¿Ha frenado la pandemia el momentum de la inversión sostenible en el sector financiero? Un informe de JP Morgan Asset Management advierte de que los responsables políticos se han visto obligados a centrarse en gestionar la crisis y sus economías; un apoyo público, que, a menudo, se ha ampliado sin ningún tipo de requisitos de ASG. Aun así, los flujos de fondos siguen evidenciando el interés por la sostenibilidad en las inversiones y lo más probable es que la crisis acelere la agenda ASG. Tras analizar el impacto de la COVID-19 en los criterios ambientales, en esta segunda parte, la gestora se centra en los sociales y los de gobernanza.
Un aumento de la desigualdad
El documento -elaborado por la responsable global de inversión sostenible de JP Morgan AM, Jennifer Wu– hace hincapié en que la crisis de la COVID-19 ha magnificado la desigualdad: entre quienes tienen acceso a sistemas de salud eficientes y los que no, entre quienes pueden trabajar desde casa y los que no, entre los niños que pueden acceder a la educación online y los que no, etcétera. De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, el 61,5% de los trabajadores con ingresos superiores al percentil 75 tienen la capacidad de trabajar desde casa, pero solo el 9,2% de los que ganan menos del percentil 25 pueden. “En consecuencia, las pérdidas de empleo relacionadas con la COVID-19 son mucho más pronunciadas en el caso de las personas con menores ingresos”, asegura.
Asimismo, advierte de que el coronavirus no se limita a aumentar la desigualdad en el seno de las sociedades, sino también entre países: los emergentes más pobres son los más perjudicados, ya que sus sistemas de atención sanitaria están menos equipados para hacer frente a esta crisis sanitaria. “Sin embargo, los países pobres se verán probablemente más afectados a nivel económico, dada su dependencia de los flujos o remesas financieras de su diáspora en países ricos”, destaca. En Senegal, por ejemplo, esas remesas representan el 10% del PIB, y el 62% de esos flujos proceden de países que han implementado medidas de confinamiento.
El informe destaca que la mayoría de los países han adoptado medidas para reducir los efectos de la crisis en sus poblaciones, pero las prestaciones generosas y los subsidios temporales de desempleo únicamente se conceden a quienes tienen un contrato de trabajo formal. “En muchas economías emergentes, la mayoría de la población no tiene contrato, sino que vive de pequeños trabajos realizados en la economía informal”, advierte. De media, el 64% de la población de los mercados emergentes trabaja dentro de la economía informal, cifra que en India alcanza el 80%.
Además de las consecuencias a corto plazo, JP Morgan AM espera que la crisis tenga algunas implicaciones significativas a largo plazo, como una mayor pérdida de empleo debido al aumento de la automatización. Según varias estimaciones, alrededor de un tercio de la población activa mundial verá sus puestos de trabajo alterados por la inteligencia artificial durante la próxima década. Ahora que la automatización reemplaza a muchos trabajadores debido a las restricciones por el virus, es posible que pierdan definitivamente sus empleos por culpa de la tecnología. “En nuestra opinión, las empresas deberán aumentar su inversión en recursos humanos mediante una formación continua y la mejora de las condiciones de salud y seguridad de los trabajadores”, reza el informe.
Otra tendencia a corto plazo que cree que podría convertirse en un cambio a más largo plazo es que los proveedores de servicios sanitarios de todo el mundo compitan por adoptar métodos de tratamiento que eliminen la necesidad de reuniones físicas. Asimismo, la gestora destaca los cambios que se están produciendo en la cadena de suministro: los bienes y servicios se empiezan a adquirir a nivel más local, lo que podría ser una mala noticia para los mercados emergentes. Allí, “muchas economías pueden enfrentarse a un desempleo prolongado cuando la demanda de sus bienes previamente exportados se agote y la mano de obra no pueda mejorar rápidamente sus competencias”.
El valor de la gobernanza
Según JP Morgan AM, esta crisis está sirviendo de prueba de estrés a gran escala de la resistencia de las empresas en todo el mundo. La repentina pérdida de ingresos, junto con la necesidad de reorganizar de forma completa y acelerada las cadenas de valor y los métodos de interacción con empleados y clientes, ha resultado perjudicial para muchas compañías. “Como cabría esperar, las que cuentan con una mejor gobernanza han salido mejor paradas hasta ahora”, asegura.
De hecho, el MSCI World Governance Quality ha retrocedido un 5% hasta la fecha, mientras que el MSCI World ha caído un 10%. Las estrategias defensivas de asignación de capital se han visto recompensadas, dado que el nivel de liquidez en los balances se ha convertido en un indicador más interesante para los inversores que la rentabilidad por dividendo.
Además de sortear la crisis, los consejos de administración tendrán que velar por mantener su enfoque en la sostenibilidad de sus empresas a largo plazo. “La presión financiera prevista, la inminente recesión y la actual incertidumbre exigirán que las empresas se enfrenten a complejos problemas de asignación de capital, en los que será necesario llegar a un compromiso”, asegura la gestora.