Las consecuencias de la pandemia de COVID han traído novedades de todo tipo, entre ellas, una gran capacidad de internalización de las pequeñas y medianas compañías cotizadas. Iván Díez y Francisco Rodríguez d’Achille, socios y directores de Lonvia Capital, observan alguna iniciativa de relocalización (o desglobalización), con algunos sectores más afectados que otros. Sin embargo, se trata de un fenómeno «más bien de carácter político que rara vez se ha materializado a nivel operativo de las compañías». Varias regiones del mundo han anunciado planes de incentivos para iniciar este movimiento de desglobalización, siendo los más visibles, por ejemplo, la Ley de Chips de la Unión Europea en nuestro continente o la Ley de Chips y Ciencia en EE.UU.
«En este sentido, el sector más expuesto es el tecnológico y, en particular, el de semiconductores. La razón radica, en primer lugar, en la omnipresencia y relevancia de la electrónica, así como en los problemas de desabastecimiento que afectaron al sector durante el COVID y que pusieron de manifiesto la importancia de mantener operativa la cadena de valor de los semiconductores. De manera adicional, la constatación de que la necesidad de componentes seguirá creciendo y la propia complejidad técnica del sector, que requiere la creación de un ecosistema productivo; serían otras de las causas que justificarían la exposición del sector», explican los expertos.
Resaltan compañías como Soitec, que se está convirtiendo en actor clave en la producción de carburo de silicio. Estos jugadores, que se posicionan como «vendedores de pico y pala» en la cadena de valor, tienen habilidades y tecnologías únicas, compiten con un número muy pequeño de jugadores en el mundo y, por lo tanto, no sufren la desglobalización. En cuanto a los vehículos eléctricos, destacan algunas compañías suecas que están activas en la producción de estaciones de carga. Asimismo, destacan la inversión en eficiencia energética con compañías de perfiles similares como Carel Industries; y por el lado de la infraestructura, el mejor ejemplo sería Ashtead.
«Finalmente, también podemos mencionar que, en el sector de la salud, las innovaciones en tecnologías médicas no sufren el fenómeno de la desglobalización ya que el sector es generalmente inmune a los favores basados en el origen geográfico de las innovaciones», puntualizan.
En la industria, la reubicación también se traduce en una necesidad de automatización. Los gobiernos así lo consideran y, por lo tanto, los planes de recuperación se centran en la modernización y digitalización de la industria local. Una vez más, resaltan HMS Network o Hexagon, a la vanguardia de estas necesidades.