La confianza de los equipos directivos de las empresas más grandes del mundo ha alcanzado su nivel más alto desde 2014, pasando de negativa el año pasado a positiva en 2017. Esta es una de las principales conclusiones de un nuevo estudio de Fidelity International. Una confianza que se extiende “por todas las regiones y todos los sectores”, según ha explicado Domingo Barroso, director de ventas de Fidelity en España y Portugal.
Estos son los resultados que arroja la Encuesta a Analistas 2017 de Fidelity, que recoge la visión elaborada por 146 analistas de renta variable y renta fija a partir de 17.000 reuniones con directivos empresariales. A través de la información obtenida en estos encuentros, la firma establece el Indicador de Sentimiento Global de Fidelity, basado en cinco componentes representativos de la salud de las empresa: la confianza de los equipos, la inversión empresarial, los dividendos, la rentabilidad sobre el capital y los balances.
En esta edición, el sentimiento de los analistas se sitúa en su nivel más positivo en comparación con el año pasado, cuando se llegó a la conclusión de que las rentabilidades sobre el capital, la confianza de los equipos directivos y la inversión empresarial estaban descendiendo, dando así lugar a un panorama mucho más incierto.
Pero, ¿qué es lo que ha cambiado de un año a otro? Según apunta Barroso, “es la demanda lo que está impulsando este optimismo, sobre todo en dos aspectos: la rentabilidad sobre el capital y los dividendos. Un hecho que contrasta con el año pasado, cuando la mejora en las empresas venía por una reducción de costes y la fijación de los precios”.
El impulso de la demanda y el petróleo
Según la información recabada por los analistas, los consejeros delegados ven que la recuperación está siendo impulsada por la demanda. Ésta se ha convertido en el principal catalizador del crecimiento de los beneficios en sus empresas y del incremento de las rentabilidades sobre el capital. Toda está recuperación ha estado “alimentada”, en opinión de los analistas, por la subida del precio del petróleo y la revaloración de las materias primas, que además han aliviado las presiones sobre los mercados emergentes.
Pese a ser un final de ciclo, los analistas no detectan signos de las presiones típicas de estos momentos económicos, como un excesivo apalancamiento en los balances. “No vemos que estén apretados, consideramos que están sanos. Y respecto a la preocupación sobre la inflación, que comenzará a subir, creemos que no será un problema por ahora y que puede manejarse”, señala Barroso.
Este contexto ha provocado que este sentimiento positivo abarque a todas las regiones de la economía mundial y que se considere que las cotizaciones empresariales mejorarán en todos los mercados; tan solo los analistas europeos se muestran más cautos que sus colegas norteamericanos. Se cree que los fundamentales de los mercados desarrollados van a seguir mejorando este año, y también se vislumbra una mayor confianza en los equipos directivos, en el pago de dividendos y en la rentabilidad sobre el capital en los mercados emergentes.
“En este sentido, destaca que China pasa del empeoramiento del sentimientos que vimos el año pasado al optimismo”, matiza Barroso, quien llama la atención sobre que este positivismo no sólo es en todas las regiones, sino también en todos los sectores. “Los sectores más tradicionales de la economía tienen una gran mejora, en particular la energía y los recursos naturales, pero es la tecnología de la información (TI) la que lidera el sentimiento empresarial”, afirma.
Las TI parecen que serán las grandes beneficiadas de esta tendencia y, en este sentido, los analistas de Fidelity esperan que el gasto en este sector se mantenga estable o aumente en todos los sectores y regiones. Más de la mitad de los analistas de TI piensa que la confianza de los equipos directivos está fortaleciéndose, lo que se traduce en más inversión empresarial, más rentabilidades sobre el capital y más pagos de dividendos este año. Según Barroso, dos de los sectores que más van a invertir son “la banca y los servicios financieros, y los de telecomunicaciones”.
Riesgos y ruidos en el mercado
Estas buenas expectativas y optimismo no ignoran que estamos “ante un nuevo marco político que está provocando ruido en el mercado”, señala Barroso. Los analistas destacan que el mercado se ha tomado con calma situaciones como el Brexit o la elección de Trump, los dos ejemplos más claros de las tensiones políticas.
Según Barroso, “la incertidumbre política sube, pero no hay correlación con el mercado. Es decir, los empresarios no están supeditando sus decisiones a la política; por lo que política cero, mercado uno”. Aun así, recuerda, habrá que estar pendiente el auge de las políticas proteccionistas y de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que ya está pesando factura en las decisiones de inversión.
Esto supone que, en este horizonte optimista, también hay riesgos. A los analistas de Fidelity les preocupa que haya un nuevo hundimiento en el precio del petróleo, lo que desencadenaría otra oleada de ajustes en el sector energético. Y la erosión que puede sufrir la demandan si se recortan los estímulos en China o empeora la confianza del consumidor en Estados Unidos o en los países emergentes. A esto se suma la sombra de la inflación, sobre todo en el Reino Unido y Estados Unidos, lo que podría endurecer las condiciones financieras internacionales y dañar a muchas empresas.
“Por suerte, no se observan apenas señales de que el riesgo político esté coartando verdaderamente a las empresas. Nuestros analistas no pierden de vista los numerosos retos políticos a los que se enfrenta el mundo, pero, en general, no consideran que vayan a pesar en las decisiones de inversión de las empresas, con la excepción ya mencionada del Brexit”, apunta Martin Dropkin, director del área de Análisis de Renta Fija de Fidelity International.