Desde 2014 el mercado de los llamados Green bonds ha evolucionado consistentemente hasta alcanzar los 250.000 millones de euros. Y durante el año pasado este mercado mantuvo el fuerte ritmo registrando solo hasta septiembre emisiones por valor de 68.000 millones de euros, según la organización sin ánimo de lucro Climate Bonds Initiative.
Los bonos verdes son instrumentos utilizados para financiar proyectos beneficiosos para el medio ambiente. Por lo demás, son idénticos a la deuda no garantizada. Al mirar este mercado, lo que si hay que tener claro, explica Bram Bos, senior portfolio manager de Green Bonds de NN Investment Partners, es que la etiqueta «verde» de un bono depende del tipo de proyectos que financia, no de las credenciales verdes del emisor.
“Hay varias razones para la fuerte demanda de bonos verdes por parte de los inversores. En primer lugar, los emisores de este tipo de bonos cumplen voluntariamente con los requisitos de una mayor transparencia. La mayoría de los bonos verdes recibe una opinión independiente de una segunda parte, que ayuda a los inversores a comprender mejor cómo asignaría el emisor los ingresos”, explica Bos.
El gestor de NN IP también cita el demostrado compromiso de los equipos financieros con la sostenibilidad para mitigar los riesgos relacionados con el clima en un momento en que es probable que la transición a una economía neutra en carbono tenga un impacto en los sectores privados.
“Los emisores que adoptan medidas para enfrentar los riesgos relacionados con el clima podrían tener una ventaja, porque el riesgo de que una empresa tenga muchos activos abandonados (por ejemplo, una planta de carbón o reservas de petróleo) en su balance es menor”, dice Bos.
Demanda y volatilidad
La estrategia Euro Green Bond de NN IP, co-gestionada por Bos y Alfred Meinema, define su universo de búsqueda usando los bonos incluidos en el Bloomberg MSCI Global Green Bond Index.
“En nuestra opinión, este es el índice de bonos verdes más serio y más utilizado, porque MSCI realiza un análisis en profundidad de los bonos verdes antes de incluirlos en el índice. Nuestro principal hallazgo ha sido que, de media y con el tiempo, el rendimiento de los bonos verdes es 1.1 puntos básicos más bajo que el rendimiento de bonos no verdes”, apunta Bos.
El equipo de la gestora cree que hay dos factores que podrían explicar esta diferencia. Uno es un posible desajuste entre la oferta y la demanda. La diferencia en los rendimientos puede ser el resultado del creciente interés de los inversores y un número limitado de problemas ecológicos. El crecimiento del mercado de bonos verdes aumenta las opciones de los inversores y podría explicar por qué los bonos verdes se han vuelto menos costosos en el tiempo en comparación con la curva de su emisor.
Otra explicación es que en ciertas circunstancias del mercado, los bonos verdes pueden ser menos volátiles que sus pares. En períodos de aversión al riesgo, los bonos verdes tienden a ser más estables, debido a que más inversores compran y mantienen los bonos en sus carteras. La menor volatilidad del bono compensa al inversor por su menor rendimiento. El razonamiento aquí es que el inversor en bonos verdes tiene un horizonte a largo plazo y no opera activamente, por lo tanto, reduce la volatilidad del precio.
La estrategia Euro Green Bond invierte principalmente en una cartera de bonos verdes globales de alta calidad (con una calificación de AAA a BBB-) principalmente denominada en euros y puede invertir en bonos con mayor riesgo (con una calificación de calidad inferior a BBB-) en hasta el 10% de sus activos netos.
“Para determinar nuestro universo elegible, verificamos si los bonos seleccionados cumplen con los Principios de Bonos Verdes formulados por la Asociación Internacional de Mercado de Capitales. Además, los emisores se evalúan mediante un examen exclusivo. Se excluyen emisores con problemas serios y estructurales relacionados con controversias medioambientales”, concluyen los gestores.