Perfección y disciplina son los pilares fundamentales en el “modus operandi” de Jon Bell en su filosofía de inversión. “Los dividendos son clave para los rendimientos que los inversores de renta variable han obtenido. Son muy fiables y consistentes. Buscamos explotar la importancia de éstos, pero lo hacemos de una manera muy disciplinada”, afirma el gestor de cartera en renta variable global en Newton, parte de BNY Mellon IM.
El punto de partida para la selección de los activos que componen la cartera de los fondos de inversión es elegir una empresa que tenga una rentabilidad por dividendo de un 25% superior a la del índice global. “Si la rentabilidad cae por debajo de la del mercado nos vemos obligados a vender la empresa”, señala Bell.
El gestor también destaca que la importancia de la sostenibilidad de los dividendos es algo prioritario. “Es muy importante, así como también lo es el tipo de criterios que utilizamos para evaluar esa sostenibilidad”.
Una inflación incierta y duradera en el tiempo
Para entender el contexto económico, Bell fija la mirada en el ritmo del cambio tecnológico, o la transición energética de los combustibles fósiles a la energía verde. “Son cosas que sabemos que están ocurriendo y que nos ayudan a entender el mundo”, señala el gestor.
El gestor considera que, aunque es muy difícil predecir el futuro, “la inflación va a ser más alta durante más tiempo. No sabemos cómo de altos serán los tipos de interés, pero va a pasar mucho tiempo antes de que volvamos a tipos de interés muy bajos. Estamos bastante seguros de que no vamos a ver al BCE ni a ningún banco central bajando los tipos”.
También apunta que, en lo que va de año, en Estados Unidos, el 85% del rendimiento ha sido impulsado por 10 empresas, todas ellas relacionadas, de algún u otro modo, con la Inteligencia Artificial. “En general, los rendimientos del mercado han sido bastante buenos, pero ha sido un pequeño puñado de empresas las que han impulsado ese retorno”, aclara Bell.
Apuesta por la diversificación en carteras
“Durante muchos años la renta fija no ofrecía una rentabilidad muy atractiva, en absoluto, y había pocas razones para invertir. Ahora que los rendimientos son más altos, creo que las inversiones en renta fija tienen un papel que desempeñar en las carteras”, sentencia Bell.
El gestor en renta variable se muestra a favor de la diversificación en carteras.“No hay que invertir todos los activos en lo mismo, hay que diversificar entre diferentes estilos”, explica.
Sin embargo, Bell evidencia una ventaja significativa en la renta variable, en comparación con la renta fija; “por definición, los ingresos de una cartera de renta fija son fijos. Los ingresos de una cartera de renta variable pueden crecer y, en tiempos de mayor inflación, el hecho de que una renta variable pueda hacer crecer sus ingresos es realmente importante porque eso ayuda a proteger a los inversores del impacto de la inflación”.
Los bonos de representación no han perdido atractivo. “Creo que sectores como el de los servicios públicos siguen siendo tan llamativos como antes, han tenido un rendimiento inferior y se han comportado en línea con los valores de renta fija. Eso los hace más atractivos porque sus valoraciones han caído y aunque son bastante similares a los bonos, tienen mejor crecimiento y potencial de dividendos brutos”, añade Bell.
La demanda de productos referentes a la transición energética es indudable. “Las carteras sostenibles, y creo que eso es lo más atractivo de una cartera de rentas, ofrecen diversificación a los inversores en un momento en que las valoraciones del crecimiento y las acciones están de nuevo en niveles muy altos”, apunta.
En cualquier caso, Bell asegura que hay que ser muy selectivo en el momento de invertir. La confianza en los equipos de gestión resulta ser arriesgada. “Los equipos de gestión comienzan a creer que son invencibles y que pueden gastar dinero en lo que quieran y serán recompensados por ello, pero hay que pensar mucho sobre cómo emplear ese dinero. Creo que eso es lo que diferencia a las empresas que pagan dividendos del resto de las empresas cotizadas”, expone Bell.
El sector farmacéutico: una gran oportunidad
Además de valorar aspectos como la deuda, el balance, la rentabilidad o la gobernanza, el gestor pone el foco en los cambios estructurales clave en los mercados, en los que opina “se puede ver un envejecimiento de la población”. Según destaca, “esto crea demanda de atención sanitaria y de varios productos. Se trata de un cambio estructural en el que uno quiere estar en el lado correcto. Esto contribuirá a la generación de efectivo de la empresa y a la sostenibilidad de los dividendos”.
El cambio en el modelo de negocio de las empresas farmacéuticas viene impulsado por la innovación. “Gran parte de esa innovación está en tratamientos de cáncer o Alzheimer. Para que a las empresas farmacéuticas les vaya bien tienen que ser innovadoras y producir medicamentos que, al final, ahorren dinero a los sistemas sanitarios. Las valoraciones son muy atractivas”, subraya Bell.
Las empresas de biotecnología están perdiendo parte del potencial. “Ahora los nuevos productos son medicamentos biológicos; productos muy complicados en los que el proceso de investigación y desarrollo es muy complejo y cuando algo se vuelve más difícil, las posibilidades de éxito disminuyen”, detalla el gestor.
Sin embargo, esto conlleva la creación de un modelo de negocio similar a una empresa de productos de consumo. “Si nos fijamos en la valoración de estas empresas en comparación con las empresas farmacéuticas, todavía hay una gran brecha y eso creo que es la oportunidad”, comenta Bell, que añade: “las empresas que pagan dividendos se diferencian porque son mucho más disciplinadas sobre lo que hacen con su flujo de caja en comparación con otras empresas”.