El endurecimiento de la normativa en sectores concretos de China ha hecho caer bruscamente los valores en el país en los últimos meses, pese a lo cual desde JP Morgan AM mantienen su optimismo en torno a las perspectivas a medio plazo de los activos chinos, si bien reconocen que puede transcurrir cierto tiempo hasta que se recupere la confianza.
En un informe elaborado por Hugh Gimber, estratega de mercado global, y Tai Hui, estratega jefe de mercado para Asia-Pacífico, los expertos exponen que la reciente actuación de los legisladores se comprende mejor en el contexto de los esfuerzos de Beijing por equilibrar el crecimiento a corto plazo con los objetivos políticos a más largo plazo. «En el sector tecnológico, los legisladores chinos están tomando medidas a fin de abordar el uso inadecuado del poder de mercado, limitar las oportunidades de arbitraje regulador y aumentar la competencia en el mercado», destacan.
Otro enfoque emergente es la ciberseguridad, por el cual se está prestando especial atención al tratamiento de los datos de los usuarios que realizan las empresas y en el que los autores ven claros paralelismos con las medidas normativas que se han observado en los mercados desarrollados en los últimos años.
Aunque el escrutinio ha sido particularmente importante en las empresas que han optado por cotizar en el extranjero (a menudo, entidades chinas pertenecientes al sector tecnológico que cotizan en bolsas estadounidenses), Hugh Gimber y Tai Hui no creen que China vaya a poner en riesgo su capacidad competitiva en este sector. «No creemos que resulte de interés estratégico para China el castigar a las entidades nacionales a la vanguardia del sector, sobre todo habida cuenta del contexto de arraigada rivalidad con EE. UU.», escriben.
El sector de la educación, por otra parte, también ha experimentado cambios normativos importantes. El Gobierno chino ya no aprobará la constitución de nuevas empresas privadas de educación. Además, las empresas existentes de refuerzo escolar deberán convertirse en instituciones sin ánimo de lucro. Aunque la enseñanza privada es una formación facultativa en la mayoría de países occidentales, la enseñanza extraescolar se ha generalizado en China hasta tal punto que actualmente las autoridades conciben esta casuística como uno de los principales desafíos en materia de política social.
Las medidas más recientes se han diseñado con el propósito de aliviar tanto la carga psicológica que suponen las clases adicionales para los estudiantes como la carga financiera que este representa para los padres, con miras a frenar la caída de la tasa de natalidad en China a la larga.
«En este contexto, no prevemos que las severas medidas iniciadas en el sector educativo se generalicen en el sector privado (…) No creemos que tal intención represente un cambio fundamental en otro objetivo clave a largo plazo: la apertura de los mercados chinos al capital extranjero», consideran.
Se están realizando esfuerzos sustanciales para integrar tanto la renta fija como la renta variable chinas en los índices internacionales: «En nuestra opinión, los legisladores tendrán muy presente que no desean que las medidas normativas socaven el atractivo de los activos chinos frente a la comunidad inversora mundial».
¿Qué cabe esperar a continuación?
La reunión del Buró Político de principios de agosto facilitó una mejor comprensión de la dirección que tomarán las políticas económicas y normativas durante el resto del año. Aún se están preparando nuevas reformas para determinados sectores de la «nueva economía» en los que las autoridades chinas desean lograr mejores resultados sociales o un mejor entorno competitivo. La incertidumbre normativa continuará siendo elevada hasta que se esclarezca el alcance de las reformas, en particular para aquellos sectores que resulten sensibles a nivel político o social.
Con todo, resulta importante reconocer que muchos de los líderes de la nueva economía de China aún contarán con margen para trazar su crecimiento futuro; han estado colaborando estrechamente con el Gobierno durante muchos años y continuarán haciéndolo. Asimismo, habrá sectores que se beneficiarán gracias a los futuros cambios políticos. Entre estos, se cuentan los sectores tecnológicos centrados en el clima cuyo objetivo es facilitar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, los relacionados con la aceleración del despliegue de vehículos eléctricos y otros sectores críticos para lograr la autosuficiencia en segmentos clave de la cadena de suministro de tecnologías.
Por último, el impacto del contagio de la variante delta continúa siendo una suerte de espada de Damocles. Esta cuestión será un tema a seguir de cerca durante los meses venideros: podría haber nuevas restricciones y esto podría repercutir en la cadena de suministro mundial.
Para la inversión, concluyen los autores, los acentuados descensos de los últimos meses han servido como recordatorio de que la renta variable china tiene un nivel de volatilidad más alto que el de muchos otros mercados. Durante los últimos 25 años, la rentabilidad anualizada del mercado de valores chino es superior al 5% en términos de divisa local, pese a que la media de las caídas intraanuales se sitúa en torno al 30%. Anticipar los niveles inferiores de cualquier corrección del mercado es una tarea imposible, aunque ahora las valoraciones han caído sustancialmente, desde más de 18 veces las ganancias a 12 meses del MSCI China en el punto álgido de principios de año hasta el nivel actual, por debajo de las 14 veces.
«La volatilidad a corto plazo no ha cambiado fundamentalmente la oportunidad de inversión a largo plazo en China, la cual se basa en la innovación tecnológica y el aumento de la demanda nacional», subrayan. En definitiva, «el aspecto clave para los inversores es acceder a los mercados chinos de la forma correcta: mediante una cartera diversificada de empresas, tanto nacionales como extraterritoriales, y con un enfoque activo que pueda diferenciar entre los ganadores y perdedores en relación con los objetivos políticos a largo plazo del Gobierno».