En los meses de septiembre, octubre y noviembre, Jupiter Asset Management organiza su primer evento virtual, “The Big Picture Series”. Se trata de un conjunto de conferencias en las que la gestora reúne a expertos de varias disciplinas de inversión para discutir sobre temas de actualidad financiera.
Inaugurando la serie, la primera conferencia contó con la presencia de Andrew Formica, CEO de la gestora, quien reflexionó sobre los efectos de la disrupción creada por la pandemia a una escala que no había sido experimentada con anterioridad a nivel global y habló sobre su creencia en “el poder de las mentes activas” para enfrentar los desafíos de unos mercados que se encuentran en un momento irracional.
A continuación, Richard Buxton, director de la estrategia UK Alpha y ex-CEO de Merian Global Investors, y Edward Bonham Carter, vicepresidente de Jupiter Asset Management, charlaron sobre el proceso de unificación de ambas firmas y de los posibles vientos en contra en los mercados: las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la falta de acuerdo en el Brexit y las implicaciones de la crisis del coronavirus.
Después, en el panel de discusión, Katharine Dryer, directora adjunta de inversiones, ejerció como moderadora en un debate que trató sobre la inflación en un mundo que todavía está emergiendo de la pandemia. El debate contó con la presencia de Ariel Bezalel, gestor de fondos y director de estrategia del equipo de renta fija de Jupiter AM, Mark Richards, estratega del equipo de Multiactivos, Chi Kit Chai, responsable de mercados de capitales y CIO de Ping An Asset Management, con sede en Hong Kong, y Ned Naylor-Leyland, gestor de fondos y responsable del equipo Gold & Silver.
En respuesta a la crisis provocada por la pandemia, los bancos centrales y los gobiernos han dado un fuerte giro en sus políticas con una nueva ola de medidas acomodaticias. Mientras los mercados se adaptan a estas nuevas condiciones, el debate se centra en si se dará un entorno inflacionario o deflacionario. Comenzando la ronda de respuestas, Ariel Bezalel, repasó la evolución de la inflación en las últimas décadas, y argumentó que, en su opinión, existe una deflación estructural.
“En los años 80, los bancos centrales, liderados por las acciones de Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, centraron sus esfuerzos en la lucha contra la inflación. Después, la década de los años 90 se caracterizó por ser un periodo de inflación moderada. Mientras que, en la actualidad, la deflación o la desinflación parecen estar gradualmente envolviendo al mundo. En realidad, se trata realmente de una preocupación creciente para los principales bancos centrales. Durante la última década, hemos estado un entorno deflacionario que se ha visto expresado en nuestras carteras con una ponderación alta en los títulos de media y larga duración emitidos por algunos de los emisores soberanos con calificación AAA”, explicó el gestor.
“En la zona Euro, un 60% de las economías está experimentando deflación. De media, si se examina la situación de las economías desarrolladas, la inflación se sitúa en niveles cercanos al 0%. Mientras que, en los mercados emergentes, donde tradicionalmente se han experimentado unos niveles de inflación más elevados, se ha visto como los niveles de inflación disminuían, hasta alcanzar en promedio una inflación del 2%, medida año a año”, añadió.
Según apunta Ariel Bezalel, gran parte de las tesis sobre la deflación se fundamentan sobre el precio de la mano de obra a nivel global. En un mundo con un aumento masivo de la deuda, un envejecimiento de la población, una enorme disrupción por parte de la tecnología y de la globalización, la incorporación de la mano de obra más barata de las economías emergentes a la economía global ha sido clave en el aumento de las presiones deflacionarias.
Otro factor que también se ha visto durante las últimas décadas, es como el capital ha ganado una parte cada vez más grande del pastel frente a la capacidad de negociación de la fuerza laboral. Desde que comenzó la pandemia, algunas de estas tendencias se han acelerado- en concreto la creación de más deuda para tratar de rescatar la economía global-. Pero, para Bezalel, la preocupación no es tanto el aumento de la deuda como la utilidad de ésta. El gestor recalcó que, durante este año, una gran parte del incremento de los déficit fiscales se ha dedicado a rescatar al sector corporativo y a mantener a las personas que perdieron sus empleos. Una deuda improductiva que no ha supuesto un avance en inversión en infraestructura.
Por su parte, Mark Richards, mantuvo una visión ligeramente distinta, con un escenario algo más inflacionario. El estratega del equipo de Multiactivos de Jupiter AM mantiene que algunas de las fuerzas estructurales de las últimas décadas han marcado una tendencia, pero que, por primera vez, en los últimos 30 o 40 años se puede ver una narrativa coherente sobre la inflación basada en una mayor tendencia de las economías hacia la desglobalización.
A finales de la década de los 90 y principios de los 2000, el impacto de la entrada de la fuerza laboral de China en la escena económica global incrementó la oferta mundial laboral. Sin embargo, en la actualidad, se estaría viviendo un proceso a la inversa, que se concreta en las tensión en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. El modo en el que la era post COVID se está dirigiendo hacia una desglobalización de la economía explicaría un posible incremento en la inflación. Una mayor cantidad de dinero debe ser empleada en redirigir las cadenas de suministros, representando un mayor coste para el sistema.
Además, se debe tener en cuenta que, a nivel global, las políticas monetarias están dando paso a las políticas fiscales. Durante la última década, la política monetaria de los principales bancos centrales ha sido expansiva. Ahora, por primera vez en mucho tiempo, tanto la política fiscal como la monetaria se están moviendo en la misma dirección. Según Richards, la principal diferencia en la respuesta de las autoridades a esta crisis frente a las anteriores es que la liquidez que está fluyendo en el sistema está yendo a aquellas partes que tienen una menor propensión al consumo, por lo que el argumento de la velocidad del dinero comienza a ser más convincente.
Los bancos centrales están abandonando los objetivos de inflación fijados hace 30 o 40 años, admitiendo que no son capaces de modelar la inflación. En vez de proyectar una inflación a futuro, los bancos centrales deciden esperar y mantener los tipos de interés en niveles cercanos a cero por más tiempo. Este ángulo en política monetaria, junto con las expectativas, son los elementos por los que Richards defiende un escenario económico inflacionario.
Sin embargo, en la opinión de Chi Kit Chai, existen dos fuerzas opuestas en juego. Por un lado, están las políticas monetarias y fiscales de relajamiento que han sido implementadas para contrarrestar el efecto de la pandemia. Por el otro, también está el proceso de desglobalización que está experimentando la economía.
En las últimas décadas, la globalización ha mantenido los precios de los productos comercializables bajos y también ha representado una fuente de fuerza laboral barata. En este momento, con las tensiones creadas por Estados Unidos y China, también podría darse una disrupción en las cadenas de suministro, y una potencial reubicación de éstas, contribuyendo a la presión inflacionaria. Además, recientemente, la Reserva Federal ha señalado su intención de tolerar unos mayores niveles de precios al modificar su objetivo de inflación.
A juicio de Chi Kit Chai, probablemente nos encontremos ante el final de un ciclo desinflacionario de varias décadas, pero también existen presiones deflacionarias ejercidas por la pandemia y la recesión económica. Por el momento, se desconoce si la pandemia está controlada, si se sufrirán nuevas oleadas o si la vacuna llegará pronto. Por ello, la incertidumbre en los mercados es elevada. Las fuerzas deflacionarias siguen siendo fuertes porque, aunque los gobiernos hayan actuado contra la pérdida de ingresos de los sectores más afectados, el gasto del consumidor no se ha recuperado.
El entorno de tipos de interés cercanos a cero también tiene sus implicaciones en los mercados financieros. Según Chi Kit Chai, nos encontramos en un entorno de alta volatilidad y bajo rendimiento en el que la deuda ha perdido su papel tradicional de generación de rentas y de diversificación en las carteras.
La correlación negativa entre la renta variable y la renta fija se rompe cuando los tipos de interés se aproximan a cero. En consecuencia, el perfil riesgo recompensa se vuelve asimétrico: mientras que la parte alcista se ve limitada, la caída puede ser significativa si los tipos de interés suben. Esto crea muchos desafíos para los inversores, por ello, no solo deberían tener en cuenta la inflación, sino todo este entorno de tipos de interés cercanos a cero.
En una línea de pensamiento similar, Ned Naylor-Leyland, señaló que, desde su perspectiva, el mercado está expuesto tanto a presiones inflacionarias como deflacionarias y que ambas van a persistir en el tiempo.
Según el responsable del equipo Gold & Silver, la deflación existe en la esfera monetaria. Es el resultado de unos 40 años de políticas monetarias acomodaticias que, a su vez, han creado problemas estructurales en los mercados financieros, y más concretamente en el mercado de deuda corporativa, donde existe un exceso de oferta que no va a desaparecer pronto.
Pero, Naylor-Leyland también desafía la percepción de que el coste de la vida no ha subido. La evidencia de que existe una corriente inflacionaria se puede ver en los precios de los productos alimenticios, en especial, desde que la pandemia comenzó.
“La inflación solía ser una medida del coste de la vida y de la capacidad de poder mantener un estándar constante en el nivel de vida. Pero los ajustes en las medidas oficiales de inflación significan que, a nivel del consumidor, la inflación ha estado aumentando de manera descontrolada, no reconocida por los responsables políticos, y eso ha contribuido al aumento del populismo”, comentó.
Desde un punto convencional del mercado, dijo Ned Naylor-Leyland, existen clases de activos individuales a partir de las cuales se pueden conseguir rendimientos, con independencia del tipo de entorno de inflación. Para el gestor, se puede generar rendimientos en una clase de activo individual tomando posiciones prácticamente contrarias dependiendo del área en la que el inversor se esté enfocando.