Osaka, Japón, acoge hoy y mañana la cumbre del G20. Esta cita internacional, que se celebra por primera vez en el país nipón, está protagonizada por las tensiones políticas entre Estados Unidos, China y Rusia. De hecho, el encuentro marcará la dirección futura de las negociaciones entre China y EE.UU., determinando parte de las tendencias del mercado y la reacción de los bancos centrales en las próximas semanas y probablemente en el segundo semestre.
Las gestoras coinciden en señalar que uno de los momentos más relevantes del G20 es la reunión de mañana entre Donald Trump, presidente de EE.UU., y Xi Jinping, presidente de China, ya que la guerra comercial sigue siendo el mayor riesgo para la economía global.
Según apunta Naomi Waistell, gestora de Newton, parte de BNY Mellon IM, los conflictos comerciales siempre son motivo de preocupación y no son la panacea para ningún país, ni siquiera para Estados Unidos. “Pagar más por los productos importados podría provocar un aumento de la inflación que, a su vez, justifique nuevas subidas de tipos, lo que supondría un riesgo para muchos de los factores del precio de los activos que dependen de un bajo coste de capital y que han sido un motor básico del crecimiento económico de las últimas décadas. Esta situación podría resultar muy peligrosa para las economías dependientes del sector servicios que se han beneficiado de la escasa inflación y el bajo coste de la deuda, por lo que los efectos colaterales podrían ser muy amplios”, explica.
Por eso todas las miradas están puestas en Trump y Xi Jinping, y en lo que pueda ocurrir tras su encuentro. Ante lo impredecible de ambos políticos, las gestoras manejan diferentes desenlaces. El más pesimista sería que las negociaciones han acabado y que se impondrán aranceles de forma inminente a un elenco adicional de importaciones chinas, al más optimista, que haya progresos en las negociaciones y que se dé a entender que los aranceles actuales podrían revertirse.
Escenarios más posibles
“A medio camino entre estas dos hipótesis, cabe la posibilidad de que las negociaciones se prorroguen durante algunos meses más, sin que se proponga la aplicación de aranceles o vetos a empresas concretas hasta que se supere la nueva fecha límite. En términos de consecuencias, la hipótesis más pesimista se traduciría en una mayor debilidad de las divisas emergentes y en la ampliación de los diferenciales de los bonos. Por su parte, la hipótesis contraria conllevaría un repunte considerable de las divisas emergentes, un ajuste de los diferenciales y un aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense, dado que los mercados dejarían de descontar parte de los recortes de tipos que se espera que lleve a cabo la Fed”, añade Claudia Calich, gestora del fondo M&G (Lux) Emerging Markets Bond de M&G.
Tesis que también comparte Hervé Chatot, gestor de multiactivos de La Française AM. “El resultado más probable es una tregua, ya que ambas partes han expresado su deseo de reanudar las conversaciones. EE.UU. acuerda suspender los aranceles adicionales y reiniciar las negociaciones. Este resultado seguiría siendo favorable al mercado, pero está bastante descontado por el mercado”, sostiene Chatot.
En opinión de Esty Dwek, jefa de estrategia de mercados de Natixis IM, su escenario principal es una reunión “cordial”, pero no sin llegar a un acuerdo. “No esperamos un acuerdo o pacto para este fin de semana. Estados Unidos probablemente pausará el aumento de 25% a los aranceles para todas las importaciones y dirán que continuarán las negociaciones. Políticamente, Trump no cuenta con incentivos para llegar a un acuerdo ahora mismo, ya que la mano dura con China es una buena medida política. Con la renta variable de EE.UU. en niveles cercanos a máximos históricos y la economía estadounidense todavía sólida, el coste para Trump sigue siendo menor. Además, con la Fed hoy en plena posición dovish, la red de seguridad de Trump aún está intacta para los próximos meses y él continuará impulsando su discurso”, explica Dwek.
Sobre el peor de los escenarios, es decir que la tensión entre los dos países continúe aumentando, Neil Dwane, estratega global de Allianz Global Investors, sostiene que las consecuencias irán más allá del mercado y “podríamos presenciar el fin de un período de globalización de décadas de duración, con varias implicaciones importantes para los inversores”. Y coincide con la lectura que hacen sus compañeros: “El aumento de los aranceles estadounidenses a las importaciones puede elevar la inflación, lo que podría obligar a la Fed a elevar los tipos, subiendo el precio del dólar estadounidense, pero golpeando las expectativas de crecimiento de los Estados Unidos”.
Consecuencias en el mercado
El mercado está muy sensible a todo este contexto de tensiones geopolíticos y posibles escenarios. Muestra de ello es que la semana pasada, ganaron terreno tras confirmarse la reunión entre Trump y Xi Jinping. Y también, las bolsas recibieron el apoyo de los comentarios de los bancos centrales, que apuntan a una relajación de su política monetaria. “El oro aprovechó este clima de incertidumbre y el discurso de los bancos centrales para alcanzar su nivel más alto desde 2013, a 1.390 dólares la onza. El descenso de los tipos de interés desde principios de año, tras la perspectiva de una mayor relajación de las políticas monetarias de los bancos centrales, ha sido el principal factor de apoyo para el oro”, añaden desde el departamento de Investment Desk, de Bank Degroof Petercam.
De cara a lo que queda de año, las gestoras coinciden que el resultado de la reunión entre ambos líderes será uno de los elementos que marcará el mercado, para lo cual están preparando sus carteras. “Ante un escenario de status quo, los mercados de renta variable pueden continuar escalando, considerando que el crecimiento y las ganancias se mantengan igual. Ahora mismo, los parecen preparados para un resultado relativamente positivo a partir de las negociaciones actuales y de no aranceles adicionales. No veo un lado positivo significativo en ninguna noticia por anunciar, ya que no creo que veremos un resultado mucho más positivo que el ya mencionado, con riesgos a la baja si las conversaciones fallan y las disputas escalan”, explica Dwek.
Por su parte, Waistell, destaca que el mercado está mostrando un comportamiento ruidoso y cortoplacista, por lo que mantienen sus carteras con pocos cambios, manteniendo un horizonte temporal a muy largo plazo, de forma que “cualquier corrección en China puede ofrecer puntos de entrada muy atractivos en valores concretos”. Según afirma, “aunque el gigante asiático no es inmune a las consecuencias de un cambio en el régimen comercial, está bien posicionado para adaptarse a una situación de este tipo gracias a su vasto mercado interno: el gasto en consumo chino ya supera el consumo estadounidense, de ahí su importancia para las empresas exportadoras de Estados Unidos. En este contexto, hay muchas empresas chinas del sector servicios que están creciendo muy rápido, que tienen mucho recorrido y que suelen cotizar a valoraciones muy bajas en relación con la oportunidad de generación de caja que ofrecen, lo que nos ha permitido encontrar recientemente buenas oportunidades de inversión en este segmento”.
En el caso del peor de los escenarios, es decir si las relaciones bilaterales se desvanecen, Tony Peng, gestor senior de inversiones multiactivo para Asia Pacífico de Aberdeen Standard Investments, advierte que el comercio, la tecnología y el sector financiero podrían sufrir consecuencias negativas. “Es evidente que los mercados de renta variable de China continental y Hong Kong sufrirían presión a la baja, al igual que ocurrirá con los sectores relacionados con el comercio y los mercados financieros en general. Pensamos que la renta variable y las divisas se verían especialmente afectadas en mercados muy dependientes de las exportaciones como Taiwán y Corea del Sur. Como moneda refugio, se espera que el yen se fortalezca, lo que también podría afectar al mercado de valores de Japón”, argumenta Peng.
Según las gestoras, la reacción del mercado en EE.UU. es totalmente diferente ante lo que pase entre Trump y Xi Jinping. “La bolsa estadounidense está cerca de su máximo histórico. Por lo tanto, creemos que el mercado podría reaccionar positivamente, aunque la reacción podría ser atenuada. No prevemos un fuerte repunte en los mercados de renta variable desarrollados. Debería proporcionar más alivio, principalmente para los activos de emergentes y probablemente beneficiaría a los nombres comerciales más sensibles que han sufrido y han tenido un rendimiento inferior durante las últimas semanas”, añade Chatot.
El papel de los bancos centrales
Pese a que la reunión entre Trump y Xi Jinping vaya a acaparar la atención de estos dos días, los líderes del G20 tienen otros asuntos sobre la mesa. Por ejemplo, los países de la Unión Europea intentarán mostrar su liderazgo y fortaleza, pese a tener pendiente cómo resolver el Brexit. En opinión de Frank Häusler, estratega jefe de Vontobel Asset Management, recuerda que los bancos centrales serán los otros grandes protagonistas de esta cita.
“Dependiendo de la senda de crecimiento, los bancos centrales serán más estrictos o relajarán aún más sus políticas, estamos ante un acto de equilibrio definitivamente difícil en el borde del precipicio. La Reserva Federal, en lugar de ser esposada por los mercados, reaccionará a las condiciones de crecimiento que imperan ante las reacciones de los mercados. En la actualidad, el crecimiento mundial es positivo, pero está impulsado principalmente por los sectores de servicios y de consumo. Creemos que actualmente el sector manufacturero es el problema y que sin ningún progreso en el frente de la disputa comercial, una mejora sustancial del sector seguirá siendo difícil”, afirma Häusler.