Los inversores están acostumbrados a hablar de la inversión ESG en renta variable, pero ¿qué pasa con la renta fija? Según un estudio elaborado por Bank of America, cada vez más la inversión ESG está presente en la renta fija y, sobre todo, es una realidad que va más allá de los conocidos como bonos verdes. Así lo ha reflejado la entidad en su informe ESG in fixed income – taking credit, que analiza las implicaciones en este mercado.
El primer aspecto que recoge este informe es que las empresas están pensando más en la sostenibilidad para atraer a todos los interesados, desde los inversores, a emisores y firmas de rating, entre otros. Muestra de ello es que los informes de sostenibilidad aumentaron del 20% del S&P 500 en 2011 a 86% en 2018. Así, las industrias intensivas en carbono soportan la mayor presión. Estas compañías necesitan reformular sus modelos de negocio, estrategias de inversión y planes de financiación o enfrentar mayores problemas para captar dinero.
La tendencia hacia la inversión ESG es también parte de la reorientación del sector financiero, impulsada por la demanda de los inversores y los cambios en la política para incorporar los problemas de cambio climático y transición al carbono en el proceso de inversión.
Según los datos de Morningstar y Standard & Poor’s, los índices de bonos ESG han seguido de cerca las características de riesgo y rendimiento de los índices no ESG con características similares. Otros estudios indican que los emisores corporativos con calificaciones crediticias ESG más altas pueden superar a los emisores de menor puntaje de mismo índice en una recesión, pero su rentabilidad cae en momentos alcistas de los mercados.
Los bonos verdes han caído menos que sus homólogos Single A denominados en euros en 2020. Desde comienzos el año hasta el 24 de abril, el índice de bonos verdes bajó el -0.08% en comparación con el -3.3% para Single As y -4.9% para vencimientos de 5-10 años en euros. Aún más sorprendente es el rendimiento a más largo plazo: desde el 1 de enero de 2017 los bonos verdes ha dado una ganancia del 11.0% en comparación con el 3.0% para Euro Single As y el 5.7% para las empresas Euro 5-10 años.
“Invertir en ESG en renta fija es clave para el futuro, ya que ayuda a evitar emisores que son vulnerables a las rebajas de calificación y al riesgo de refinanciación, lo que lleva a mejores retornos”, apunta el documento en sus conclusiones.
Bonos verdes
Los bonos verdes y otros bonos etiquetados vieron una emisión estimada de 323.000 millones en 2019, según datos de la Iniciativa de Bonos Climáticos. Alrededor del 80% de la emisión de bonos verdes es alta calificación de grado, aunque se espera que la emisión de corporaciones de grado de subinversión crezca. Europa ha superado a los EE.UU. en la emisión y la demanda. Por su parte, los bonos sociales recaudan fondos para proyectos vinculados a resultados sociales positivos.
Casi la mitad de los bonos verdes provienen de emisores domiciliados en Francia, los Países Bajos y España. Las industrias clave para la emisión son utilities y los bancos, y ya muy alejadas las inmobiliarias en una tercera posición. El 60% de la emisión de bonos verdes desde España son servicios públicos (44% y 47% para los Países Bajos y Francia, respectivamente). Europa ha liderado el camino en la emisión de bonos verdes, que continúa expandiéndose.
Según el informe, el mercado alcanzó casi 120.000 millones de euros en investment grade a finales de marzo, algo menos del 5% de los bonos de igual calificación en circulación en Europa. La emisión total de bonos verdes ha crecido año tras año desde 2016, aunque 2020 ha tenido un comienzo más lento.
Calificación crediticia
Uno hito relevante es que Fitch Ratings, Moody’s Investor’s Service y Standard & Poor’s ahora informan sobre consideraciones ESG en sectores y empresas individuales. Hasta cierto punto, el ESG siempre se ha incorporado a las calificaciones, particularmente a la gobernanza, aunque se ha redoblado el esfuerzo para destacar problemas sociales por separado y con mayor detalle. El cambio climático es el factor ESG más comúnmente citado, aunque las agencias continúan destacando el gobierno corporativo como el más importante para el riesgo de crédito.
Hasta la fecha, menos del 5% de las calificaciones han cambiado debido a consideraciones ESG. Aun así, las agencias de calificación están haciendo un esfuerzo más puntual para romper E, S y factores G para analizar si impactan y cómo en el riesgo de crédito. Los sectores de más riesgo para una rebaja crediticia son materiales (minería, especialmente carbón térmico, productos químicos y materiales de construcción) y utilities en especial. Con un riesgo superior al promedio, donde destaca la industria automotriz y los bienes de consumo duradero y prendas de vestir Asimismo la energía y las compañías industriales y transporte. Con un nivel manejable que incida sobre su calificación destacan las empresas de telecomunicaciones, así como las tabaqueras por su bajo impacto ambiental. Por último, desde el punto de vista de la calificación, las finanzas, las empresas dedicadas a la salud, las de tecnología de la información o las de bienes raíces son las menos afectadas.
Los factores sociales son la parte más amplia de ESG, e incluyen salud y seguridad de la fuerza laboral, políticas de diversidad y oportunidades, capacitación de empleados, humanos derechos, privacidad y seguridad de datos, y relaciones y programas comunitarios. Las preocupaciones sociales hacen más vulnerables a las empresas de educación, cuidado de la salud y productos farmacéuticos.
“La gobernanza afecta a todos los emisores en todas las industrias; no es coincidencia que las empresas mejor calificadas también tienden a tener una gobernanza sólida. Los temas incluyen la independencia y diversidad de la junta, los derechos de los accionistas, la compensación administrativa y la ética empresarial. Más allá de eso, también incluye transparencia de la información, credibilidad de gestión, cumplimiento y presentación de informes, y una estructura organizativa clara”, destaca el informe en sus conclusiones.
Impulso institucional
Las inversiones sostenibles podrían desplazar a las industrias o proyectos cuyas credenciales ESG se consideran menos robustas. La ONU estima que se necesitan entre 3-5 billones de dólares en inversión para alcanzar sus objetivos de desarrollo sostenible para 2030; se espera que gran parte de esto provenga del sector privado, que es donde entra el inversor de renta fija. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS de la ONU) comprenden 17 objetivos interconectados que suponen un plan para un futuro más sostenible. Los objetivos incluyen cuestiones sociales, como no pobreza, hambre cero, educación e igualdad de género. Algunos de los objetivos están más orientados al medio ambiente, como el clima.
Los bancos también están siendo incentivados para “ecologizar” sus prácticas crediticias para cumplir con los objetivos sociales y promover los ODS y otras iniciativas globales. La ONU Los Principios para la Banca Responsable (PRB) se lanzaron en septiembre de 2019 con signatarios que representan 130 bancos con 47 billones de dólares en activos: esto es un tercio del sector bancario global. La red ahora incluye más de 160 bancos. Los Principios apuntan a alinear la industria bancaria con la sociedad para alcanzar Objetivos de Desarrollo Sostenible y las metas identificadas en el Acuerdo Climático de París. El Banco de Inglaterra está lanzando pruebas de estrés climático para 2021. También la Autoridad Bancaria Europea contempla métricas sobre temas de ESG de riesgo futuro.
Así, la Unión Europea aprobó en 2019 un sistema de clasificación que ofrecerá un enfoque uniforme para determinar lo que es sostenible. A partir de diciembre de 2021, la Taxonomía de la UE se aplicará a todos los mercados de la UE. También afectará al mercado de bonos verdes, que deberán cumplir con las definiciones de la taxonomía
En su reunión del BCE a fines de enero, la presidenta Christine Lagarde dijo que como parte de la revisión de la estrategia del Banco, consideraría las opciones para ser más intrusivo y más activo en relación con el Programa de Compra del Sector Corporativo (CSPP) y su capacidad para forjar una respuesta al cambio climático. Sabemos que el BCE ha estado comprando bonos verdes que se ajustan a sus criterios de elegibilidad, pero dudamos que se convierta en un programa totalmente verde.