El entorno actual de mercado es propicio para el riesgo: así lo defendió John Bilton, responsable global de Estrategia y Soluciones Multiactivo en JP Morgan AM, en el marco del evento con prensa internacional que la gestora celebró recientemente en Londres. “Somos positivos porque nos encontramos en un entorno de crecimiento coordinado, ligeramente por encima de la tendencia post-crisis y que, aunque en la última parte del ciclo en EE.UU. (y en fases más tempranas en Europa, emergentes y Japón), aún durará, con un bajo riesgo de recesión el próximo año”.
Aunque sube lentamente, la inflación hasta ahora ha decepcionado y se mueve por debajo de las expectativas, de forma que los bancos centrales están adaptando sus políticas a la hora de acometer la normalización monetaria (desde la idea de cuándo necesitarían hacer para contener la inflación hacia cuánto pueden permitirse hacer en un entorno de menor inflación a la esperada), de forma que un excesivo endurecimiento monetario sería el mayor riesgo en el horizonte, mucho más clave que las tensiones geopolíticas, defiende el experto.
Pero la normalización es inevitable: “Este año hemos visto un alto crecimiento en el mundo desarrollado, con un patrón más sincronizado, pues ese crecimiento se ha dado sobre todo fuera de EE.UU., país que se encuentra en la última parte del ciclo; un escenario que requiere que los bancos centrales retiren sus estímulos para evitar la gestación de burbujas. El hecho de que la inflación sea baja no es un impedimento para que las autoridades monetarias normalicen sus políticas”, dice Bilton. En concreto, espera tres-cuatro subidas de tipos más de aquí a finales de 2018 por parte de la Fed, algo que el mercado todavía no refleja.
Los balances de los bancos centrales también han comenzado con la normalización pero progresarán lentamente, defiende el experto, que explica que dicha normalización impulsará al alza las primas de riesgo, pero matiza que éstas no llegarán a los niveles pre-crisis: “Los inversores piden ahora un 1% menos de prima que en el pasado, y cuando la Fed retire sus estímulos la prima volverá a subir pero para finales de 2018 prevemos un crecimiento de 30-40 puntos básicos en la rentabilidad de los bonos, en un entorno de normalización gradual”, comenta. Así, aunque no ve fuertes ventas en renta fija, en un entorno de inflación controlada, reconoce que habrá más vendedores que compradores en la deuda pública, lo que empujará las rentabilidades al alza, si bien de forma suave. De forma que los bonos seguirán siendo clave en las carteras para lograr una buena diversificación. “Los bonos aún tienen su lugar en las carteras y todo inversor debería pensar en la diversificación. El crédito es un activo que nos gusta (sobre todo frente a la deuda soberana) pero preferimos tomar riesgo de beta en renta variable”, matiza.
En resumen, este entorno de crecimiento global positivo, inflación contenida y normalización monetaria gradual (y necesaria para contener las burbujas) es propicio para el riesgo en renta variable, dice, pero siempre con una perspectiva de gestión activa y diversificación (las bajas correlaciones y la baja volatilidad crean oportunidades de diversificación). Aunque las valoraciones de las acciones son altas, no son extremas, defiende, sobre todo en comparación con los bonos: “La cuestión no es necesariamente si la renta variable es cara, sino si es cara con respecto a lo que trato de conseguir para mi cartera”, y explica que, comprando con un horizonte temporal de tres-cuatro años, son los beneficios los que importan –que mejoran en casi todas las regiones-, más que las valoraciones. “Aún hay un camino por delante para la renta variable, a pesar de los precios”, apostilla.
Oportunidades en bolsas emergentes
A lo largo de las conferencias, diferentes expertos explicaron dónde encuentran algunas de las oportunidades más atractivas en renta variable, si bien la gestora sobrepondera el activo de forma global. Una de las regiones donde hay más optimismo son los mercados emergentes, donde, según Richard Titherington, CIO y responsable de Mercados Emergentes y renta variable de Asia-Pacífico en la gestora, es clave mantener una gestión activa. “Lo que conduce las rentabilidades a corto plazo es sobre todo la beta, las valoraciones, pero cuanto más lejano es el horizonte temporal, mayor importancia cobran los beneficios y los dividendos. De forma que, cuanto más a largo plazo miremos, mayor importancia tiene la rentabilidad de las compañías individuales y menos cuenta la rentabilidad del mercado en agregado”. Y añade que, invertir a largo plazo, cuando mejor funciona la gestión activa, es clave en estos mercados: “A corto plazo funciona si eres trader o un especulador pero si lo que preocupa es el ahorro de cara al futuro, es necesario un horizonte mayor. En emergentes se obtienen mejores retornos cuanto mayor es ese horizonte”.
El experto, que defendió la importancia del análisis interno, dentro de la gestora, habló de un escenario con dispersión en los retornos, con grandes diferencias entre ganadores y perdedores, y por tanto, con “fantásticas oportunidades” para los inversores activos, puesto que los índices además ofrecen una sobreexposición a temas como materias primas y menos acceso a tendencias de consumo y urbanización.
En general, habló de un escenario positivo para estos mercados, con un crecimiento en situación de mejora y mayor que el de los mercados desarrollados; una situación de reflación “templada” de cara al futuro, lo que resulta beneficioso porque, al ser los beneficios corporativos más cíclicos, necesitan de inflación; una situación de recuperación en las divisas (pues el dólar no está fuerte); y riesgos, como el proteccionismo y China, sin demasiadas alarmas: “La mayoría es demasiado pesimista sobre China”, comenta. Y todo, en un contexto de valoraciones atractivas, a pesar del rally de este año. “Los mercados emergentes no están sobrevalorados y aún están en los estadios tempranos de la recuperación económica y de los beneficios”, por lo que prevé buenos retornos de cara al futuro.
Buenas perspectivas en Europa y EE.UU.
También en el mundo desarrollado hay oportunidades. En renta variable europea, Rajesh Tanna, gestor del equipo de Renta Variable Internacional, junto al también gestor Jon Ingram, y Malcolm Smith, responsable de dicho grupo, defendieron un entorno benigno en el que las bolsas europeas se verán beneficiadas, gracias a la recuperación económica y a pesar de lo que a primera vista podrían parecer obstáculos: “La recuperación global ayuda más a las compañías europeas de lo que frena la fortaleza del euro: esperamos que el crecimiento en los beneficios de las compañías continúe el próximo año”, defendían los expertos.
En EE.UU., las oportunidades también son notables, a pesar de lo que pueda parecer por los precios: “Muchos se han perdido el rally en las bolsas estadounidenses porque estaban centrados en una posible corrección en lugar de seguir la tendencia”, explicaba Susan Bao, gestora del Equipo de Renta Variable estadounidense en JP Morgan AM. La experta reconoció que las valoraciones en términos absolutos del S&P500 son las mayores en 25 años pero dibujó un péndulo imaginario, desde los niveles mínimos de 2008 hasta los actuales, con un movimiento continuado, debido a la existencia de tres catalizadores que pueden hacer subir aún más a este mercado: el primero, un escenario de bajos tipos de interés reales; el segundo, unas valoraciones más atractivas que las de los bonos (con una rentabilidad de beneficios –earning yield- del 5,7% en el S&P500 frente al 5,6% en bonos de baja calidad y alto riesgo de default); y, en tercer lugar, un escenario de crecimiento de los beneficios por acción de “un dígito alto o hasta un 10%”. La experta también aseguraba que “los mercados alcistas en renta variable suelen ser interrumpidos por una recesión”, algo que no ven en el horizonte, y hablaba de las políticas de Trump como favorables al activo (pues la reforma fiscal y la desregulación podrían beneficiar a las pequeñas y medianas empresas del país).
La experta dibujó un escenario con muchas oportunidades para los gestores activos y se decanta por un sesgo cíclico en la cartera, comprando nombres “deep value”, como financieras o firmas tecnológicas (capaces de ofrecer un alto crecimiento orgánico y con fuertes balances) y también sobreponderando oportunidades mal valoradas, algunos nombres ganadores en sectores como el del shale oil, o el retail. La infraponderación está en los llamados “bond proxies”, compañías correlacionadas con el comportamiento de los bonos y que se comportan más bien como éstos, con un sesgo defensivo y que en un escenario de bajos tipos han tenido mucho éxito pero cuya valoración no es sostenible: como ejemplos, REITS o el sector de consumo básico. “Los inversores están en consumo básico porque en un entorno de recesión puede ofrecer retornos estables, pero si no hay recesión, ¿por qué pagar tanto por ellos?”, se pregunta.