Uno de los grandes temas que determinarán el comportamiento de los mercados en los próximos meses es la evolución de las políticas monetarias en todo el mundo. Frente al consenso reinante en el pasado, la máxima ahora es la divergencia entre las políticas de los bancos centrales: así, mientras el Banco Central Europeo aplica medidas que llevan hacia una nueva política acomodaticia (que ha dejado los tipos en mínimos históricos, los tipos de los depósitos en negativo y ha puesto en marcha un programa de compra de activos privados), la Fed está empezando a considerar el cambio de su política, siempre en función de los datos económicos, que ahora muestran una mejora gradual. Podría empezar a subir tipos a mediados del próximo año, según explicó en una presentación con periodistas Stephen Cohen, director de estrategia de inversión de iShares para EMEA.
Las direcciones a ambos lados del Atlántico son opuestas, mientras el Banco de Inglaterra se mantiene en el medio de ambas posturas (con intención de subir los tipos pero una decisión que podría retrasarse en función de la incertidumbre generada por el referéndum escocés) y el Banco de Japón sigue adelante con su política acomodaticia en la que podría tener que ahondar el año próximo. Estas divergencias tienen, según explica Cohen, claras implicaciones en las divisas (con el consiguiente fortalecimiento del dólar, el debilitamiento del euro y del yen), y, por lo tanto, en la asignación de activos. Porque esas políticas monetarias se justifican también en diferentes datos macro (más crecimiento en EE.UU. que en Europa, así como mayor inflación y mejores fundamentales).
Y son precisamente esos datos, y los fundamentales de las compañías, los que llevan al segundo gran tema que marcará las inversiones en el futuro: la rotación geográfica de los inversores en renta variable, en función de los beneficios empresariales de cada mercado, que serán el gran catalizador ahora –a diferencia del pasado, cuando mandaba la expansión de múltiplos-. En este sentido, la renta variable europea está justamente valorada, mientras los beneficios en EE.UU. justifican las valoraciones y el mercado japonés, con buenos beneficios de sus compañías, está barato.
Por eso, si el año pasado el activo de moda ha sido la bolsa europea, ahora el Viejo Continente necesitará mostrar fuertes beneficios a los inversores para que continúen con su apoyo. Cohen considera que el euro, que antes era un obstáculo por su fortaleza, podría ahora, gracias a su debilitamiento por las políticas del BCE, aupar los beneficios de empresas exportadoras en países como Alemania, un mercado que ha quedado rezagado por ese motivo y por la crisis de Ucrania. El experto también ve oportunidades en los bancos europeos (ante su precio y su rentabilidad por dividendo), si bien advierte de las divergencias dentro del Viejo Continente.
Esa rotación dentro de la renta variable en función de los beneficios ha beneficiado este año a los mercados emergentes, con atractivas valoraciones que han aprovechado inversores sobre todo de EE.UU. Cohen muestra su apuesta por la región de Asia emergente (Corea, Taiwán…). Pero donde más interés ve en este momento es en la bolsa japonesa, que ha recibido pocos flujos, que se puede beneficiar de las políticas de su banco central y de un yen más débil y con unos beneficios favorables. “Es el lugar donde estar siguiendo este concepto de rotación en renta variable”, comenta, el lugar donde comenzar a enfocarse actualmente.
Sigue la búsqueda de rentabilidad
La búsqueda de rentabililidad es el tercer gran tema que mueve a los inversores. Tras un año en el que la renta fija ha seguido dando retornos, ahora es cada vez más complicado encontrarlos: la renta fija periférica europea ofrece apenas el 2%, el crédito con grado de inversión algo más del 1%… en definitiva, esa búsqueda se complica en Europa, donde el escenario de laxa política monetaria no cambiará pronto. Para Cohen, los inversores europeos buscarán rentabilidad en segmentos como la deuda externa en divisa fuerte de mercados emergentes –iShares favorece la deuda en divisa fuerte frente a la local, con excepción de algunos países en concreto, como Brasil-, el crédito de distintas calificaciones (con grado de inversión y high yield) y, ya fuera de la renta fija, en renta variable con enfoque de dividendos, infraestructuras o incluso en real estate.
“Los inversores estadounidenses han entrado en compañías cotizadas de este tipo, ha sido uno de los segmentos de mayor éxito recientemente”, dice. “Los REITs forman ya parte de muchas carteras por esa búsqueda de yield y la protección contra la inflación que ofrecen, aunque hay que asumir la volatilidad bursátil”, dice Cohen. Pero, aun así, según Iván Pascual, director de ventas de iShares Iberia, hay un gran interés de las bancas privadas por distribuir fondos que inviertan en REITs, tanto a nivel local de España como a nivel general.
Un buen año para los fondos
iShares ofreció sus perspectivas de inversión en un contexto de crecimiento del negocio en España, en un momento de auge tanto de las gestoras nacionales como internacionales, y en el que las grandes bancas empiezan a aceptar la distribución tanto de fondos de terceros como a impulsar sus propios fondos frente a otros vehículos de inversión. De cara a 2015, y siguiendo una tendencia que ya ha empezado, Pascual apuesta por los fondos mixtos globales y de asignación de activos. “Los bancos han sabido convencer a sus redes de que deben orientar ahí a sus clientes, con un enfoque multiactivo y global de inversión. Eso es un hito para evitar la concentración del riesgo y es bueno para la industria porque se sofistica la gestión de carteras y se enriquece al cliente”.
En cuanto a su negocio de ETF, ve más interés cada vez por parte de las bancas privadas y los inversores institucionales.