis energética, 2023 mostró un retorno a territorio positivo para los principales índices ESG. Los índices de Europa, EE.UU. y globales registraron una rentabilidad positiva significativa, y sólo los países emergentes siguieron registrando una rentabilidad inferior a la de su índice matriz (en 10 años, la versión ISR del MSCI World sigue siendo superior a la del índice estándar: +10,1% anual frente a +9,2% anual para el periodo de 2014 a 2023). Para Elodie Laugel señala que , una serie de señales muestran que la industria está madurando en materia ESG. «Ahora, la industria financiera necesita aportar mayor claridad en la propuesta de valor a nivel de producto, y en los compromisos adquiridos a nivel corporativo», sostiene. En cuanto a la inversión de impacto en los mercados emergentes, Vincent Mortier añade: «La inversión de impacto también debe tener en cuenta los mercados emergentes porque son zonas muy críticas en lo que respecta a la transición climática y energética en general. Existe un entorno propicio desde perspectivas macroeconómicas cuando se trata de invertir en mercados emergentes».
Amundi cree que 2024 será un año de aceleración para la inversión responsable, impulsada por tendencias estructurales prometedoras, especialmente en torno a seis marcadores importantes. La primera de ellas es la Ley de Reducción de la Inflación de EE.UU. y el Plan Industrial Green Deal de la UE constituyen importantes vientos de cola para los sectores de las tecnologías verdes y la energía limpia. Según explican desde Amundi, por primer vez, la alineación entre seguridad energética, planes industriales estratégicos, objetivos de política exterior y objetivos climáticos está creando importantes vientos de cola para la inversión responsable. Las iniciativas políticas de EE.UU., la UE y China están impulsando importantes inversiones en tecnología verde.
«La Ley de Reducción de la Inflación de EE.UU. supuso un gran avance al desbloquear 400.000 millones de dólares para incentivos a la tecnología verde. La respuesta de la UE, el Plan Industrial Green Deal, reforzará RePowerEU, un plan destinado a movilizar 300.000 millones de euros para 2030», añaden.
Además, en China, la combinación del plan «Made in China 2025» y el XIV Plan Quinquenal ha situado la innovación ecológica en el centro de la política industrial. Cinco áreas de tecnología verde a seguir en 2024: baterías de sodio, inteligencia artificial para la gestión de emisiones, acero verde, captura y almacenamiento de carbono y combustibles marinos alternativos. En segundo lugar, La orientación Net Zero sigue siendo más relevante que nunca a pesar de la necesidad de una acción climática más ambiciosa por parte de los responsables políticos
Otro marcador que destaca la gestora son las emisiones mundiales de CO2, que han superado ampliamente los objetivos provisionales, mientras que la AIE ha pronosticado que los combustibles fósiles alcanzarán su punto máximo antes de 2030 y ha anunciado que el gasto en energías limpias maduras alcanzará niveles récord. Desarrollar una estrategia contra el cambio climático se ha convertido en algo esencial para los inversores a largo plazo. Sin embargo, los inversores responsables deben evaluar tanto los riesgos relacionados con el clima de las inversiones como desarrollar marcos de inversión net zero para apoyar la reasignación gradual del capital, mitigando al mismo tiempo el impacto de la alta volatilidad del mercado energético en el rendimiento.
«Al aplicar los planes de transición climática, los inversores deben recordar que los riesgos son importantes y van en aumento. De hecho, los planes de transición climática están expuestos tanto a riesgos de transición como a riesgos físicos. Los riesgos de transición han acaparado la atención en términos de evaluación del impacto de la cartera. Pero en el lado de los riesgos físicos, ya hemos visto un aumento de las pérdidas financieras causadas por fenómenos meteorológicos extremos agudos que se espera que aumenten en frecuencia e intensidad», destacan.
El tercer marcador para Amundi es la «financiación combinada» desempeñará un papel fundamental para colmar el déficit de financiación en los países emergentes. En un momento de contracción de la deuda de los mercados emergentes, ha aumentado la diferencia entre la inversión necesaria para reducir los gases de efecto invernadero a cero neto en 2050 y la financiación actual. Dado el limitado espacio fiscal de la mayoría de las economías, el sector privado tendrá que cubrir entre el 80% y el 90% de estas inversiones (fuente: FMI). Cerrar la brecha de financiación sostenible a través de mecanismos de financiación mixta escalables con una mejor colaboración entre entidades públicas y privadas es ahora más importante que nunca.
En cuarto lugar, señalan como marcador los riesgos para la sostenibilidad son diversos y los inversores deberían centrarse más en la Naturaleza y la Transición Justa. Según explican, el concepto de «fronteras planetarias», que delimita los límites medioambientales dentro de los cuales la humanidad puede operar con seguridad, debería surgir como marco de referencia para los inversores responsables, ya que permite integrar la biodiversidad, el clima y otras dimensiones de la naturaleza en un único marco global.
«Las medidas adoptadas por las empresas y los inversores en materia de biodiversidad siguen siendo limitadas debido a los problemas de recopilación de datos y presentación de informes. Según la OCDE, la financiación de la biodiversidad sólo representa el 7% de los fondos destinados a medidas medioambientales. Se espera que esta situación cambie a medida que aumenten los informes sobre biodiversidad, avance la investigación y se establezca la normativa», destacan.
Para superar la falta temporal de datos e informes sobre biodiversidad, Amundi ha desarrollado un marco de inversión propio para supervisar el impacto de una cartera en la biodiversidad. Para que la transición tenga éxito a escala mundial, debemos garantizar que sea justa. Esperamos que al sector privado se le exija cada vez más que demuestre sus esfuerzos por lograr una transición integradora. Amundi ha desarrollado una «puntuación de transición justa» específica, basada en criterios genéricos y sectoriales, para cada una de las principales partes implicadas en la transición: comunidades locales, clientes, trabajadores y sociedad en general.
El quinto de los marcadores que apunta Amundi es el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la UE, que se han alcanzado hitos significativos en términos de transparencia, que deberían allanar el camino para que fluya más capital en apoyo de un crecimiento sostenible e integrador. El Plan de Acción sobre Finanzas Sostenibles de la UE ha introducido cambios transformadores en el panorama europeo de los fondos sostenibles, con una mayor transparencia y normas más estrictas. Su impacto va más allá de Europa, ya que está influyendo en los reguladores de todo el mundo y se ha convertido en una referencia.
Para cumplir su objetivo de financiar la transición a través de opciones individuales, el Plan de Acción debe garantizar la claridad y comparabilidad de las ofertas de financiación sostenible. Éstas deben adaptarse a las necesidades de los inversores finales para permitir una movilización generalizada del ahorro hacia la transición.
Por último, el sexto marcador que indican es que más allá de los titulares sobre el retroceso en ESG: los inversores lo consideran cada vez más importante. «La inversión responsable se enfrenta a reacciones localizadas en algunas regiones, con debates sobre su percibida timidez o, por el contrario, sobre acusaciones de incumplimiento de los deberes fiduciarios.
Sin embargo, más de dos tercios de los propietarios de activos (67%) creen que la inversión ESG se ha vuelto más crucial para la política de inversión en los últimos 5 años según Morningstar», destacan desde Amundi.
Esta reacción debe considerarse una señal de que el sector está madurando. En primer lugar, demuestra que se está produciendo un cambio real. En segundo lugar, exige claridad en las propuestas de valor y los compromisos de las empresas. Las expectativas de los inversores deben cumplirse en estos dos frentes. En 2024, esperamos que los gestores de activos sigan mejorando la transparencia a nivel de producto y aclaren cómo se relacionan los compromisos a nivel de sociedad de gestión de activos con los objetivos a nivel de producto. Los reguladores tienen un papel clave que desempeñar para evitar la polarización del debate, imponiendo una mayor transparencia y proporcionando un marco común.