El banco central de China decidió este martes devaluar su divisa casi un 2% sorprendiendo por completo a los mercados, más habituados al férreo control que mantiene el organismo sobre su moneda. Hasta ahora el PBOC establecía diariamente un precio medio del tipo de cambio del yuan con el dólar y permitía su fluctuación al alza o a la baja hasta un máximo de un 2%.
Es evidente que las autoridades del país se encuentran desde hace unos meses en una posición poco cómoda, casi desconocida. El crecimiento se ralentiza, la bolsa se desploma y en casi todas las áreas de la economía aparecen desafíos a los que no parece afectar la batería de medidas adoptadas. La segunda potencia mundial muestra claros signos de debilidad.
La devaluación, que ha provocado la mayor caída diaria del yuan en dos décadas, responde esta vez a un intento de frenar la desaceleración que sufren las exportaciones del país. Los datos publicados el pasado sábado revelaron una caída interanual del 8,3% en las ventas al exterior y un 8,1% en las importaciones.
Craig Botham, economista de mercados emergentes de Schroders, considera que «los movimientos realizados por el Banco Popular de China (PBOC) no apuntan al inicio de una devaluación considerable del yuan puesto que la estabilidad financiera y social siguen siendo las principales preocupaciones de los responsables políticos». A esto hay que sumar el afán de las autoridades por hacer del yuan una divisa internacional. Para lograr esto, China no puede permitirse que el tipo de cambio sea demasiado volátil y todo parece indicar que, con este movimiento, las autoridades sólo pretenden adecuar la cotización a los fundamentos de la economía.
Si el banco central de China deja que la negociación de la moneda en la sesión previa establezca la fijación diaria de aquí en adelante, tal y como ha anunciado, el valor del yuan podría bajar rápidamente, explica Tao Wang, economista jefa para China de UBS. «Sin embargo, vemos improbable que el Gobierno chino deje que sólo el impulso del mercado mueva el tipo de cambio del yuan de aquí en adelante, ya que eso puede ser bastante desestabilizador».
Divisas, materias primas y bolsas a la baja
Por su parte, Bill McQuaker, co-responsable de Multi-Activos de Henderson Global Investors, ofrece su visión sobre lo que puede implicar de cara al futuro esta caída récord del yuan desde 1994. “Aunque en un principio la reacción de los mercados ha sido casi inapreciable, a esta hora las divisas de los mercados emergentes y de los países dependientes del precio de las materias primas se han debilitado. También lo hacen las divisas asiáticas”. Las bolsas europeas han cerrado con caídas y las de Estados Unidos siguen la misma estela.
Como si se tratase de un juego de suma cero, lo que es bueno para China es malo para el resto. En lo que respecta a la inflación mundial, McQuaker afirma que es probable que la depreciación tenga efectos negativos en los precios de bienes manufacturados y en los precios de las materias. Eso sugiere otro golpe negativo para los mercados emergentes aunque el analista de Henderson recuerda que los bonos del gobierno deberían beneficiarse. “Además va a complicar la política monetaria de Estados Unidos”.
De cara a los próximos meses, Oscar Leung, gestor del China Opportunities Fund de Fidelity, cree que las autoridades chinas probablemente intensifiquen las medidas para estimular la economía real. “Algunos de los próximos movimientos podrían ser un desembolso económico mayor y más rápido para las inversiones en infraestructuras. También se esperan recortes más contundentes de los tipos de interés de referencia y nuevos descensos de la ratio de reservas obligatorias para impulsar la liquidez y sostener el mercado inmobiliario”, apunta.