Gescooperativo, la sociedad de inversión colectiva del Grupo Caja Rural, ha analizado las ventajas que supone para los inversores optar por fondos que centran su estrategia en empresas y sectores sostenibles frente a otros activos tradicionales de inversión colectiva.
Esto coincide con el segundo aniversario de la entrada en vigor del reglamento SFDR (Reg. UE 2019/2088), que promueve la transparencia de la información en materia de sostenibilidad para los productos financieros.
Esta legislación establece que los gestores de activos tienen que clasificar cada uno de sus productos de inversión en uno de estos tres artículos: artículo 6, que incluye a aquellos productos sin objetivos de sostenibilidad; artículo 8, que encuadra a los que promueven iniciativas sociales y ambientales junto a los objetivos tradicionales; y artículo 9, que presentan abiertamente objetivos explícitos de sostenibilidad. Estos últimos son los productos de inversión más verdes y se plantean, entre otros propósitos, la reducción de las desigualdades, la reducción de las emisiones o la preservación de la biodiversidad.
La inversión con criterios sostenibles, y en concreto la que corresponde a los fondos encuadrados en los artículos 8 y 9 creció un 60% en España el año pasado, hasta alcanzar los 103.066 millones de euros. Desde marzo de 2021, cuando entró en vigor la normativa SFDR, han pasado de representar un 19,8% a suponer prácticamente el 34% de la inversión total en este tipo de activos.
Para Gescooperativo, una primera razón para que el inversor se decante por fondos sostenibles radica en que promueven soluciones a problemas reales. Es decir, el inversor está colocando su dinero en activos de empresas que alinean sus actividades con criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), que son además aquellos que en este momento están en el punto de mira de las políticas económicas de áreas de influencia tan importantes como la Unión Europea.
En relación con este aspecto, Gescooperativo destaca el papel de los fondos Next Generation, aprobados tras la crisis sanitaria y económica que provocó la pandemia, que además de ser una herramienta dirigida a facilitar la recuperación económica de los países comunitarios, persiguen también una profunda transformación del tejido productivo hacia la digitalización y la sostenibilidad.
Las empresas recibirán recursos económicos para promover este tipo de prácticas, lo que convierte a la inversión con criterios sostenibles en una megatendencia. Y, desde el punto de vista de la lógica inversora, situarse en estas dinámicas antes de que ocurran, constituye siempre una oportunidad para el inversor.
La segunda ventaja reside en la gestión del riesgo. A diferencia de una gestión tradicional basada en análisis financieros y sectoriales, en el caso de las inversiones sostenibles son los medios de comunicación quienes mantienen su foco puesto sobre las empresas incumplidoras, cuyas actividades impactan negativamente en el medio ambiente y los derechos humanos. Este aspecto constituye una garantía adicional para los inversores, en tanto que la publicación de una información adversa terminará penalizando a la empresa. Desde la sociedad gestora aseguran que “el inversor puede evitar invertir en ella por razones de mala praxis y, a la postre, evitarse disgustos”.
Además, en relación con el horizonte temporal de la inversión que sería deseable cuando hablamos de fondos sostenibles, Gescooperativo cree que se puede adecuar, teniendo en cuenta que la oferta es muy amplia. Sin embargo, ven como hoja de ruta interesante el plantearse la inversión con el horizonte temporal de la agenda 2030. Quizás sea un periodo más largo que el que se plantea para otros fondos de renta variable, pero creen que puede ser un plazo que tenga sentido.
Por último, en cuanto a la rentabilidad que obtienen estos fondos, Gescooperativo asegura que se ha terminado con el mito de plantear la cuestión como una dicotomía entre sostenibilidad o rentabilidad. Y es que las dos tipologías de fondos están a la par en este aspecto, si bien una buena gestión puede hacer que estos fondos superen en rentabilidad a los tradicionales.
Según la entidad, las compañías consideradas sostenibles parten con un pequeño punto de ventaja, dado que se está produciendo la transición hacia este tipo de inversiones y la tendencia apunta a que irá a más.