El dato de IPC en España para junio ha superado todas las expectativas, situándose por encima del 10% y en niveles no vistos en casi cuatro décadas. Los expertos califican ese 10,2% de “impactante” y consideran que ejerce más presión sobre el Banco Central Europeo, ya decidido a subir tipos en su reunión de julio, pero que también tiene que afrontar el riesgo de fragmentación de los mercados de deuda en el continente.
En concreto, el IPC se aceleró en junio hasta el 10,2% interanual según el dato preliminar. Supera así el 8,7% de mayo y el máximo del 9,8% que había alcanzado en marzo. Se trata de la tasa más alta desde abril de 1985. También se ha acelerado el índice subyacente, en este caso hasta el 5,5% desde el 4,9% de mayo y sería el máximo incremento desde agosto de 1993. La aceleración proviene según el INE de los alimentos y bebidas no alcohólicas y, en menor medida, de hoteles, cafés y restaurantes.
“La esperada desaceleración se pospone una vez más a pesar de que parece que la presión de los precios de la electricidad se ha empezado a moderar”, analiza Santiago Martínez Morando, jefe de Análisis Económico y Financiero de Ibercaja. “Queda por ver hasta dónde llegarán los precios de los alimentos cuando los de las materias primas agrícolas y ganaderas se ha comenzado a reducir», advierte el experto.
De “impactante” tilda los datos Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad de la Abogacía. “Los datos de inflación en España se sitúan en la tasa más alta de los últimos 37 años. Nos encontramos con un IPC general en el 10,2% y una tasa subyacente en el 5,5%. Teniendo en cuenta que la subyacente estaba en el entorno del 2% a principios de año, vemos el gran impacto que está teniendo el alza de precios en España”, comenta Javier Molina, portavoz en España de la plataforma de inversión en multiactivos eToro.
El impacto en el consumo
Y ello tendrá un fuerte impacto en el consumo. “El incremento de las gasolinas y alimentos está llevando principalmente a ese incremento de precios tan elevado y, entrando en la época de julio y agosto, cuando el consumo se sigue aún disparando, pensamos que estos datos tan altos podrían continuar. Aunque tendremos el dato confirmado el 13 de julio, vemos que aún no se había tocado techo en esta tendencia al alza», añade Molina. «Consideramos que estos precios disparados acabarán impactando en el consumo, aunque la época veraniega puede posponer este efecto. Lo que sí está claro es que la última parte del año va a traer una importante contracción desde el punto de vista del consumo”.
“La inflación continúa afectando al consumo. En el mes de mayo, las ventas minoristas permanecieron estancadas en términos reales y son todavía son un 3,6% inferiores a las de febrero de 2020”, añaden también en Ibercaja.
Más presión para subir tipos en el BCE… y en los mercados
El dato ejerce más presión a la autoridad monetaria europea para subir los tipos con fuerza… y supone más dificultades para controlar una fragmentación del mercado de deuda en Europa. “En espera de los datos que se publiquen a finales de semana en la eurozona, vemos más presión realmente para subida de tipos en el Banco Central Europeo. Tal vez, en lugar del 0,25% anunciado, el mercado empezaría a descontar que sea el 0,50%”, comenta Del Pozo. También en Monex Europe hablan de que el dato «alimenta las especulaciones de una subida de 50 puntos básicos por parte del BCE».
“Además, vemos más presión para el mecanismo de fragmentación de deuda en Europa que, en principio, se realizaría mediante compra de activos y, en la medida en la que esta compra de activos supone un incremento de la base monetaria y, por lo tanto, nuevas presiones inflacionistas, queda un poco más en entredicho cómo se puede articular este mecanismo para evitar que haya problemas con la deuda europea en este contexto de elevadísima inflación”, añade.
Coinciden en su análisis desde ING: «El dato de inflación de junio hace más probable que el BCE tenga que subir más de lo previsto en julio y septiembre. Ahora mismo la expectativa del mercado es una subida de 25 puntos básicos en julio y otra en septiembre, con la posibilidad de que esta última pudiera alcanzar los 50 puntos básicos. Si los datos de inflación en otros países europeos en las próximas horas también fueran superiores a lo esperado—Alemania publica esta tarde con unas expectativas de subida del 8% interanual—el BCE podría considerar una subida fuerte en la reunión de julio», comenta Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión en ING.
«Dos miembros del consejo de gobierno del BCE, los representantes de estados bálticos donde la inflación ronda el 20%, ya han apuntado esa posibilidad. La presidenta Lagarde habla en público dos veces hoy, pero sería muy prematuro hacer cualquier sugerencia de cambios en los planes de subida sin conocer los datos de Alemania y Francia, que se publican mañana por la mañana», matiza el experto.
En este contexto de mayor inflación, Ion Zulueta, director de Análisis en iCapital, ofrece algunos consejos para invertir: «Asistiremos a un régimen de volatilidad mayor, por lo que puede resultar interesante incluir en carteras estrategias de arbitraje de volatilidad, sobreponderar fondos de gestores con una política de inversión flexible y tercero, hacer un uso oportunista de opciones», dice. En entornos de inflación alta la correlación entre bonos y renta variable puede volverse positiva, dice, con lo que «hay que hacer un esfuerzo por buscar activos diversificadores complementarios a los bonos», como la inversión en una estrategia alternativa llamada CTA o “Trend Following” (seguidores de tendencias). Sobreponderar activos reales como materias primas, activos inmobiliarios e infraestructuras, invertir en bolsa con gestores que inviertan en compañías con poder de fijación de precios y con descuento (value frente a growth), sobreponderar activos que ofrezcan un potencial de rentabilidad por encima de la inflación o incrementar el peso de la gestión activa frente a la pasiva para buscar alfa son algunos de sus consejos.
¿Coyuntural o estructural?
Los expertos están divididos sobre si la subida de precios es estructural o coyuntural. Del Pozo habla de problemas más estructurales de la formación de precios en España. “Lo que esto nos muestra es que, más allá de estos problemas, un poco más coyunturales, de energía y alimentación, existen también problemas que se están haciendo más estructurales dentro de la formación de precios en España, problemas de segunda ronda que tienen que ver, fundamentalmente, con el ciclo de salarios y formación de precios”.
Martínez Morando, sin embargo, prevé una desaceleración, y lo ve como algo más coyuntural: “El shock de precios está durando más de lo previsto pero sigue motivado por factores coyunturales como el encarecimiento de las materias primas derivado de la escasez de oferta y agravado por la guerra de Ucrania, además de por unas políticas fiscales y monetarias muy expansivas durante la pandemia que sólo han comenzado a endurecerse muy recientemente. Esto quiere decir que no se trata de un cambio estructural respecto al ciclo anterior, cuando estábamos preocupados por la deflación, y que el escenario más probable es que se produzca una desaceleración del IPC en los próximos meses, que ya sería apreciable a final de año y ganaría intensidad en 2023″, dice. Los riesgos son, en cualquier caso, elevados, dicen en Ibercaja. “Los precios de las materias primas siguen dependiendo en buena medida de lo que suceda en la guerra de Ucrania, y esto puede provocar que el shock inflacionista se prolongue”.
Una nota positiva da Jakob Suwalski, analista de Scope Ratings: “España se enfrenta a un fuerte aumento de la inflación, a la ralentización del crecimiento y a la incertidumbre económica provocada por la guerra en Ucrania. Sin embargo, el sólido crecimiento económico post-pandémico y el fuerte apoyo institucional europeo apuntalan las perspectivas de las finanzas públicas. La recuperación de la economía sigue en marcha a medio plazo, con una previsión de crecimiento del PIB del 4,6% en 2022 y del 3,3% en 2023”, explica.
En la entidad confirmaron recientemente la calificación de España en A- con perspectiva estable. “Esta calificación refleja, entre otros factores, la condición de España como miembro de la zona euro, que le permite beneficiarse del apoyo fiscal y monetario institucional europeo. España también tiene una economía grande y diversificada, impulsada por actividades de alto valor añadido”. En negativo, a pesar de las fortalezas crediticias, destaca la elevada relación entre la deuda y el PIB de España, al tiempo que persisten los retos del elevado desempleo estructural, el rápido envejecimiento de la población y la disminución del número de personas en edad de trabajar.