Durante la última década, el mercado de bonos verdes ha ido creciendo hasta establecerse como un segmento maduro dentro del universo de renta fija. A pesar de los desafíos económicos del año pasado, el mercado mundial de bonos verdes demostró su resiliencia, alcanzando el hito clave de un billón de dólares de emisión acumulada desde 2007, con una emisión de 280.000 millones de dólares en 2020.
“Los bonos verdes son bonos orientados a la captación de fondos exclusivamente para la financiación de refinanciación, total o parcial, de proyectos medioambientales o nuevos proyectos medioambientales. Estos bonos deben cumplir con los cuatro principales criterios de la GBP (Green Bond Principles, directrices establecidas en 2014 y actualizadas en 2018), relativos al uso de los ingresos, el proceso de evaluación y de selección de proyectos, la gestión de los ingresos y las actividades de información. El mercado de bonos verdes y los criterios de GBP se han introducido más recientemente en comparación con los más conocidos principios de inversión sostenible, aplicados a la gestión de la renta variable (los llamados ESG); aunque el mercado de bonos verdes maduró considerablemente desde 2007, cuando el Banco Europeo de Inversiones lanzó la primera emisión verde”, destaca Eurizon en su último informe.
Según la gestora, con el tiempo, por tanto, se ha desarrollado un importante mercado para esta categoría de bonos, tanto en términos absolutos, es decir, de tamaño, como de diversificación geográfica y de divisas. La mayoría de las emisiones verdes están calificadas como investment grade, al estar apoyadas en el “mérito crediticio” de los gobiernos, y de las agencias y organizaciones supranacionales, que actúan como emisores.
En cuanto a las divisas, Eurizon apunta en su último informe que más del 80% del mercado está denominado en una de las tres monedas principales monedas del mundo:
euro, dólar estadounidense y renminbi chino. “También se utilizan habitualmente otras monedas del G10, como la corona sueca, la libra esterlina, el dólar australiano, el dólar canadiense y algunas monedas de países emergentes”, señala en las conclusiones de su último informe sobre este mercado. Respecto a la distribución geográfica, Europa es el principal contribuyente (encabezada por Francia, luego Alemania y los Países Bajos), seguida de América del Norte y Asia-Pacífico (China).
El despertar de los mercados emergentes
En este sentido, desde Amundi prevén que los mercados emergentes tengan un mayor peso en este mercado. Según estima su documento Informe de Bonos Verdes de Mercados Emergentes (EM) 2020, elaborado junto con IFC, miembro del Grupo del Banco Mundial, la emisión de bonos verdes de estos países alcanzarán los 100.000 millones de dólares en 2023.
El informe argumenta que a medida que los países comienzan a salir de esta crisis global sin precedentes, se espera que las vías de recuperación en los mercados emergentes sean muy divergentes y requieran un apoyo significativo de la política fiscal. Las economías emergentes tendrán que incorporar objetivos ecológicos a su recuperación, con esfuerzos no solo para mitigar los riesgos climáticos y los retos medioambientales, sino también para aumentar la resiliencia ante futuros shocks.
En este contexto, concluye que la recuperación tras la pandemia va a ofrecer oportunidades significativas para proyectos ecológicos y relacionados con la sostenibilidad, como las energías renovables, las infraestructuras urbanas verdes y la agricultura climáticamente inteligente. Según IFC, las oportunidades de inversión en los mercados emergentes podrían generar más de 10 billones de dólares para 2030 y crear más de 200 millones de puestos de trabajo en sectores verdes.
“Los mercados financieros están llamados a desempeñar un papel clave en el apoyo a los proyectos sostenibles y las perspectivas de emisión de bonos verdes en los mercados emergentes siguen siendo sólidas, y se espera que la emisión alcance los 100.000 millones de dólares en los próximos tres años. El sólido apetito de los inversores y los entornos políticos cada vez más favorables seguirán apoyando el crecimiento de los mercados de bonos verdes en los mercados emergentes. Esto es ahora de vital importancia, ya que la inversión para el desarrollo sostenible resulta urgentemente necesaria para atenuar las consecuencias sociales y económicas profundamente negativas de la pandemia. Esto es especialmente cierto en lo que respecta al daño causado a los esfuerzos para reducir la pobreza mundial, donde ahora se necesitarán varios años más para recuperar el terreno perdido debido al COVID-19”, explica Yerlan Syzdykov, director global de mercados emergentes de Amundi.
Nuevos protagonistas
Durante este periodo de pandemia, la emisión de bonos verdes de mercados emergentes fue sólida: 174 bonos verdes por valor de 40.000 millones de dólares emitidos por 101 emisores. Además, siete mercados emergentes emitieron bonos verdes por primera vez. Ahora bien, ¿quiénes serán los grandes protagonistas?
El informe elaborado por Amundi e IFC apunta que Asia Oriental y el Pacífico acapararon la mayor parte de las emisiones de bonos verdes de mercados emergentes, con un 76%. En 2020, China siguió siendo el mayor emisor de bonos verdes de mercados emergentes, a pesar de una caída en la emisión, desde más de 30.000 millones de dólares en años anteriores a 18.000 millones, debido a la crisis del COVID-19 y a un impulso gubernamental para emitir bonos relacionados con la pandemia. Más de la mitad de las emisiones de China se produjeron en la segunda mitad del año, lo que indica un repunte del mercado de bonos verdes.
Fuera de China, la emisión de bonos verdes de mercados emergentes aumentó un 21% en 2020, hasta alcanzar los 22.000 millones de dólares, lo que representa un crecimiento más rápido que el aumento del 17% de la emisión global de bonos verdes. Entre los mayores emisores emergentes se encuentran Chile, Brasil e Indonesia, además hubo siete emisores debutantes, que incluyen a Egipto, Kazajistán y Arabia Saudí. En 2020 también se observó un interés reiterado por parte de un grupo diverso de emisores, con 300 millones de dólares en emisiones de empresas no financieras. Las instituciones financieras representan el 50% del volumen acumulado de emisiones de bonos verdes de mercados emergentes, lo que contrasta con el 19% en los mercados desarrollados. Casi la mitad de las emisiones de bonos verdes de empresas no financieras en los mercados emergentes corresponden al sector de la energía y los servicios públicos, aunque las emisiones en los sectores de la construcción e inmobiliario también han aumentado de forma constante.
La conclusión que arroja este informe es que entre los principales factores que determinan el potencial de crecimiento del mercado de bonos verdes en los mercados emergentes se encuentran los compromisos con el impulso de la emisión de bonos verdes y el desarrollo del mercado de capitales en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
“Se necesitan políticas financieras sostenibles y marcos normativos adecuados para fomentar los flujos de capital hacia proyectos y sectores verdes. Una serie de iniciativas mundiales podrían movilizar aún más el desarrollo del mercado de bonos verdes de los mercados emergentes y abordar los retos de la fiabilidad y comparabilidad de los datos para los inversores institucionales. Por ejemplo, el desarrollo de taxonomías verdes de referencia, la aplicación de las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con el Clima y los esfuerzos de los bancos centrales centrados en la creación de capacidades y la asistencia técnica para los mercados emergentes podrían reforzar la confianza de los inversores”, propone el documento.
El impacto del COVID-19 también en lo social
Las gestoras coinciden en que el COVID-19 ha acelerado las dinámicas que ya había arrancado, también en el mercado de los bonos sostenibles, incluidos los bonos verdes y los bonos sociales. Desde BNP Paribas AM, destacan que el mercado de bonos sociales despegó en 2020, gracias al fuerte aumento de la emisión por parte de empresas y gobiernos en el marco de sus esfuerzos por hacer frente a la pandemia.
Mientras en el año 2019 los bonos sociales representaban en torno al 5% del total de bonos temáticos, a finales de 2020 el volumen de bonos sociales representaba ya una tercera parte del segmento. En concreto, la emisión global de bonos sociales (títulos de deuda vinculados a causas como la prestación de ayudas al desempleo o la financiación de investigación médica) creció cinco veces más en 2020 que en 2019, superando el crecimiento de los bonos verdes en los dos años.
“Los volúmenes de emisión se vieron impulsados por la presencia de ciertos megaemisores, especialmente en Europa, como el Instrumento Europeo de Apoyo Temporal para Atenuar los Riesgos de Desempleo en una Emergencia (instrumento SURE, por sus siglas en inglés), que tiene como objetivo ofrecer a los estados miembros los medios financieros necesarios para combatir las consecuencias económicas y sociales del coronavirus. Otros programas respaldados por los gobiernos, por ejemplo, han recurrido a la emisión de deuda para impulsar las iniciativas contra el desempleo y ayudar a conservar los puestos de trabajo en el contexto de la grave crisis económica.”, puntualizan desde BNP Paribas AM.