La inteligencia artificial (IA) es la próxima gran fuerza transformadora en la evolución de la tecnología. Su concepto lleva fraguándose desde hace mucho tiempo y buena parte de la emoción que suscita actualmente tiene que ver con los avances logrados en el aprendizaje profundo, que aborda muchos problemas complejos que el aprendizaje automático no es capaz de atajar.
“La capacidad de crear redes neurales autodidactas que repliquen nuestros cerebros con millones de nodos, mediante los cuales poder aplicar ingentes cantidades de datos para poblar esa red, nos permite abordar problemas mucho más complicados que en el pasado; esa cualidad es lo que suscita en la gente tanta emoción ahora”, explica Richard Clode, portfolio manager de Janus Henderson.
Con estas redes neurales podemos mantener una conversación con una máquina, terminar un dibujo que un artista ha dejado incompleto, entender lo que ese artista trataba de expresar en su pintura y luego terminarla. Más importante aún, estas redes pueden hacer algunas intervenciones que realmente transformen la vida, como identificar un tumor cancerígeno por rayos X que un médico podría haber pasado por alto. Esa inflexión de la tecnología y la velocidad con que se desarrolla es lo que crea enormes oportunidades en el campo de la IA.
Pero desde Janus Henderson insisten, que desde el punto de la inversión, la inteligencia artificial no es un nicho. La razón es que el equipo de tecnología global de Janus Henderson Investors estima que brinda oportunidades de mucho más alcance que las ofrecidas por otros temas, como la robótica.
“En nuestra opinión, representa el próximo cambio de paradigma en la ciencia informática, y con la previsión de que será utilizada en cientos de miles de millones de dispositivos, pensamos que va a ser mucho más disruptivo que el smartphone o el PC que lo precedieron, con consecuencias de mucho mayor calado”, afirma Clode.
Para Janus Henderson, en esencia, prácticamente todos los sectores y empleos se verán afectados por la IA. Su omnipresencia y el modo en que lo cambiará todo tendrá importantes repercusiones, ya que supondrá la pérdida de muchos puestos de trabajo y la automatización de muchas tareas incluso triviales, así como trabajos de “oficina” durante las próximas décadas.
Además, sus avances se implantará más rápido de lo que se cree. “Tardamos 60 años en tener todos un teléfono fijo, pero solo una década en entrar en Facebook y creemos que la IA se implantará a un ritmo incluso más rápido. Por eso es tan importante la intersección de la IA con lo que ocurre en la nube, porque compañías como Amazon Web Services (AWS) permiten a las empresas adoptar la IA sin tener que contratar a costosos científicos expertos en este campo ni gastar cientos de millones de dólares en la tecnología más puntera”, cuenta.
La AI en el transporte
Otra de las industrias que ya se está viendo afectada es la del transporte. Por ejemplo, el número de adolescentes estadounidenses que posee el permiso de conducir se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años, al descender al 35%. Los millennials no quieren conducir y no quieren tener un coche propio.
En Singapur, ya existen robotaxis con licencia en la carretera. En California la flota automatizada de Google viajó 636.000 millas en autopistas públicas, con solo 0,2 intervenciones humanas por 1.000 millas. Esto está ocurriendo al día de hoy y, por tanto, parece cuestión de cuándo sucederá, no de si sucederá o no.
Ahora bien, dice Clode, si pensamos más allá de la tecnología vemos las consecuencia que tiene la irrupción de la IA. “Pensemos, por caso, en las compañías de automóviles, y sus cadenas de suministro, las petroleras, los complejos de energía o las compañías de seguros. Algunas de estas empresas simplemente dejarán de existir en este escenario”, apunta.
“Aunque la irrupción de la IA producirá muchos trastornos que crearán riesgos e incertidumbres, también permitirá que la tecnología gane más terreno en la economía mundial. Verlo como un tema de inversión es una forma de sacar provecho de esto”, concluye.