En plena pandemia y en un contexto de descenso generalizado del apetito inversor chino en Europa, la inversión china en España aumentó en 2020 hasta los 370 millones de dólares, lo que supone un incremento del 362% comparado con los modestos 80 millones de dólares de inversión en 2019, según se desprende del estudio publicado por el despacho de abogados Baker McKenzie.
Los datos referentes a la inversión de las compañías chinas en España durante 2020 vienen impulsados principalmente por la toma de una participación por parte de la compañía China Railway en Aldesa, valorada en 277 millones de dólares.
La reintroducción de los controles de inversión exterior en China, el importante aumento del escrutinio regulatorio en muchas partes del mundo, las tensiones geopolíticas y la pandemia de COVID-19 han creado un contexto desfavorable para la actividad inversora de este país en el exterior en los últimos años. No obstante, la mejora de las condiciones, tanto políticas como macroeconómicas, parece indicar un cambio en la tendencia descendente. De manera particular, en Europa, tras el acuerdo de inversiones UE-China, se prevé un cierto repunte en la actividad inversora originaria del gigante asiático.
Siguiendo esta línea, Maite Díez, socia de M&A de Baker McKenzie, señala que «es importante mencionar el reciente acuerdo de inversiones entre la UE y China, que, pese a que no limitará el escrutinio regulatorio de carácter defensivo frente a ciertas inversiones en determinados sectores, envía un claro mensaje de bienvenida a las inversiones chinas en Europa, al mismo tiempo que otorga más garantías a las empresas europeas que invierten en China para competir en igualdad de condiciones con las empresas locales. Esto posiblemente hará que aumente el apetito inversor y facilitará que veamos una recuperación de la actividad«.
La actividad de fusiones y adquisiciones de China hacia el exterior en 2020 totalizó 29.000 millones de dólares, un 45% menos que los 53.000 millones de dólares alcanzados en 2019, siendo la cifra más baja desde 2008. Por regiones, solo las adquisiciones chinas en América Latina durante 2020 mantuvieron el ritmo comparando con los datos del año anterior. Los acuerdos alcanzados en una serie de adquisiciones en el sector energético y utilities en Brasil, Chile y Perú mantuvieron los datos prácticamente al mismo nivel que el curso pasado. Todas las demás regiones del mundo vieron disminuciones del ritmo inversor chino.
Norteamérica y Europa atrajeron de manera combinada un total de 15.200 millones de dólares en inversiones provenientes de China. Desglosando estos datos, podemos ver que la inversión norteamericana superó la inversión en Europa por primera vez en cinco años, impulsada por varias transacciones, como las llevadas a cabo por Tencent en Universal Music y Harbin Pharmaceuticals en GNC, que computaron varios miles de millones de dólares. Por su lado, la actividad inversora china en Europa ha estado más fragmentada, consistiendo en transacciones más pequeñas distribuidas en distintos países y sectores.
Los principales países receptores de inversión china en Europa en 2019 fueron Alemania (2.000 millones de dólares), Francia (1.000 millones de dólares), Polonia (780 millones de dólares), Suecia (719 millones de dólares) y Reino Unido (427 millones de dólares). En cuanto a las principales operaciones por tamaño, en 2020 destacan la adquisición tanto en Polonia como en otros países de Europa central de una red de almacenes logísticos por 1.100 millones realizada por GLP, la inversión de Huazhu Group en los hoteles alemanes Steigenberger por 780 millones de dólares, la transacción llevada a cabo por Universal Scientific Industrial en la compañía francesa Asteelflash valorada en 422 millones de dólares, o la inversión de Evergrande en la sueca National Electric Vehicle por 380 millones de dólares.
Los expertos de Baker McKenzie señalan que las perspectivas para 2021 son positivas, teniendo en cuenta factores como el cambio a la administración Biden en EE.UU. o el acuerdo sobre inversiones alcanzado a finales de 2020 entre la UE y China. Asimismo, el informe destaca otros posibles elementos que puedan facilitar la tendencia, como el aumento del superávit por cuenta corriente de China en 2020, o la recuperación de las exportaciones chinas frente a las de otras naciones afectadas por la pandemia de coronavirus. Esto ha ejercido una cierta presión sobre el yuan, creando una oportunidad para que China permita más salidas de capital hacia el exterior.
Como concluye Maite Díez, «es factible que 2021 sea un año positivo para la actividad inversora china hacia el exterior, especialmente si tomamos en consideración los datos macroeconómicos chinos, que señalan al gigante asiático como uno de los países que mejor resistirán las consecuencias económicas de la pandemia, junto a la mayor claridad regulatoria facilitada por el acuerdo de inversiones entre la UE y China y a la disminución notable de la tensión geopolítica con la próxima administración Biden en EE.UU.»