La semana ha estado marcada por el dato de inflación en Estados Unidos que se conoció el martes y que superó las expectativas por segundo mes consecutivo. Tras el “susto”, la bolsa y los bonos retomaron su senda alcista, imponiéndose una lectura optimista. No obstante, las gestoras apuntan que esta cifra sirve para recordar a los bancos centrales que la senda para llegar a su objetivo del 2% no será ni tan fácil ni tan lineal como el mercado estimaba, por lo que estos deben ajustar sus expectativas sobre los futuros recortes de tipos.
El informe de inflación del IPC de enero en EE.UU. fue más firme de lo esperado. “El IPC subyacente, que excluye las volátiles categorías de alimentos y energía, subió un 0,39% intermensual. En general, los detalles del informe pintaron un panorama de inflación estadounidense relativamente estable. Aunque los precios de los coches usados cayeron bruscamente, como se esperaba, fue la única categoría que mostró una debilidad significativa de los precios. La inflación subyacente de los servicios se aceleró, impulsada tanto por las categorías de servicios de viajes, más volátiles, como por los aumentos de precios más firmes en las categorías de servicios personales y recreativos, sensibles a los salarios, así como por un aumento aparentemente ruidoso del alquiler equivalente del propietario (OER), un indicador de los precios de la vivienda”, explica Tiffany Wilding, economista en PIMCO.
En opinión de Christian Hantel, gestor de Vontobel, este dato pilló al mercado con el pie cambiado, ya que los datos de inflación de EE.UU. no se han moderado como se esperaba y por ahora, la inflación sigue siendo más sólida de lo que se pensaba. “El principal motor de los datos de inflación ligeramente más elevados fueron la inflación de la vivienda, las tarifas aéreas y, en menor medida, la asistencia médica y la educación”, añade Hantel.
Según Wilding los patrones del conjunto más amplio de datos económicos sugieren que, tras la desinflación sorprendentemente rápida e indolora de 2023, es probable que el avance de la inflación en 2024 sea más lento y matizado. “En general, los datos del martes fueron coherentes con estas perspectivas. En ausencia de un enfriamiento más significativo del crecimiento del PIB real y de una mayor relajación del mercado laboral, la inflación subyacente del IPC parece dispuesta a mantenerse por encima del 3% este año, lo que complica las perspectivas de la política monetaria. Aunque pueden ocurrir muchas cosas de aquí a mediados de año, cuando los responsables de la Reserva Federal tienen previsto comenzar a relajar la política monetaria, informes como éste podrían retrasar el inicio de los recortes de tipos”, señala la economista de PIMCO.
Los mercados ajustan sus expectativas
Según el gestor de Vontobel, “en conjunto, las cifras no son desastrosas, pero podrían retrasar la primera bajada de tipos de la Reserva Federal, que parte del mercado esperaba ya para marzo/abril. La reacción del mercado mostró que la Fed podría no tener prisa por recortar los tipos de interés a corto plazo”.
En este sentido, Mark Sherlock, responsable de Renta Variable estadounidense de Federated Hermes Limited, recuerda que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) siempre ha mantenido que depende de los datos, y se dice que quiere evitar los errores de los años setenta, cuando se bajaron los tipos demasiado pronto y la economía estadounidense sufrió una segunda ronda de inflación más dolorosa. “El dato de esta semana seguramente alargará aún más el calendario de la primera bajada de tipos”, apunta.
En consecuencia, los mercados están reevaluando las vías de actuación de los bancos centrales en un contexto de ralentización de la inflación y de una posible desaceleración económica, pero con unos datos históricos resistentes. “Sin embargo, la velocidad de la desinflación podría verse afectada por las tensiones en el Mar Rojo, en particular para Europa. Así, la labor de los bancos centrales se está complicando, ya que su objetivo es mantener los tipos en un nivel restrictivo durante el tiempo adecuado”, comentan Vincent Mortier, director de Inversiones del Grupo Amundi y Matteo Germano, director adjunto de Inversiones del Grupo Amundi.
Para Edmond de Rothschild AM, los bancos centrales de EE.UU. y Europa ya no tienen tantas ganas de empezar a bajar los tipos. “Con una inflación aún por encima del objetivo y unos mercados laborales en forma, todos han advertido del riesgo de actuar demasiado pronto. Las probabilidades de un recorte de tipos en marzo se sitúan ahora en el 20%, frente al 70% de hace sólo un mes. Tras la reunión del BCE del 25 de enero, los mercados apostaban en un 70% por un movimiento en abril, pero las probabilidades han caído ahora a menos del 40%”, destacan en su último informe.
Para Wilding, esta situación reafirma la opinión de PIMCO sobre que la Fed no bajará los tipos hasta mediados de año (o más tarde). “Aunque gran parte del aumento imprevisto del IPC se concentró en lo que parece un salto ruidoso de la OER, que creemos que probablemente revertirá, los detalles fueron coherentes con que la Fed tiene un problema en la última milla de la inflación. En los últimos meses hemos observado una reaceleración en las categorías de servicios básicos impulsados por la demanda interna, que han sido el centro de atención de Powell y de otros representantes de la Fed”, añade.
¿ Y qué pasa con los tipos de interés en el Reino Unido y Europa? Según Steven Bell, economista jefe para EMEA de Columbia Threadneedle, los futuros sobre tipos de interés apuntan a un tipo terminal algo superior al 2% para la zona euro y acercándose al 4% en el Reino Unido. “El primero nos parece demasiado bajo y el segundo demasiado alto. Consideremos, por ejemplo, las posibilidades de que la realidad difiera en un punto porcentual de estas cifras. El 1% parece inverosímilmente bajo en la eurozona, el 3% bastante posible. Con un objetivo de inflación del 2%, unos tipos de interés sostenidos del 5% en el Reino Unido son improbables, mientras que un 3% es claramente posible”, señala.
Por último, en su opinión, los mercados han estado jugando a adivinar cuándo empezarán a bajar los tipos los principales bancos centrales y hasta dónde lo harán el año que viene. “Se ha discutido mucho menos sobre dónde acabarán, el llamado debate de los tipos terminales. Sin embargo, se trata de una decisión crítica para los planes de inversión a largo plazo, que afecta directamente a las perspectivas de la renta fija e indirectamente a la renta variable”, concluye Bell.
Descorrelación: renta fija y renta variable
Desde las gestoras destacan que ante estos datos de inflación, los mercados de renta fija cayeron, mientras que los de renta variable pasaron por alto la noticia y prefirieron centrarse en los beneficios. “Esta descorrelación entre los mercados de renta variable y de renta fija marca una ruptura, ya que ambos mercados habían marchado en sintonía desde finales de 2021. Los inversores examinarán ahora los datos de inflación y esperan ver cierta relajación. Pero si por casualidad la inflación subiera, cualquier aumento de las yields de los bonos afectaría necesariamente a los mercados de renta variable, donde las primas de riesgo son ahora muy bajas”, indican desde Edmond de Rothschild AM.
Philipp E. Bärtschi, CIO de J. Safra Sarasin Sustainable AM, insiste en que, en general, “los mercados de renta variable y de crédito reflejan actualmente un escenario en el que se alcanza un equilibrio ideal entre una inflación decreciente y un crecimiento suficiente, es decir, un aterrizaje suave. “La clave para que este escenario se haga realidad son recortes de los tipos de interés acordes con las expectativas actuales del mercado”.
Sobre el mercado de renta fija, señala que en enero se produjo un movimiento contrario en los mercados globales de renta fija tras el repunte de fin de año. “Las primas de riesgo crediticio de todos los segmentos de renta fija siguieron reduciéndose en enero, reflejando un escenario de mercado extremadamente positivo. Prácticamente todos los segmentos -desde los bonos con grado de inversión hasta los bonos de high yield y de mercados emergentes- cotizaron en enero con los diferenciales más bajos de los últimos doce meses. Incluso los bonos subordinados de los bancos, cuyos diferenciales de crédito han aumentado temporalmente durante el último año, han vuelto a los niveles observados antes de las turbulencias de marzo de 2023. Esta baja compensación del riesgo de los bonos deja poco margen para desviarse del escenario de aterrizaje suave”, explica Bärtschi.
Respecto a la renta variable, el CIO de J. Safra Sarasin Sustainable AM recuerda que la temporada de publicación de resultados del cuarto trimestre está en pleno apogeo. “Aunque las expectativas se han moderado en las últimas semanas, las cifras publicadas hasta ahora han sido mejores de lo esperado. Mientras que la bolsa estadounidense cotiza en su máximo histórico, el mercado chino lo hace más de un 50% por debajo de su máximo. Sin embargo, no parece vislumbrarse un cambio de tendencia en China”, comenta.
Desde luego, las gestoras destacan que la semana acaba con nuevos máximos para el S&P y el DAX. “Las bolsas prolongaban ayer su luna de miel, con nuevos máximos para el S&P 500, Dax alemán y Cac francés mientras que esta mañana, en Asia, los principales índices seguían la estela de Wall Street y el Nikkei japonés se quedaba a un paso de superar su máximo histórico de 1989”, explican los expertos de Banca March.
Pese al júbilo, Jaime Raga, senior CRM UBS AM Iberia, se muestra prudente: “El mercado de renta variable puede estar empezando a oler algunos de estos obstáculos. A pesar de que los principales índices bursátiles han alcanzado máximos históricos, la amplitud del mercado se ha estrechado, con una fuerte caída de la proporción de componentes del S&P 500 que cotizan por encima de sus medias móviles de 50 días”.
Según la visión de Raga, con el S&P 500 situado en torno a los 5.000 puntos, se puede esperar que se produzca “una fatiga por números redondos”. “El S&P 500 se estancó o debilitó al superar por primera vez dos de sus tres últimos hitos de 1.000 puntos. En 2014 y 2019, la cotización de las acciones estadounidenses se caracterizó por un movimiento lateral durante al menos tres meses después de superar los 2.000 y 3.000 puntos, respectivamente. El camino por encima de 4.000 no siguió este patrón en 2021. Pero, aunque estamos de acuerdo en que el contexto actual de los beneficios empresariales muestra fortaleza, no es ni de lejos tan fuerte como se mostró en 2021, un año único en el que las estimaciones de beneficios del año natural se revisaron al alza de forma persistente y en un grado inusualmente elevado”, concluye Raga.