El Día Mundial de los Océanos se celebra hoy, 8 de junio, en un momento delicado debido al constante aumento de la temperatura de las aguas marinas. Algunas gestoras aprovechan la ocasión para recordar que se puede estar comprometido con reducir riesgos para las empresas y para los océanos.
Así lo cree Paul Buchwitz, porfolio manager de DWS. El experto admite que la salud de los océanos debería ser de interés para todos nosotros “no sólo por razones ecológicas, sino también por razones económicas». Puntualiza que en 2030 se espera que la economía azul crezca más rápido que la economía general y que duplique su contribución a la creación de valor global para entonces, en comparación con 2010. Pero Buchwitz, citando datos de WWF, afirma que podrían producirse pérdidas de valor de más de 8,4 billones de dólares en los próximos 15 años por la contaminación, la sobrepesca y el avance del cambio climático, que “ejercen una presión considerable sobre el ecosistema marino en todo el mundo”.
Según el experto, un paso importante para reducir estos riesgos a largo plazo es transformar la economía azul en una economía azul sostenible. En este sentido, los inversores tienen un papel importante que desempeñar. «No solo es importante promover empresas cuyos modelos de negocio y productos ya tengan un impacto positivo en los océanos, sino también trabajar con aquellas empresas que aún necesitan mejorar su impacto en los mares», afirma.
Por tanto, DWS se centra en este compromiso con el apoyo de su socio WWF Alemania. Detrás de este término se encuentra una colaboración intensiva con empresas en áreas donde existen riesgos asociados al océano y se pueden identificar oportunidades de mejora. «Primero debemos entender cómo las empresas afectan la salud de los océanos y dónde radican sus riesgos relacionados con el mismo, para poder iniciar juntos los pasos para la transformación», explica Buchwitz. Dado que existe una falta de datos públicos, especialmente en lo que respecta a los riesgos relacionados con el océano, DWS se basa en el trabajo manual: «Enviamos cuestionarios a las empresas, los evaluamos y, según los resultados, iniciamos compromisos. Actualmente, estamos en estrecho diálogo con empresas en los sectores de cruceros, transporte marítimo y acuicultura», dice Buchwitz.
El gestor explica que en el sector de la acuicultura, «analizamos si se garantiza la trazabilidad completa de los productos del mar en la cadena de suministro, por ejemplo, de acuerdo con las directrices del UNEP-FI. Pero también, qué estrategia están siguiendo las empresas en relación al avance del cambio climático».
Los hitos concebibles de un proceso de compromiso podrían ser, por ejemplo, el cambio a jaulas de peces a prueba de escapes; la sustitución de generadores diésel que causan daño climático por fuentes de energía renovable, o el reemplazo de harina de pescado procedente de capturas en la naturaleza por piensos sostenibles como proteínas de insectos o microalgas. Especialmente, en sectores importantes de la economía azul, como la acuicultura -que puede tener impactos negativos significativos en la salud del océano, sobre todo en términos de uso de pesticidas y antibióticos-, la transformación es enormemente importante, afirma el gestor.
Las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sugieren que la producción pesquera y acuícola podría aumentar a 202 millones de toneladas métricas para 2030, lo que representa un aumento del 14% con respecto a 2020, siendo la acuicultura responsable de la mayor parte de este aumento.
«Pero solo si la acuicultura se practica de manera sostenible, puede contribuir de manera importante a ecosistemas marinos saludables y eficientes, ofreciendo no sólo oportunidades de crecimiento atractivas para las empresas, sino también empleo y seguridad alimentaria para millones de personas a largo plazo», explica Buchwitz.
Reconocer el valor intrínseco de los océanos
Daniel Bowie-MacDonald, senior investment specialist de abrdn, también muestra su preocupación por el deterioro de los océanos. Es uno de los expertos de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, cuyo propósito es mejorar los conocimientos sobre los océanos colaborando con gobiernos, responsables políticos e inversores para ayudar a comprender la influencia y los retos a los que se enfrentan estos ecosistemas marinos.
Para empezar, Bowie-MacDonald señala que los océanos aportan beneficios económicos “casi infinitos”, en tanto que la pesca y la acuicultura proporcionan una fuente esencial de alimentos y empleo a millones de personas. Además, las industrias de la navegación y el transporte marítimo son esenciales para el comercio internacional. Estas industrias se apoyan en los puertos y otras infraestructuras marinas.
Sin olvidar que estos ecosistemas atraen turistas, el valor que aportan los océanos reside también en su potencial como fuente de energía y en la contribución que los océanos y la vida marina pueden realizar a la industria farmacéutica y la biotecnología. El Fondo Mundial para la Naturaleza ha estimado el capital natural de los océanos en 24 billones de dólares y, antes del Covid 19, calculó que la economía azul tenía un valor anual de 2,5 billones de dólares, una cifra similar al PIB de una economía del G7.
Por lo tanto, Bowie-MacDonald considera importante “reconocer el valor intrínseco de los océanos, junto con el valor económico que aportan, para garantizar que el bienestar de los océanos se conserve para las generaciones presentes y futuras”.
El experto da pistas sobre cómo se pueden afrontar las amenazas de los océanos. En este sentido, admite que “se avanza mejor cuando se dispone de los datos y los incentivos adecuados”, debido a que “pueden motivar a particulares, empresas e incluso comunidades locales a adoptar prácticas más sostenibles o a invertir en innovación”.
Así, la abrdn’s Charitable Foundation se ha asociado con la UNESCO para financiar proyectos medioambientales en todo el mundo. Uno de ellos, con sede en la isla griega de Creta, está adoptando un enfoque científico para recopilar datos sobre los desechos marinos. El Mediterráneo es uno de los mares más afectados del mundo, en el que se vierten cada día 730 toneladas de residuos plásticos; el 60% son plásticos de un solo uso, procedentes sobre todo de residentes costeros y del turismo. Trabajando con científicos para obtener datos e implicar a la comunidad local, se puede adoptar un enfoque basado en pruebas y elaborar políticas para gestionar mejor los residuos marinos e incluso prevenirlos.
Asimismo, Bowie-MacDonald aboga por aprovechar el poder de la motivación humana y el interés económico para seguir impulsando el progreso. Las tecnologías de energías renovables se están adoptando actualmente en todo el mundo, gracias a los numerosos incentivos gubernamentales: estos motores son necesarios para mejorar la salud de los océanos.
Por otro lado, ve crucial ampliar los conocimientos o la «alfabetización oceánica». Según la OCDE, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (La vida bajo el agua) solo representó el 0,01% de toda la financiación para el desarrollo hasta 2019.