Mientras que en la eurozona los factores medioambientales y sociales obtienen mayores rentabilidades, en Norteamérica la generación de alfa en todas las dimensiones ESG desciende. Esta es la principal conclusión del último informe de Amundi, que analiza el impacto de los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) en la rentabilidad de las carteras.
Tras la creciente demanda de inversión ESG por parte de los clientes institucionales a nivel global, Amundi ha utilizado datos de 2018-2019 para analizar la rentabilidad de 1.700 compañías en cinco universos de inversión correspondientes a los índices MSCI: MSCI North America, MSCI EMU, MSCI Europe-ex EMU, MSCI Japan y MSCI World.
“Como inversor socialmente responsable, monitorizamos continuamente las dinámicas de la inversión ESG para asegurar que estamos bien posicionados para satisfacer las necesidades de nuestros clientes. Nuestro nuevo análisis indica que la inversión ESG continúa ofreciendo valor, pero está madurando, con tendencias divergentes entre geografías, estrategias de inversión y los tres factores E, S y G”, asegura Thierry Roncalli, director de Análisis Cuantitativo.
Si bien las inversiones ESG tendieron a penalizar a los inversores entre 2010 y 2013, a partir de 2014, estas los recompensaron, tanto pasivos como activos. Con relación a los últimos 18 meses, no obstante, Amundi destaca tres nuevas tendencias.
La división transatlántica
Tras ocho años de consistencia, el informe apunta a una contradicción entre las tendencias en renta variable ESG de la eurozona y Norteamérica. Mientras que en Norteamérica se aprecia un descenso de la generación de alfa en todas las dimensiones, incluidas pérdidas en el pilar medioambiental, en la zona euro las mismas dinámicas siguen vigentes. En esta zona, los pilares medioambiental y social obteniendo mayores rentabilidades, según los datos de Amundi.
Por ejemplo, la compra de acciones ESG best-in-class (o el 20% de las mejor calificadas) y la venta de las acciones ESG worst-in-class (o el 20% de las peor calificadas), supondría un rendimiento anualizado del 5,8% en la Eurozona, pero solo del 0,6% en Norteamérica.
Social: de lo último a lo primero
En el informe anterior, Amundi reflejaba que la integración del pilar social había quedado rezagada respecto a los factores medioambiental y de gobierno corporativo entre 2010 y 2017. Sin embargo, desde 2018, es el factor que mejor rendimiento está registrando. “Hemos encontrado que, cuando una cartera tomó una posición larga en el 20% de las acciones ESG mejor calificadas y corta en el 20% de las peor calificadas, esto contribuyó con un rendimiento anualizado del 2,9% en la eurozona y del 1,6% en Norteamérica”, subraya el informe.
Algo parecido ocurre en la gestión indexada optimizada, donde la ponderación de las compañías en el índice está optimizada para obtener el menor tracking error posible, que habría generado un exceso de rendimiento de alrededor de 60 y 40 puntos básicos en la zona euro y Norteamérica para un tracking error de 50 puntos básicos. Según el informe de la gestora, esto ayudó los inversores más sostenibles explorando las últimas tendencias en inversión ESG y despertó un mayor interés por los temas sociales.
“La complejidad y diversidad de la inversión responsable significa que los inversores deben ser ágiles y estar a dispuestos a responder a nuevos temas y catalizadores. Hemos descubierto que, en los últimos 10 años, la movilización y concienciación de los inversores ha propiciado que la consideración de los factores ESG haya pasado de ser algo ‘bueno’ que tener a ser ‘imprescindible’», añade Vincent Mortier, director adjunto de Inversiones del Grupo.
La inversión ESG: crece la complejidad
Sin embargo, el estudio demuestra que la inversión ESG va más allá de la exclusión de las acciones worst-in-class o la selección de aquellas best- in-class. “La creciente relación entre la clasificación ESG y la rentabilidad se ve afectada algunas veces por el comportamiento de las acciones second-to-worst-in-class”, aseguran desde Amundi. Este comportamiento anormal de estas acciones se debe, según la gestora, al desarrollo de estrategias a futuro, con inversores que apuestan por compañías en proceso de mejora en lugar de por aquellas mejor calificadas.
“La emergencia de las estrategias momentum ESG y el cambio hacia una visión dinámica de los ratings ESG suponen un desarrollo positivo”, afirma el informe. Esto refuerza la complejidad de la integración de estos factores y demuestra que los inversores sostenibles pueden entender mejor las cuestiones subyacentes, yendo más allá de una visión binaria de las compañías.