Se mantiene el efecto combinado de un crecimiento modesto, bajas presiones inflacionistas y bancos centrales cautos. La coyuntura sigue siendo favorable a los activos de riesgo y mantiene estables las curvas de rendimientos, mientras que las bolsas siguieron avanzando y los diferenciales de deuda corporativa estrechando durante el mes.
En cuanto a la panorámica macroeconómica general, según indica Andrea Iannelli, director de inversiones en renta fija en Fidelity International, hemos asistido a una mejora del consumo y del mercado laboral, y así lo refleja el indicador adelantado que elabora Fidelity (FLI). Concretamente, el consumidor estadounidense parece encantado de gastar. A tenor de las últimas encuestas, la confianza empresarial también está remontando. Sin embargo, más allá de estas mejoras el comercio mundial y los pedidos industriales continúan de capa caída y los efectos inducidos de las políticas monetarias y presupuestarias más favorables en China todavía tienen que materializarse. Sobre China, aunque los datos generales han invertido su tendencia gracias al fuerte impulso al crédito de marzo, los componentes subyacentes siguen mostrando cierta debilidad. Así pues, tal vez la economía china ha dejado atrás lo peor, pero al resto del mundo podría llevarle todavía un tiempo ponerse al mismo nivel, como se observa en los datos de exportaciones más recientes de Japón y Corea y en los últimos PMI preliminares en Europa.
Aunque se mantienen las inquietudes en torno al crecimiento europeo debido a una combinación de obstáculos externos (China y el Reino Unido) e internos, estos parecen estar ya ampliamente descontados en los tipos de la deuda de los países centrales del euro. La hipótesis de trabajo del mercado es que el BCE mantenga el tono expansivo en un futuro inmediato y si ya no se contemplan tipos diferenciados para los depósitos atendiendo a las últimas declaraciones, el Consejo de Gobierno probablemente tenga que compensarlo con unas condiciones muy generosas en las TLTRO. En fechas más recientes, parece haber remitido el “pánico” que el mercado experimentó a comienzos de año en relación con la ralentización del crecimiento y las escasas opciones a disposición del BCE para contrarrestarlo.
Los últimos datos publicados trajeron cierto alivio gracias a la estabilización de las encuestas, la inflación por encima de lo previsto y las expectativas de que se apliquen políticas presupuestarias más favorables en el segundo semestre. Todavía no hemos salido del túnel y la próxima ronda de lecturas de los PMI será un barómetro importante para saber si la mejoría de la coyuntura macroeconómica china en el primer trimestre se ha dejado sentir en la economía europea. Por ahora, no se observan apenas indicios de que sea así.
Los Bunds volvieron a coquetear con los tipos negativos y se mantienen por poco en positivo en estos momentos. A estos niveles, en Fidelity International no aprecian un potencial alcista significativo en los tipos de los países centrales del euro e infraponderamos este mercado. Sus modelos cuantitativos refrendan esta visión. La deuda de la periferia europea sigue encontrando apoyo en la fuerte demanda de rentas. No obstante, se observa dispersión entre los diferentes países; así, Italia marcha en el furgón de cola conforme nos adentramos en un periodo que probablemente sea volátil en el plano político. Por su parte, la deuda pública española salió indemne de las últimas elecciones, que en su opinión se han saldado con un parlamento sin mayoría. Más allá de la política, la dinámica de crecimiento probablemente sea el principal impulsor de los diferenciales de la periferia y, a este respecto, se mantienen las dificultades para los BTP italianos, mientras que la deuda portuguesa y española se encuentra en una posición más favorable.
En cuanto a EE.UU., la economía está desacelerándose gradualmente desde los picos de crecimiento observados el año pasado. Con unas tasas de crecimiento que vuelven a rondar el 2%, unas perspectivas de inflación relativamente favorables y una Fed que probablemente mantendrá los tipos sin cambios durante algún tiempo, los bonos del Tesoro de EE.UU. deberían seguir encontrando apoyo. Mientras continúan los avances de los activos de riesgo, podríamos ver una ligera subida de los rendimientos, pero es improbable que esta situación dure mucho, en nuestra opinión, y los bonos del Tesoro de EE.UU. deberían batir a sus homólogos.
El mercado interpretó la última reunión de la Fed en clave ligeramente restrictiva, pero en general el discurso que ha asumido la Fed este año no ha cambiado. Un riesgo que persiste para el mercado es una política presupuestaria más expansiva, sobre todo a medida que se aproximen las elecciones de 2020. Sin embargo, apenas existen pruebas de que un déficit presupuestario mayor tenga un efecto significativo en los rendimientos, a menos que se lleve al extremo de que la Fed tenga que actuar y subir tipos.
En el Reino Unido, por último, las últimas elecciones locales dejaron una importante pérdida de apoyos entre conservadores y laboristas, lo que pone de relieve los retos a los que se enfrentan los dos partidos. Los Gilts han ido a la zaga de los Treasuries y los Bunds en abril. Sin embargo, las valoraciones siguen siendo elevadas y el modelo de mercado de Fidelity International recomienda infraponderar. Suponiendo que un Brexit con acceso al mercado único sea la hipótesis de referencia, los rendimientos tienen margen para subir desde los niveles actuales.