En los mercados de deuda, el consenso inversor se está preocupando por la retirada de los programas de compras por parte de los bancos centrales y la persistencia de la inflación. A medida que la incertidumbre sobre el potencial impacto negativo de la variante Delta en el crecimiento parece estar disipándose, los bancos centrales podrían comenzar a normalizar sus políticas y la tasa interna de retorno de los bonos podría subir.
En la opinión de Mark Nash, responsable de Inversiones alternativas de renta fija en Jupiter Asset Management y gestor de la estrategia Jupiter Strategic Absolute Return Bond, en este entorno es necesario ser mucho más flexible como inversor de renta fija, poder tomar posiciones en todo el rango de activos, incluyendo la deuda de mercados emergentes, y teniendo la posibilidad de posicionarse en corto, utilizar derivados e implementar posiciones de valor relativo.
En un contexto de bajos tipos de interés, con unos rendimientos muy bajos en los tipos de interés, en el que las tasas de interés reales son muy bajas, hay dos caminos para obtener un mejor rendimiento: el primero, bajar en la calidad crediticia y el segundo, incrementar la flexibilidad del espectro de renta fija. En la estrategia Jupiter Strategic Absolute Return Bond, se decantan por la segunda opción pues, en la opinión del gestor, es necesario tener flexibilidad para crear una cartera que pueda tener posiciones cortas, apuestas de valor relativo y posiciones largas en algunos mercados que todavía muestran oportunidades en sus valoraciones como, por ejemplo, la deuda emergente en divisa local.
Las estrategias de rendimiento absoluto no han experimentado un panorama favorable en los últimos seis años, con unas tasas de crecimiento e inflación muy bajas, en las que una simple bajada en la calidad crediticia del mercado de deuda ha sido suficiente para proporcionar los rendimientos esperados por los inversores, con algún sobresalto en términos de volatilidad, pero con la confianza de que los bancos centrales estarían respaldando el mercado con más liquidez. Sin embargo, la situación macroeconómica está cambiando y aquellos inversores que únicamente tengan una exposición al crédito en largo se podrían ver afectados.
Con anterioridad a la llegada de la pandemia, la economía global no se encontraba en buena forma: ningún gobierno estaba gastando en política fiscal, las empresas no tenían confianza y los salarios estaban estancados. En cambio, tras la crisis del COVID-19, se ha producido un gran cambio y se están dando todas las circunstancias para que se dé un ciclo apropiado de reflación. En la actualidad, el gasto fiscal se ha disparado y la crisis energética desatada por la falta de inversión en la transición hacia energías renovables asegura que los gobiernos no disminuirán sus estímulos fiscales hasta que las economías dejen de depender de fuentes de energías fósiles y consigan fuentes de energías limpias confiables a nivel doméstico.
Ha habido un cambio de mentalidad en el que la dependencia en recursos y de economías no domésticas ya no es aceptable. Por lo tanto, el gasto de capital será muy elevado, con una repatriación de las cadenas de suministro y con un énfasis especial en el gasto de capital en transición hacia la economía verde, que cuenta con el soporte de programas como el “New Green Deal” en Estados Unidos o el “Next Generation” en la Unión Europea.
Al mismo tiempo, el incremento salarial también se ha convertido en una respuesta política. Si el incremento salarial se produce sin llevar aparejado un crecimiento en la productividad existe un riesgo de inflación. Pero, se está dando un nuevo enfoque a las políticas migratorias, después de décadas en las que ha habido flujos de inmigración masivos, con una fuerza laboral más numerosa y un menor nivel salarial. Estas políticas no han funcionado muy bien, las empresas han contratado más mano de obra a menor coste y en consecuencia no han invertido en gasto de capital. Si a partir de ahora se ve un mayor proteccionismo en las fronteras, la escasez de mano de obra llevará a un aumento de los salarios locales, provocando que el consumidor local se encuentre en mejor forma. Por su parte, las empresas también se verán obligadas a invertir en gasto de capital y se verán incentivadas por el gasto fiscal.
Si todos estos factores se producen, Nash cree que se podría dar una economía con una base más asentada en la que se puede conseguir una tendencia de crecimiento y generar presiones inflacionistas cíclicas reales. En ese caso, los tipos de interés también podrían subir, conforme la productividad se eleve. Si se retira la liquidez inyectada durante años y repuntan las tasas de interés, una gran parte de los activos financieros en los mercados de deuda y renta variable sufrirán un ajuste en sus precios, en especial, aquellos cuyos subyacentes no estén en buena forma.
¿Por qué invertir en una estrategia de rendimiento absoluto?
En la opinión del gestor, los rendimientos de los bonos podrían incrementarse en los mercados globales, aumentando la inclinación de la curva de tipos. Los inversores que se sitúen en la parte larga de la curva de tipos sufrirán mayores ajustes. El incremento de la prima de riesgo de los mercados de bonos también se traslada a los mercados de renta variable, especialmente para aquellas empresas que no han obtenido los niveles de beneficios esperados.
Dado el punto de partida de las valoraciones actuales, el segmento que debería acusar más una corrección son los mercados de crédito. Por eso, una estrategia long-only no es adecuada y una estrategia de rendimiento absoluto tiene mucho más sentido.
Para cada una de las posiciones que mantiene en cartera la estrategia Jupiter Strategic Absolute Return Bond, tanto en largo como en corto, el equipo gestor tiene un precio objetivo en base a su análisis macroeconómico. De este modo, no invierten únicamente para la consecución de rendimientos, si no que cada posición responde a la visión de las perspectivas macroeconómicas del equipo gestor, evitando caídas bruscas cuando el mercado experimenta algún choque. Si las perspectivas macroeconómicas cambian, reorientarán el posicionamiento de la estrategia.
El equipo gestor utiliza derivados “plain-vanilla” para implementar sus posiciones de valor relativo, por lo que la estrategia no tiene un nivel de complejidad muy elevado. Algo que simplifica el cálculo del valor liquidativo del fondo y facilita la comprensión por parte de los inversores. El principal objetivo de la cartera es obtener un rendimiento ajustado al riesgo del 4% sobre el efectivo, a la vez que mantiene un ratio Sharpe igual o superior a 1.
El equipo gestor busca obtener un desempeño superior cuando los mercados sufren caídas, protegiendo en los momentos de incertidumbre. Por eso, esta estrategia se plantea como una alternativa al efectivo en las carteras, sirviendo de cobertura al núcleo de la exposición en renta fija de los inversores.
La principal tesis de inversión
Una gran parte de la volatilidad del mercado se ha creado como consecuencia del entorno macroeconómico estadounidense. Desde la crisis financiera global, el sistema financiero estadounidense ha cambiado profundamente. El alcance de los bancos se ha contraído y la Reserva Federal tiene que arbitrar en las posibles cuestiones financieras que puedan llegar porque los bancos no son capaces: la escasez del dólar, la crisis de los “repo”, la retirada de compradores en la parte larga de la curva porque China está comprando menos bonos del Tesoro, etc. Todas estas cuestiones están creando volatilidad en el mercado. La pandemia generó un gran choque de liquidez; las empresas aseguradoras, los planes de pensiones y las empresas en general que están domiciliadas fuera de Estados Unidos necesitaron dólares para financiar las compras de activos o sus negocios. Al no conseguir dólares, se vieron obligadas a vender sus activos para conseguir la liquidez, desapalancando la economía global.
Ahora que la economía global se ve en mejor forma, es el momento de considerar vender bonos, vender dólares y comprar deuda de mercados emergentes. La retirada del programa de compras ya está descontada en los precios de los bonos, la Reserva Federal realizará un tapering gradual y lento. En consecuencia, el dólar no se verá tan fuerte, y activos como los mercados emergentes y el euro tendrán un buen desempeño.
La razón por la que los mercados emergentes no han experimentado un rally es porque la Fed siempre ha sido muy agresiva en su política de normalización, subiendo tipos antes de lo esperado. Debido a los estrechos diferenciales de crecimiento entre Estados Unidos y la zona euro, el gestor cree que esta vez será diferente y los mercados emergentes se verán favorecidos.