La transformación económica que requiere la lucha contra el cambio climático consiste en un equilibrio entre los desafíos a corto y a largo plazo, así como la capacidad de identificar a las compañías que ofrecen soluciones y que serán las ganadoras del futuro, señalaron desde JP Morgan Asset Management en un webinar en el que presentaron su visión de la inversión sostenible para 2022.
Jennifer Wu, directora global de inversiones sostenibles de JP Morgan AM, trazó un panorama sobre las oportunidades de encauzar capital a las áreas que contribuyen a mitigar el cambio climático, mientras que Sara Bellenda y Francesco Conte, gestores del Climate Change Solutions Fund, y la especialista en inversiones Katie Magee explicaron las características particulares de este fondo temático, que combina la ciencia de datos y la inteligencia artificial con alta convicción para la elaboración de la cartera.
Pese al aumento de los precios de los activos vinculados a los combustibles fósiles el año pasado, Jennifer Wu subrayó que el riesgo financiero es inseparable del riesgo climático. Por ello, si bien estos altos precios representan una oportunidad a corto plazo, no será duradera. Uno de los principales motivos es el precio de las emisiones de carbono. «Es una tendencia que vemos, en Europa claramente, donde el precio se duplicó el año pasado y en los dos últimos años ha aumentado de forma exponencial el porcentaje de emisiones globales de carbono cubiertas por esquemas de comercio de emisiones», señaló. A largo plazo será muy costoso para las compañías seguir emitiendo gases de efecto invernadero y tener ganancias.
Pero no es la única razón: el cambio climático es una amenaza para los activos en sí, como ha podido observarse en los últimos años con los desastres naturales a nivel mundial. Es necesario considerar la relación entre la vulnerabilidad de los países al cambio climático y sus capacidades de mitigación, es decir tanto de financiar la transición energética como la adaptación climática (por ejemplo, la reconstrucción tras los desastres). Es preocupante la gran cantidad de países que presentan vulnerabilidad y a la vez poca capacidad de respuesta, señaló Wu (ver gráfico).
«Este tipo de análisis nos permite evaluar el riesgo/beneficio a la hora de considerar activos. No solo es importante tener en cuenta las evaluaciones geográficas, sino mirar la cadena de suministro global al hacer el análisis bottom-up a nivel de las compañías. Y este es un ejemplo de cómo el cambio climático está cambiando los fundamentales de los activos en nuestras carteras», subrayó.
El mayor riesgo a corto plazo en 2022 es la volatilidad. «Los flujos hacia las inversiones verdes han aumentado las valoraciones e inflado un poco las expectativas», añadió, y recordó que para alcanzar las emisiones netas cero es necesaria una capacidad tecnológica y de innovación que todavía no existe, lo que implica que los inversores tienen que trabajar duro «para encontrar a los ganadores del futuro mediante un análisis fundamental y profundo».
«Lograr un equilibrio entre algunos shocks a corto plazo versus cambios estructurales a medio y largo plazo será un dilema a afrontar por muchos inversores sostenibles. La clave es no distraerse y no adoptar una política de mera exclusión o inclusión. Tanto los análisis bottom-up como top-down son igualmente importantes», resumió la experta.
Biodiversidad como tema estructural
Otro tema central de cara a este año es la biodiversidad, que tiene una relación directa y clara con el cambio climático, tanto en términos del impacto de este último en la reducción de la biodiversidad como porque en torno al 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero están causadas por actividades que a la vez dañan la biodiversidad.
«La naturaleza es cada vez más la solución al problema. Más del 30% de las mitigaciones de emisiones antes de 2030 pueden proceder de soluciones vinculadas con la naturaleza, y la mitad de evitar la desforestación», indicó Wu.
Los sectores que más dependen de la biodiversidad representan el 15% del PIB mundial: se trata de alimentos y bebidas, agricultura y construcción. «La pérdida de biodiversidad es un claro riesgo para los inversores, porque la capacidad de estos sectores de generar valor puede verse destruida si sufre la biodiversidad de la que dependen».
Datos e inteligencia artificial
El tercer gran tema para 2022 es el uso de los datos. Los inversores deben cambiar la manera en que utilizan los datos para el análisis ESG, destacó Wu. Hay tres áreas en las que avanzar: por una parte, los datos prospectivos, como las críticas de las ONG, que JP Morgan AM analiza para prever futuras controversias. En segundo lugar, el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para analizar toda la cadena de suministro, una tarea muy compleja pero que cada día se hace mejor. «Al identificar y analizar la cadena de suministro, podemos determinar por ejemplo qué porcentaje de algodón utilizado en producir una camiseta procede de granjas controvertidas», explicó.
Finalmente, el área de datos en tiempo real ofrece posibilidades para llenar los vacíos de información. «Por ejemplo, las imágenes satelitales nos permiten establecer exactamente de dónde proceden las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque las compañías no revelen esos datos».
En resumen, Wu destacó que en renta variable habrá volatilidad a corto plazo, pero no cambiará la tendencia a más largo plazo a una economía más sostenible. Comprender mejor la biodiversidad proporciona un terreno fértil para oportunidades a capitalizar.
En renta fija seguirá creciendo el mercado de bonos verdes, pero con un mayor escrutinio de la calidad y el control como, por ejemplo, la normativa de la UE. Además de los bonos verdes, hay oportunidades en los espacios de los bonos azules y sociales, entre otros.
En cuanto a los alternativos, la silvicultura destaca como una nueva clase de activo que presenta una gran oportunidad económica tanto como material sostenible para la construcción como para la reducción de los gases de efecto invernadero.
Climate Change Solutions Fund
La manera de dar forma a todos estos objetivos es el Climate Change Solutions Fund, lanzado en diciembre bajo el artículo 9 de la SFDR europea, explicó por su parte la especialista de inversiones Katie Magee.
Se trata de una estrategia temática que se centra en compañías que ofrecen soluciones al cambio climático, como las energías renovables, mejora de la red eléctrica, limitación de la huella de carbono de los edificios en los que vivimos y trabajamos, transporte y alimentación. Magee destacó que no se trata de un fondo ESG amplio, sino enfocado en este tema específico.
«Cada activo que incluimos tiene una vinculación directa con uno de los cinco subsectores que consideramos», agregó, y que están relacionados con las áreas que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero: energía e industria, transporte, construcción y agricultura, a los que se suma como quinta área de inversión el reciclaje.
La construcción de la cartera sigue un proceso innovador: «Combinamos nuestra experiencia en datos, IA y conocimientos cuantitativos para examinar el mundo entero y encontrar compañías que encajen en nuestro perfil. Y a partir de allí trabajamos con más de 90 analistas de todo el mundo para hacer un análisis fundamental bottom-up de estas compañías e identificar aquellas que queremos tener y con una valoración que estemos dispuestos a pagar. Finalmente, el equipo de inversión sostenible nos ayuda con las características sostenibles de esta cartera evaluando cada empresa para asegurarnos de que está realmente alineada con los objetivos de sostenibilidad que queremos conseguir».
El resultado, subraya, «es una cartera de alta convicción con entre 50 y 100 firmas de todas las regiones, sectores y capitalizaciones. Solo están las compañías que realmente creemos que pueden proporcionar las soluciones [al problema del cambio climático]».
Los gestores del fondo Sara Bellenda y Francesco Conte ofrecieron ejemplos de las compañías incluidas. «Nos movemos de la era de los combustibles fósiles a la de la electrificación», indicó Conte, lo que se observa claramente en el avance y las inversiones millonarias en el coche eléctrico. Pero, «no tiene sentido usar un coche eléctrico si la electricidad se genera del carbón, así que necesitaremos inversiones masivas en energías renovables. Nos interesamos por compañías que posibilitan la electrificación en toda la economía global».
El abastecimiento en las energías renovables tiene además una enorme volatilidad, por lo que la gestión de la red es fundamental, así como su transporte desde los lugares donde se genera a donde se consume, por ejemplo, la energía solar del sur de Europa que se transmite a los países del norte.
Bellenda subrayó la importancia de la construcción sostenible y el papel de las compañías que consigan descarbonizar el sector, mediante soluciones de aislamiento, eficiencia energética, iluminación LED o calefacción y ventilación más eficientes.