Si hubiera que definir la gama de fondos temáticos de la gestora suiza J. Safra Sarasin Sustainable Asset Management (JSS SAM) en tres palabras, probablemente estas fueran sostenibilidad, especialización y convicción. Sostenibilidad, porque está en el centro de todos los productos que lanza esta firma, una de las pioneras de la inversión ESG en Europa. Especialización, porque el equipo de gestión de fondos temáticos está compuesto por profesionales profesionales con una profunda experiencia en los campos temáticos determinados. Sus gestores tienen formación en ciencias de datos, ingeniería, investigación biomédica y analistas en el buy-side. Esto les ayuda a disponer del conocimiento más especializado posible y así poder identificar antes y mejor las tendencias que consideran que van a modelar el futuro de estas estrategias. Y convicción, porque uno de los puntos en común de los cinco fondos de la gama es lo concentrado de sus carteras. Por ejemplo, en el caso del fondo JSS Sustainable Equity – Tech Disruptors, su gestor Tomasz Godziek afirma: “Tenemos el fondo tecnológico más concentrado del mundo”, con tan solo 36 posiciones.
Godziek ha estado recientemente de visita en Madrid para hablar de todos los fondos que integran la gama de renta variable temática sostenible de JSS SAM: JSS Sustainable Equity – Green Planet, JSS Sustainable Equity – Future Health, JSS Sustainable Equity – SDG Opportunities, JSS Sustainable Equity – Next-Gen Consumer y el ya citado Tech Disruptors. Mientras que los fondos Green Planet y SDG Opportunities están clasificados como fondos Artículo 9, los otros tres fondos son Artículo 8.
A la caza de tendencias
El proceso para la construcción de las carteras de estos cinco fondos se organiza en una serie de capas. La primera de ellas, la más global, es la aplicación de métricas para determinar el grado de sostenibilidad que presentan las compañías del universo de inversión: el equipo gestor aplica primero criterios de exclusión y después la matriz de sostenibilidad diseñada internamente en la casa. “Tiene un enfoque ‘best in class’ en la selección de ciertas compañías dentro de cada sector basándonos en el perfil ESG de cada sector”, aclara Godziek.
El segundo paso consiste en la identificación y análisis de factores de riesgo y oportunidades que pueden condicionar el futuro de cada sector. “Nos centramos en cambios o transformaciones de gran envergadura. Una vez que identificamos esas tendencias, analizamos la cadena de valor para encontrar las empresas mejor posicionadas para capitalizar estas tendencias específicas de cada sector”, detalla el gestor.
El experto aclara que la premisa para identificar que un cambio sea transformacional (que tenga un impacto relevante en la manera de operar de esa industria en los años venideros), el equipo se plantea una serie de interrogantes: “Nos preguntamos si un cambio en concreto va a dar paso a un mercado completamente distinto. Nos preguntamos si el mercado tiene un tamaño suficiente. Y utilizamos una serie de recursos diferentes, desde acceso a blogs especializados a fuentes que trabajen en esa industria”.
El equipo analiza aspectos como las barreras de entrada presentes en cada industria o que las empresas presenten modelos de negocio escalables. Godziek pone como ejemplo a los fabricantes de semiconductores: «La inteligencia artificial está creando la necesidad de chips cada vez más potentes. Al mismo tiempo, nos encontramos en medio de una transformación masiva de las arquitecturas informáticas necesarias para soportar estos complejos cálculos de IA. Mientras que en el pasado el motor clave de la innovación en tecnología fue la miniaturización y el fenómeno denominado Ley de Moore, en la actualidad estamos llegando a limitaciones físicas en cuanto al tamaño de nuestros dispositivos. Por tanto, los futuros avances en informática se lograrán a través de innovaciones verticales, como la ingeniería de nuevos materiales o diseños de chips más eficientes. Estas tendencias beneficiarán a algunas empresas muy especializadas en la cadena de valor de la IA».
Al preguntarle cuáles han sido los impulsores o detonantes de la rentabilidad detrás de esas temáticas transformacionales, el experto apunta a una serie factores. “La inversión temática ofrece a los inversores una exposición a los motores seculares del crecimiento a largo plazo. La forma en que pensamos sobre nuestra gama de productos temáticos es la siguiente: queremos proteger el planeta, así como mejorar los resultados para las personas. Todo ello es posible gracias a la innovación médica y tecnológica. Por ejemplo, en nuestro fondo JSS Sustainable Equity – Green Planet (el de mayor tamaño de la gama, con 373 millones de dólares bajo gestión) buscamos solucionar problemas como que el 80% de las aguas contaminadas se siguen vertiendo a los ríos o más del 90% del plástico se sigue produciendo a partir de combustibles fósiles. Queremos proteger el planeta y este está afrontando múltiples problemas que estamos ayudando a resolver a través de nuestras inversiones”, explica.
Otras tendencias que están impulsando estos cambios nacen de la combinación de tecnología y avances científicos para abordar problemas de salud física y salud mental, gracias al desarrollo de nuevos medicamentos y terapias. El aumento de las tensiones geopolíticas también tiene un gran peso: “Las tensiones entre EE.UU. y China, su pugna por atraer talento tecnológico y capacidades han acelerado la tendencia hacia la desglobalización”.
¿Ha sido la pandemia una detractora de tendencias? A ojos del representante de JSS SAM, ha actuado más bien como un impulsor: “No diría que la pandemia haya sido un evento negativo desde el prisma de la inversión temática. De hecho, en áreas como la digitalización ha actuado como un acelerador, particularmente en segmentos como la ciberseguridad”.
El gestor también tiene una visión matizada sobre el papel de la regulación en la inversión sostenible y temática: “Creo que solo conseguirán dominar este nuevo entorno los mejores gestores, especialmente los que tengan expertise particularmente en inversión sostenible. Pienso en las gestoras que tienen equipos de inversión y sostenibilidad especializados que ayuden a sus clientes a navegar la regulación, pero también es necesario cierto nivel de automatización, de tecnología, para controlar y cumplir con todas las nuevas regulaciones”. “No creo que estas regulaciones supongan una limitación masiva para lo que hacemos nosotros, tan solo es necesario operar de una manera más consciente”, añade.
Altas convicciones
Una vez identificadas estas compañías, el tercer paso es someterlas a un análisis financiero. El equipo identifica qué compañías están más expuestas a estas transformaciones, cuáles están mejor posicionadas dentro de la cadena de valor y si tienen valoraciones atractivas.
Aunque las carteras están muy concentradas en valores de alta convicción, con alto grado de diferenciación entre ellos para garantizar una buena diversificación, una de las principales premisas que sigue el equipo es que ninguna compañía presente una ponderación superior al 10%. “Lo que no queremos es tener microposiciones decimales en la cartera, porque eso diluye la atención del gestor. Si tenemos confianza, invertimos en la compañía. Si no tenemos confianza, no la compramos”, zanja el gestor.
Godziek recomienda a los inversores interesados en esta gama un horizonte de inversión de al menos cinco a diez años, habida cuenta de que las tendencias a las que ofrecen exposición son seculares: “Esperamos que se produzcan muchos puntos de inflexión en industrias como la ciberseguridad, IA, terapias génicas, enfermedades raras… Hay mucha innovación en juego que abrirá nuevos mercados de gran tamaño”, concluye.
Puede conocer más sobre la gama de fondos de renta variable temática sostenible de J. Safra Sarasin SAM a través de este paper.