A principios de año, la sostenibilidad estaba en lo más alto de la agenda política, con nuevas iniciativas climáticas que abarcaban desde la COP 26 hasta el lanzamiento del Acuerdo Verde Europeo. Los gestores de activos daban prioridad a la integración de los factores ASG, mientras que el desarrollo de nuevas soluciones de inversión sostenible seguía acelerándose en respuesta al creciente interés de los inversores. Sin embargo, un informe de JP Morgan Asset Management advierte de que la COVID-19 ha cambiado las prioridades y los responsables políticos se han visto obligados a centrarse en gestionar la crisis y sostener sus economías. Y este apoyo público a menudo se ha ampliado sin ningún tipo de requisitos de ASG.
¿Ha frenado la pandemia el momentum de la inversión sostenible en el sector financiero? El análisis -elaborado por la responsable global de inversión sostenible de la gestora, Jennifer Wu– apunta que los flujos del mercado sugieren lo contrario. En Estados Unidos, Morningstar informó de que había registrado cerca de 10.000 millones de dólares estadounidenses de flujos de entrada en fondos de inversión colectiva y fondos cotizados sostenibles. En cuanto a los inversores, considera que la crisis acelerará la agenda ASG, con consecuencias de gran alcance.
JP Morgan AM hace hincapié en que el medioambiente es tan solo un aspecto de la ecuación, ya que la crisis también ha revelado la importancia de los factores sociales y de gobernanza “porque, hasta ahora, las empresas con una orientación más a largo plazo han demostrado ser más resistentes”. En esta primera parte del análisis, aborda las consecuencias que deja la pandemia en la “A” (medioambiente) de la ASG.
Pérdida de momentum, pero compromiso intacto
La primera conclusión a la que se llega cuando se estudia el impacto de la crisis de la COVID-19 es que su influjo positivo sobre el medioambiente. Las imágenes por satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de la NASA muestran un descenso sustancial de las concentraciones de dióxido de nitrógeno en muchos países. En ciudades como París, Roma, Milán y Madrid, los niveles han bajado un 50% entre marzo y abril, frente al mismo periodo del año anterior. Asimismo, el informe de Wu destaca que las medidas de confinamiento han obligado a mucha gente a teletrabajar, abandonando su trayecto diario en coche, y la actividad industrial y el consumo de carbón para la generación de energía han disminuido sustancialmente.
“Sin embargo, estos beneficios medioambientales a corto plazo conllevan una importante pérdida de momentum en la lucha contra el cambio climático. La crisis del COVID-19 ha provocado la cancelación de manifestaciones climáticas y el aplazamiento de la COP 26 hasta 2021”, advierte. Para la gestora, esto último constituye un importante contratiempo en un momento en que la carrera climática está en marcha. Según las mediciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, el 2020 podría convertirse en el año más cálido desde que hay registros. “No podemos permitirnos perder un año más”, afirma Wu.
El documento hace hincapié en que la reducción a corto plazo de las emisiones de gases de efecto invernadero también podría verse eclipsada por un rápido aumento del consumo de combustibles fósiles cuando las economías empiecen a reactivarse. “Por otro lado, los bajos precios de la energía podrían agravar su aumento”, advierte al recordar que, durante la gran crisis financiera, las emisiones disminuyeron de 32 gigatoneladas (2008) a 31,5 (2009) antes de volver a aumentar a 33,2 en 2010.
No obstante, para JP Morgan AM, los avances tecnológicos ofrecen cierta esperanza. El coste de producción de electricidad a partir de energías renovables es cada vez más competitivo, al igual que el coste de almacenamiento de baterías, lo que debería contribuir a contener el aumento de los gases de efecto invernadero conforme se recuperan las economías. “Además, la significativa volatilidad de los precios del petróleo registrada en las últimas semanas se suma a la presión sobre las naciones dependientes del petróleo para que diversifiquen sus fuentes de ingresos, augurando un futuro más verde”, destaca.
En el ámbito político, la gestora entiende que las políticas de reducción del riesgo climático se han pospuesto, y que “los gobiernos y las empresas reconocerán la necesidad de intensificar sus medidas de adaptación al clima para prepararse mejor frente a la próxima crisis”. La Comisión Europea ha publicado una declaración en la que afirma que sigue trabajando en los preparativos de una política y unas prioridades a largo plazo, incluido el Acuerdo Verde Europeo. Además, los jefes de Estado de la UE han respaldado esta iniciativa al encomendar a la Comisión Europea la preparación de un plan de recuperación centrado en las transiciones verde y digital.