La guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue siendo una de las principales preocupaciones de los inversores y analistas. Ayer mismo la situación se endurecía después de que Donald Trump redoblara la presión sobre China con nuevos aranceles sobre una lista de más de 6.000 productos chicos sujetos a un graven del 10% a partir de septiembre.
Esta decisión, que tendría un valor aproximado de 200.000 millones de dólares, no ha sentado nada bien el gigante chino que ha considerado “totalmente inaceptable” y ha anunciado que “tomará contramedidas necesarias”. «La actitud de EEUU daña a China, al mundo y a ellos mismos. Esta conducta irracional no puede ganar apoyos», afirmó un portavoz del Ministerio chino de Comercio en un comunicado.
Un nuevo paso hacia la guerra comercial, pero también un paso hacia atrás para el crecimiento económico. “El comercio mundial ha ido mejorando lentamente entre 2014 y 2016. Una guerra comercial es un viento de cola que la economía global no necesita, más ahora que se observan algunas señalas de desaceleración económica en Europa, Inglaterra, Japón y China. La incertidumbre de una guerra comercial continuará creando volatilidad en los mercados de capitales. Además, Trump podría volverse más combativo de cara a las elecciones de mitad de su mandato”, explica Dave Lafferty, jefe estratega de mercados de Natixis Investment Managers.
Para algunas gestora, el riesgo ya no está solo en la volatilidad o en el impacto que pueda tener, sino en cómo están preparados los países para evaluar y soportar este impacto. Esa es la reflexión que hace Maya Bhandari, gestora de multiactivo de Columbia Threadneedle: “El inicio de una posible guerra comercial entre China y Estados Unidos es profundamente preocupante, en parte porque todos estamos mal equipados para evaluar el verdadero impacto. Si bien el impacto del PIB puede ser modesto, la investigación callejera converge en torno a un 0,5% del crecimiento global real a partir de un conflicto de intensidad media, – los posibles impactos distributivos podrían ser significativos, abriendo brecha entre ganadores y perdedores. Los retornos a las economías de escala de las cadenas de suministro globalmente integradas podrían evaporarse, por ejemplo. Hasta ahora, los movimientos entre la renta variable y la renta fija han sido ampliamente proporcionales, ya que los precios tienen alguna prima de riesgo ante una escalada de la guerra comercial. El problema es que no tenemos un juego de herramientas adecuado para enmarcar cuál es la prima adecuada”.
Desde Schroders señalan que un escalada de la guerra comercial implicaría reducir sus previsiones de crecimiento e incrementar las de inflación. Los mercados tendrían que lidiar con un dólar más fuerte y un entorno de mayor estanflación. “El incentivo para mantener una política acomodaticia fuera de Estados Unidos se ha visto reforzado ante la amenaza de Trump de intensificar la guerra comercial. China también relajó su política y el yuan se depreció”, destacan desde Schroders.
Como respuesta a la depreciación del yuan, el Banco Popular de China intervinó para apoyar la divisa. “La intervención del Banco Popular de China muestra que China quiere evitar la imagen de que su moneda se esté preciando como herramienta para armarse ante una posible guerra comercial. El gobierno ha trata de mostrar su mejor cara y el ministro de Finanzas de China ha tratado de tranquilizar a los mercados diciendo que China definitivamente no disparará el primer disparo en el conflicto comercial con los Estados Unidos”, apunta Bart Hordijk, analista de Monex Europe.
Impacto de una guerra comercial
Para los analistas de DWS la probabilidad de una guerra comercial ha aumentado y Trump ha pasado de un “ruido de sables” a “una escalada de aranceles entre Estados Unidos y China”. Ahora bien, ¿quién tiene más que perder si las cosas se complican?
Según explica la gestora, hablando en términos de exportaciones, México y Canadá serían los países más afectados. “Contrariamente a lo que parece pensar la administración Trump, el comercio no es un juego de suma cero. Cuando una nación sufre pérdidas a causa de las escaramuzas comerciales, también lo hacen sus vecinos. En el caso de Norteamérica, eso afecta a Estados Unidos. Al tratar de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y socavar el orden comercial mundial basado en reglas, el gobierno de Trump genera mucha incertidumbre. Si sigue adelante, América del Norte en su conjunto podría convertirse en el mayor perdedor, especialmente si el resto del mundo sigue defendiendo las reglas comerciales que Estados Unidos defendió durante mucho tiempo”.
En opinión de Nitesh Shah, analista de WisdomTree, pese a que el riesgo de una guerra comercial ha aumento, es poco probable que los países se enzarcen con Estados Unidos y menos se dejen arrastrar por la ruta proteccionista emprendida por Trump. “Si bien el comercio mundial podría verse dañado, es probable que el impacto en el crecimiento económico global sea pequeño. Por lo tanto, es poco probable que la demanda global agregada de productos básicos disminuya debido a las políticas proteccionistas de los Estados Unidos. Por el contrario, es probable que las cadenas de suministro se vean gravemente alteradas y es probable que los precios de los productos básicos aumenten como resultado de su creciente escasez en los mercados de destino”, concluye Shah.