El salario medio de una mujer latinoamericana es, en promedio, un 11% más bajo que el de un hombre. Pero esta brecha se agranda hasta un 22% cuando se comparan trabajadores con características similares, según el informe “Brechas de Género” del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) que reseña en exclusiva este 8 de marzo la publicación Ambito.com
Además, en promedio, para las áreas urbanas de América Latina, el salario medio de una mujer es un 89% del correspondiente a un hombre.
La brecha persiste, y en ocasiones se agranda, al medir por otros factores, como el nivel educativo del trabajador. En cambio, la brecha salarial de género se minimiza (98%) si se restringe el análisis al grupo de trabajadores que no viven en pareja, lo que sugiere un punto central: gran parte de las diferencias de género en el mercado laboral provienen de una marcada división de roles a nivel de hogar.
Entre las principales causas de la desigualdad salarial, CAF se identificaron: la discriminación o prejuicios de género contra las mujeres en el mercado laboral; las diferencias culturales (por ejemplo ambición o competitividad, usualmente –mal- asociadas a varones) valoradas en el mercado laboral por su productividad; y la autoselección de mujeres en trabajos de menor productividad a cambio de ciertas amenidades, como la flexibilidad.
Participación en el mercado laboral
Para los trabajadores que no viven en pareja, la brecha salarial de género es casi inexistente. Las mujeres que viven solas tienen tasas de participación que son el 90% de las de sus contrapartes hombres. En cambio, en el caso de las mujeres casadas la participación laboral es alrededor de un 60% menor. Esta diferencia, sin duda, ilustra sobre la fuerte interdependencia de las decisiones de conformación familiar y determinación de roles en el hogar.
A la hora de analizar los rubros en los cuales se desempeñan habitualmente las mujeres, el trabajo arrojó que la mayoría de las latinoamericanas son empleadas en el Comercio (29%), la Educación/Salud (23%) y los Servicios Domésticos (10%). La proporción de estos sectores representa más del 60% del empleo femenino total, número que no ha cambiado
En la mayoría de las familias latinoamericanas, las responsabilidades de cuidado de los niños y las tareas domésticas aún recaen sobre las mujeres, reduciendo su disponibilidad de tiempo para trabajar fuera del hogar. El ejemplo utilizado en el documento es Argentina, donde “en el 85% de los hogares más pobres las mujeres son las principales responsables de las tareas del hogar, mientras que solo el 43% de los hombres colaboran en dichos quehaceres”.
Si los datos se desagregan por países, los resultados cualitativos se repiten en todas las economías latinoamericanas, es decir, existe en toda la región una considerable brecha de género en la participación laboral.
Aun así, hay algunas diferencias. Mientras que en Uruguay más del 80% de las mujeres adultas (25 a 54 años) son parte activa del mercado laboral, en Guatemala ese porcentaje apenas alcanza el 50%. En Argentina, no llegan al 70%.
El porcentaje de jóvenes que ni estudia ni trabaja es mucho mayor entre las mujeres que entre los hombres: 24% entre las mujeres y 7% en los hombres. Sin embargo, la cifra se ha desacelerado en los últimos años (en 1992 el porcentaje de mujeres “NiNi” era de 32%)
“América Latina necesita cerrar las brechas de género para lograr una igualdad sustantiva, pero también para impulsar el desarrollo económico y la productividad”, señaló en su presentación Julián Suárez, vicepresidente de Desarrollo Social de CAF.
La metodología del estudio se basa en indicadores de elaboración propia computados sobre microdatos de encuestas de hogares de la región para el período 1992-2015. Las estadísticas incluyen a los 18 países de América Latina: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Vamos por partes.