Dicho y hecho. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) cumplió ayer las expectativas al anunciar una subida de 75 puntos básicos y dejar abierta la puerta a otra alza similar en septiembre. Según el análisis de los expertos, después de haber hecho ya cuatro subidas de tipos este año, la Fed afronta la parte más peligrosa y pedregosa de su pista de aterrizaje.
Según explica Eva Sun-Wai, gestora M&G Investments, la Fed tiene que seguir adelante y depender realmente de los datos. “Deberían mantener las opciones abiertas, ya que hay muchas fuentes de datos que vigilar, con algunos indicadores más retrasados que otros. Los mercados laborales de EE.UU. han contrarrestado todas las demás señales de debilitamiento de la economía señaladas por el presidente de la Fed, Powell, tras el anuncio”, apunta.
El FOMC se ha reafirmado en su misión de seguir atentamente los riesgos de inflación existentes y su compromiso con volver a situar la inflación en el objetivo del 2%. “La Fed señaló que la producción y el gasto se han debilitado, pero al mismo tiempo notó que el mercado laboral sigue fuerte. Esta es una combinación ideal para la institución, ya que su objetivo actual es desacelerar la demanda de bienes y servicios, pero idealmente sin causar recesión. Además, vemos que la Fed se volvió más dependiente de los datos, es decir, va a ir tomando las decisiones sobre los tipos de interés sobre la marcha. De esta forma, se espera que siga subiendo las tasas, pero saber a qué velocidad lo hará es todavía una pregunta abierta”, señala Priscila Robledo, experta en temas macroeconómicos a nivel LATAM y Economista en jefe de Fintual.
Para algunos expertos, reconocer este debilitamiento es el primer paso para asumir que vamos hacia una ralentización de la economía estadounidense y, a su vez, una señal de que puede frenar su ritmo de subida futuras. “La magnitud de las nuevas subidas dependerá en gran medida de los datos sobre la inflación a corto plazo, pero si se mantiene la trayectoria actual, cabe esperar que el FOMC reduzca el ritmo de las subidas a medida que avance el año. Además, el hecho de que la tasa de interés terminal no parezca haber cambiado pone de manifiesto que se está avanzando hacia el final del ciclo actual”, apunta Charles Diebel, director de Renta fija de Mediolanum International Funds Limited (MIFL).
En opinión de Scott Ruesterholz, gestor de carteras en Insight Investment (parte de BNY Mellon IM), a la hora de la verdad, si la Fed tiene que escoger entre inflación o recesión, escogerá recesión. “Aunque un aterrizaje suave sigue siendo posible, las probabilidades son cada vez menores y el entorno de inversión se complica por momentos. Durante los últimos 15 años, los mercados sabían que podían contar con el respaldo de la Fed, pero ahora ya no es así porque la autoridad monetaria está intentando activamente ralentizar el crecimiento, lo que podría debilitar la economía y hace que la selección de bonos cobre aún más importancia”, afirma Ruesterholz.
Para Salman Ahmed, responsable global de Macroeconomía y Asignación Estratégica de Activos de Fidelity International, ya se está gestando una importante desaceleración que comenzará a evidenciarse en las estadísticas durante las próximas semanas y meses. En su opinión, el ritmo de subida puede que tarde en relajarse ya que el mercado laboral no da señales de relajación y la Fed está centrando su atención en las estadísticas retrasadas, lo cual hacen que sea posible otra subida de 75 puntos básicos durante la próxima reunión.
Desde Lombard Odier consideran que dada la ralentización de la demanda, los menores indicios de sobrecalentamiento de los mercados laborales y la probable tendencia a la baja de la inflación durante el segundo semestre – ahora que la Fed se ha vuelto más o menos neutral-, esperan que tome medidas más cautelosas a medida que la política se vuelva restrictiva. “Cuando la Reserva Federal sube los tipos de interés en 75 puntos básicos y la reunión se considera bastante tranquila, se demuestra lo lejos que hemos llegado en este ciclo de endurecimiento todavía muy joven. Prevemos un aumento de 50 puntos básicos en septiembre, seguido de incrementos de 25 puntos básicos en las siguientes reuniones”, sostiene Bill Papadakis, estratega macroeconómico de Lombard Odier.
En este sentido, Morgane Delledonne, Head of Investment Strategy Europe de Global X, considera que “existe el riesgo de que la Fed dé una sorpresa dovish a medida que avanza el segundo semestre, en medio de una marcada desaceleración económica, un bajo nivel de confianza empresarial y una mayor diversidad en la presentación de resultados del segundo trimestre, así como una desaceleración mundial”.
Delledonne considera que es “probable que veamos un aterrizaje suave en EE.UU., mientras que Europa se enfrenta a vientos en contra más fuertes en el frente de la energía que apuntan a una recesión más aguda tal vez antes de fin de año”.
En opinión de Jack Janasiewicz, gestor de fondos y estratega de Natixis IM Solutions, el mercado está comenzando a valorar ese ligero giro dovish. “Sin reunión de la Fed prevista para agosto, hay muchos datos que digerir de aquí a la reunión de septiembre, suponiendo que Jackson Hole siga siendo tranquilo. La dependencia de los datos se da en ambos sentidos. Si los datos siguen siendo buenos, la Reserva Federal se reserva el derecho a subir. Si los datos se relajan, la Fed tiene la opción de retroceder. Un giro dovish dependerá de los datos”, argumenta.
Calibrar las subidas
Sin duda el debate y la clave para Fed está en calibrar las subidas de tipos. Para Sebastien Galy, responsable de estrategia macroeconómica de Nordea AM, “lo más probable es que la Reserva Federal siga yendo a la zaga de la inflación y que se produzca un mayor endurecimiento, ya que el mercado laboral está demasiado ajustado, especialmente con la probable baja inmigración legal e ilegal”. Según Galy, la dinámica que han usado algunos de los bancos centrales de los países emergentes para perseguir la inflación puede que no le sirva a la Fed.
“Corremos el riesgo de que la Fed endurezca su política con demasiada fuerza y demasiado rápido, lo que haría inevitable un aterrizaje forzoso. Durante los últimos días, los mercados han moderado el nivel de los tipos terminales en este ciclo hasta alrededor del 3,25%, con un perfil de mayor concentración inicial de las subidas. Estamos de acuerdo con este planteamiento actual, pero pensamos que a corto plazo la Fed podría volver a subir tipos llevada por los datos económicos (retrasados). A la vista de las presiones para reducir de forma apreciable la inflación a través de la política monetaria, las señales contradictorias hacen que la evolución a corto plazo de la política de la Fed siga siendo incierta”, añade, por su parte, Ahmed.
Christian Scherrmann, U.S. Economist en DWS, se muestra prudente y considera que habrá que esperar a septiembre para obtener una actualización importante sobre la evolución del pensamiento del FOMC. “En el Simposio de Jackson Hole -previsto para finales de agosto- podrían surgir posibles reajustes en la futura postura de la Fed. Sin embargo, a menos que se produzcan grandes y agradables sorpresas en los precios, esperamos que la Fed siga insistiendo en su estrategia de endurecimiento, aunque es probable que sus cambios de tipos en otoño sean de menor intensidad”, señala Scherrmann.
En el momento de actuar ante la inflación, las gestoras destacan que comienzan a percibirse diferencias entre los principales bancos centrales. Por ejemplo, según explica Hernán Cortés, socio fundador de Olea Gestión, “la Fed tiene un doble objetivo: controlar la inflación y favorecer el crecimiento del empleo, que viene a ser igual que facilitar el crecimiento económico. Y el BCE, sin embargo, solo tiene el mandato de controlar la inflación”.