La pandemia de COVID-19 dificultará nuestro futuro digital. La pandemia puede ralentizar realmente el ritmo al que las máquinas sustituyen a las personas, argumenta Carl Frey, un economista de la Universidad de Oxford que participa en el boletín “Mega” de Pictet Asset Management dedicado a las grandes tendencias de inversión.
Sería lógico esperar que la alta tecnología prosperara como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Al fin y al cabo, qué mejor forma existe de mantener el distanciamiento físico en fábricas, colegios, tiendas y hospitales que introduciendo en ellos robots y otras tecnologías de IA. Pero en otros aspectos, la pandemia podría resultar un freno a la hora de sustituir a las personas por máquinas.
Sin duda, la pandemia aumentará la presión sobre las empresas para reducir costes mediante la automatización, sobre todo si se induce a los consumidores, a quienes les falta cada vez más liquidez, a adquirir bienes y servicios más económicos, apunta Frey. La demanda de robots industriales fue uno de los pocos sectores importadores que registró un crecimiento en EE. UU. durante los primeros ocho meses del año, solo por detrás de la demanda de productos farmacéuticos.
«El desmantelamiento de las cadenas de suministro globales debido a la escalada de las tensiones entre EE. UU. y China impulsará la automatización en la fabricación a medida que la producción regrese a los países en los que los costes laborales son relativamente altos. Al mismo tiempo, observamos una aceleración en el uso de robots en hospitales y otros lugares para permitir un mayor distanciamiento físico«, afirma Carl Frey, un economista de la Universidad de Oxford y una autoridad en el campo de los estudios sobre el futuro del trabajo.
En el sector sanitario, por ejemplo, tecnologías como la telemedicina jugarán un papel más importante. «Se puede hacer sorprendentemente mucho con las herramientas de videoconferencia y la telemedicina protege a médicos y hospitales, que son ejes de propagación de enfermedades», añade Frey.
Y los almacenes, que solían ser puntos de congestión durante la crisis, también están listos para continuar la automatización.
«Cuando cuentas con un entorno relativamente estructurado, resulta más factible automatizar la recogida de pedidos. Cada vez resulta más viable automatizar con manos robóticas más hábiles y un mejor software de reconocimiento de rastreadores de objetos, como ha demostrado OpenAI. Por eso, creo que este es un campo en el que vamos a observar una aceleración de la automatización».
Los trabajadores del mundo… necesitan trabajos
El uso de drones y carretillas elevadoras autónomas en almacenes como los de Amazon o Walmart ha aumentado drásticamente durante la pandemia.
Pero otros factores supondrán un lastre a la hora de adoptar la automatización, entre ellos, los problemas derivados del desempleo.
«Existen muchos subsidios (para sustituir ingresos o salarios) que actualmente ayudan a las personas que han perdido sus puestos de trabajo. O subsidios con los que se intenta mantener a los empleados en nómina. Los subsidios se acabarán extinguiendo en algún momento», pronostica Frey.
«Si la pandemia persiste y la gente empieza a no poder pagar sus hipotecas, ¿qué repercusiones tendrá todo eso para la salud de nuestro sistema financiero y, a su vez, para la salud de nuestro mercado laboral?», añade.
Lo que posiblemente debilitará más aún el mercado laboral es la amenaza de deslocalizar no solo los puestos administrativos peor remunerados, sino también los puestos de mayor categoría y remuneración.
«Por fin estamos cambiando forzosamente hacia el teletrabajo», asegura Frey. «Creo que ciertas tareas continuarán haciéndose a distancia y, si las cosas pueden hacerse a distancia, eso significa que pueden hacerse desde cualquier parte, ¿cierto? Así, si puedo dar clase a mis alumnos desde mi casa, entonces la Universidad de Oxford podría encontrar a otra persona en Delhi quien podría hacer ese trabajo a un coste muchísimo menor y quizá incluso mejor que yo».
Un periodo prolongado de atonía en el mercado laboral se verá probablemente agravado por la crisis en el sector minorista de las grandes zonas comerciales ya que esas tiendas salen perdiendo en favor de los minoristas en línea que, aunque amplíen sus propias plantillas, no darán trabajo a tantas personas como para compensar las pérdidas de empleos. Esto ejercerá una presión a la baja sobre los salarios durante un tiempo y supondrá un lastre en el cambio hacia la automatización.
La innovación requiere migración
Mientras tanto, los efectos de la pandemia en los flujos de trabajadores emigrantes alrededor del mundo podrían resultar ser otro obstáculo.
«La migración es un impulsor esencial de la innovación y existen numerosos estudios muy consecuentes que muestran que esto es cierto tanto para los países de origen como para los países de destino. Por ejemplo, el conglomerado de empresas de tecnología de la información en Bangalore no existiría sin la diáspora india», afirma Frey.
«Pero ahora estamos observando mucha menos inmigración y es probable que esta tendencia se mantenga en el futuro como consecuencia de esta situación y del desmantelamiento de las cadenas de suministro globales que han intervenido como fuente de transmisión de conocimiento. Tanto para la inteligencia artificial como para la biología sintética, se trata de algo negativo para la innovación».
También se producirá una menor transferencia tecnológica mientras los estadounidenses mantengan sus recelos hacia China.
«Creo que ahora cualquier administración estadounidense quiere mantener ciertos lazos con China, pero probablemente no querrá que estudiantes chinos estudien aprendizaje automático en el Instituto de Tecnología de Massachusetts ni que empresas estadounidenses solo envíen conocimientos tecnológicos a China a cambio de acceso al mercado. Como resultado de eso, el acceso de China a la tecnología occidental se va a ver reducido considerablemente».
Sin duda, China está a la vanguardia de ciertas tecnologías. Pero su Estado de vigilancia total y su sistema de crédito social probablemente conllevan una mayor conformidad a costa de una innovación radical.
«Los estudios también demuestran que la gente de Asia oriental, incluida China, es más colectivista que la americana y la europea. Esto los sitúa en una posición aventajada para solucionar problemas de coordinación como la construcción de infraestructuras o la organización de una respuesta coordinada a la pandemia, pero también implica menos innovaciones si se tiene miedo de destacar y la sociedad no te recompensa por destacar. Existen múltiples pruebas de ello», advierte Frey.
«China despunta en la explotación y comercialización de nuevas tecnologías como, por ejemplo, ya lo está haciendo en el comercio electrónico, pero muy pocas innovaciones genuinamente radicales han salido de la China moderna».
Según Frey, a pesar del gran volumen de elogios publicados en la prensa, «muy pocas empresas han adoptado en realidad tecnologías de IA», y estas tienden a usarse más bien en empresas superestrellas como Amazon.
Uno de los problemas es el hecho de que la inteligencia artificial en la actualidad es «extremadamente ineficiente en términos de datos y el campo se está centrando exclusivamente cada vez más en el aprendizaje profundo, que es la rama de la inteligencia artificial que requiere mayor cantidad de datos».
«Se limita principalmente a videojuegos o la clasificación de perros y gatos, es decir, en áreas en las que contamos con gran abundancia de datos. Si quieres enseñar a un robot a vaciar tu lavavajillas, no puedes hacerlo mediante millones y millones de pruebas, ¿cierto? Porque solo acabará destruyendo un montón de preciosa porcelana», sostiene Frey.
El aprendizaje profundo solo es apropiado para un número limitado de tareas hasta que se haga más eficiente en términos de datos. «Estamos muy al principio de la inteligencia artificial, pero potencialmente al final de lo que el aprendizaje profundo puede conseguir por sí mismo, al menos a un nivel al que resulte razonable».