Una vez terminado el Congreso del Partido Comunista del pasado mes de octubre, China ha vuelto a la normalidad. Desde Kraneshares recuerdan que dicho congreso se celebra una vez cada cinco años y que es “una reunión significativa, porque es cuando se nombra a los nuevos cargos en puestos de liderazgo”.
Con el resultado del Congreso ya en el espejo retrovisor, el equipo de análisis de Kraneshares estudia en profundidad qué está haciendo el gobierno para eliminar los obstáculos políticos remanentes que se habían ido posponiendo hasta la celebración del encuentro, así como sus implicaciones significativas para la economía china.
Cómo relajar la política “Covid Cero”
La implementación en China de controles pandémicos salvó incontables vidas durante los primeros estadios del COVID-19 y después durante la ola de la variante Delta. Desde Kraneshares observan que, por un lado, dichas políticas se están revisando al convertirse en cepa dominante la menos letal variante Ómicron, pero, por otro lado, la población de más edad en China es reticente a la vacunación. “Hasta que suban las tasas de vacunación entre los mayores y los reguladores aprueben una vacuna local basada en ARN mensajero para su distribución, no anticipamos una supresión abrupta de las políticas ‘Covid Cero’”, afirman.
Dicho esto, los analistas constatan que se están produciendo ajustes para reducir el impacto económico de las medidas de control epidémico: “En la actualidad, las autoridades locales siguen imponiendo cuarentenas en función de la exposición a nivel individual, y los eventos de grupos grandes dependen de las tasas de infección, pero el gobierno está evitando cierres en toda la ciudad a la escala de lo que vimos en la primavera de 2022 en Shanghái”.
Los expertos de Kraneshares observan que el gobierno chino es poco dado a realizar cambios políticos significativos, pues prefiere probar y, posteriormente, ampliar las nuevas políticas: “Una prueba de este tipo se está llevando a cabo actualmente en Hong Kong, donde los visitantes extranjeros ya no tienen que pasar la cuarentena. En China continental, los tiempos de cuarentena se han ido reduciendo paulatinamente en los últimos meses y ahora son de solo cinco días en el puerto de entrada, frente a los siete días anteriores en el puerto de entrada y otros cinco a siete en el destino final”.
El canciller alemán Olaf Scholz visitó recientemente China, acompañado por el CEO de la farmacéutica alemana BioNTech, que consiguió aprobación para su vacuna de ARN mensajero para los más de un millón de extranjeros que residen en China. Entre tanto, se han acelerado las aprobaciones a nivel local para las vacunas basadas en nuevas variaciones del virus inactivo. Shanghái aprobó una vacuna oral de CanSino, que siguieron otras doce ciudades. “Podríamos ver una nueva ronda de vacunas de refuerzo en China este invierno de recibir la aprobación de emergencia. Mientras que mucha gente en China ha recibido la pauta completa de vacunación con una vacuna tradicional, el CDC de China ha sugerido que un refuerzo con ARN mensajero podría proporcionar más protección efectiva”, observan desde la gestora.
En Kraneshares también se fijan en el comunicado emitido el pasado 10 de noviembre por el Consejo Estatal, que interpretan como una fuerte señal de que busca equilibrar la realidad económica con el “cero covid”: “La salud y seguridad del pueblo deben ser protegidos en la mayor medida posible, y el impacto de la epidemia sobre la economía y el desarrollo social deben ser minimizados”, afirmaba dicho comunicado. También indicaba que “se deberían dar pasos para contener la expansión del virus y restaurar el orden normal para vivir y trabajar lo más pronto posible”.
La política “cero covid” ha tenido un impacto directo sobre la economía de China, como se vio en el confinamiento de Shanghái, e indirecto, pues la amenaza del confinamiento ha llevado a las familias a ahorrar dinero antes que gastarlo, pesando por tanto sobre la confianza del consumidor y el consumo doméstico. Los analistas de Kraneshares opinan que “los inversores deberían reconocer lo significativo del ajuste y la tolerancia en las nuevas dinámicas de las políticas ‘covid cero’”.
En su opinión, la situación actual de China es comparable con lo vivido en EE.UU. en la primavera de 2021. Durante este periodo en EE.UU. había mucha incertidumbre y confinamientos esporádicos que buscaban establecer un equilibrio entre asegurarse de que los hospitales no estuvieran saturados y la vuelta a la normalidad. “Una vez que las vacunas de ARN mensajero estuvieron ampliamente disponibles para todo el mundo en EE.UU. volvió el optimismo en la vida cotidiana y en los mercados y dejamos atrás los días más oscuros de la pandemia”, recuerdan desde Kraneshares.
Real Estate, el elefante en la habitación
El segundo gran problema para la economía china es la situación del sector inmobiliario. El equipo de análisis de Kraneshares afirma que “el real estate requiere de una actuación equilibrada por parte de los políticos”, y aportan el siguiente dato: mientras que en 1980 solo el 20% de la población china vivía en zonas urbanas, hoy lo hace el 70%, lo que ha provocado un crecimiento masivo de las ciudades – fenómeno que comparan con el de ciudades americanas como Denver, Miami o Phoenix, pero a mayor escala-. Este éxodo provocó una subida consistente de los precios de la vivienda; según China Investment Capital Corporation (CICC) cerca del 60% del patrimonio de las familias chinas está en activos inmobiliarios. “Esta concentración no es ideal, pues los líderes chinos prefieren que los inversores se centren más en la financiación del análisis y desarrollo de bienes y tecnologías que necesitará la economía china en los próximos años”, explican.
Los promotores inmobiliarios también tomaron nota de la expansión geográfica de las ciudades chinas, produciéndose un incremento de la competición entre actores del sector que a su vez llevó a “un crecimiento insano alimentado por la deuda”, según Kraneshares. Las autoridades chinas se dieron cuenta del incremento de la deuda e impusieron límites a estos promotores con poco éxito, pues los incumplieron varias constructoras entre las que se encuentra Evergrande, lo que llevó a su vez a la paralización de cientos de proyectos e impago de la deuda a un amplio consorcio de acreedores locales y extranjeros. La suspensión de la actividad afectó a su vez a compañías vinculadas a la construcción y a sus proveedores, así como a quienes dieron la entrada de apartamentos que no se finalizaron. “Los precios del inmobiliario han caído, arrastrando a la confianza del consumidor y, por consiguiente, al consumo doméstico”, resumen desde la gestora.
Tras el Congreso, las autoridades chinas emitieron nuevas medidas para frenar esta situación; concretamente, el 13 de noviembre el Banco Popular de China (BPCh) y la Comisión Reguladora de Bancos y Seguros emitieron 16 medidas que reducen la normativa anterior y prestan un importante apoyo político a los promotores inmobiliarios. La visión de Kraneshares es que la situación no desaparecerá “hasta que las promotoras terminen lo empezado y la deuda llegue a vencimiento”. “Los inversores deberían reconocer el significativo esfuerzo para estabilizar el sector del real estate y, por tanto, la confianza del consumidor tras el Congreso”, añaden.
Relaciones China- EE.UU.
La economía china ha virado en los últimos años para integrarse en la economía global; como resultado, una jugosa porción de los ingresos de muchas compañías multinacionales, incluyendo estadounidenses, proceden del país. “Mientras que la gente de negocios de EE.UU. y China parecen llevarse bien, las relaciones diplomáticas han sido tensas”, constata el equipo de análisis de Kraneshares. Desde la firma interpretan el ascenso durante el Congreso a miembro del Comité Central de Quing Gang, embajador de China en EE.UU., como una fuerte señal de que las relaciones y comunicación con EE.UU. siguen siendo una prioridad para la administración XI. Además, recuerdan que recientemente se han producido reuniones de alto nivel entre autoridades chinas y estadounidenses: Xi Jinping se reunión con Joe Biden en la cumbre del G-20 en Bali y con Kamala Harris en los encuentros de Cooperación Económica de Asia-Pacífico en Bangkok; la representante comercial de EE.UU. Katharine Tsai se reunió con su homólogo el ministro de Comercio Wang Wentao en el mismo encuentro. Además, el secretario de Estado Blinken visitará China para mayor diálogo. Desde Kraneshares hablan de “progreso constructivo” y concluyen que, tras el Congreso, “los inversores deberían tomar nota de la mejora de la comunicación entre EE.UU. y China”.
En agosto, EE.UU. y China llegaron a un acuerdo para permitir que funcionarios del Consejo de Supervisión Contable de Empresas Públicas (PCAOB) inspeccionen los libros de auditoría de las empresas chinas. Esto podría permitir a las empresas chinas que cotizan en bolsa evitar la exclusión de la lista debido a la Ley de Responsabilidad de las Empresas Extranjeras (HFCAA, por sus siglas en inglés) aprobada por los legisladores estadounidenses en diciembre de 2020. Funcionarios del PCAOB llegaron a Hong Kong para realizar auditorías de Alibaba, Yum China y JD.com, entre otras empresas, en septiembre. El 16 de noviembre, la SEC estadounidense anunció que el PCAOB anunciaría probablemente los resultados de su inspección antes de finales de año. “Dado el entorno diplomático cada vez más positivo en el que entramos tras la reunión Biden-Xi, somos optimistas respecto a que se permita a las empresas chinas seguir cotizando en las bolsas estadounidenses”, concluyen desde Kraneshares.
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