Nos encontramos al inicio de un ciclo de endurecimiento de políticas monetarias. Pero este nuevo ciclo tiene varios elementos que lo diferencian de los anteriores. Por un lado, los bancos centrales mantienen un desmesurado volumen de activos en sus balances. Por el otro, el hecho de que la tasa de interés se haya situado en torno a cero en los últimos años ha distorsionado los mecanismos del mercado, haciendo más difícil predecir cómo se comportarán los activos ante el cambio de régimen monetario.
Según explica Jim Cielinski, responsable global de renta fija en Janus Henderson Investors, los activos refugio pueden no seguir el comportamiento esperado al menos al inicio del ciclo, por lo que los inversores deberán ser extremadamente ágiles y no depender únicamente de la historia para guiarse. Coincide con esta opinión George P. Maris, gestor de carteras y co-responsable de renta variable en la región Américas de la gestora, que defiende que las tasas reales negativas han creado importantes desequilibrios estructurales en el mercado durante la última década.
Sin embargo, se ha llegado a un nuevo paradigma en el que la inflación ha aparecido con un carácter más permanente y algunos de los principales bancos centrales ya han iniciado su ciclo de subidas de tipos: Banco de Inglaterra, Reserva Federal, Banco de la Reserva de Australia. Esto tendrá un efecto sobre las valoraciones de todas las clases de activos, desde la renta variable hasta la renta fija en un entorno en el que todavía emergen brotes de COVID-19 y en el que la invasión rusa de Ucrania ha incrementado el nivel de riesgo geopolítico.
Por eso, para el gestor es más importante que nunca que los inversores estén orientados hacia el análisis de los fundamentales, para invertir en las empresas adecuadas, bien desde renta variable o desde renta fija. En sus carteras, están utilizando este periodo de volatilidad para proteger a los inversores y para crear un rendimiento sustancial cuando la niebla que cubre los mercados se disipe.
Mientras que para Alex Crooke, co-responsable de renta variable para la región EMEA y Asia-Pacífico, cree que el ciclo de endurecimiento de la política monetaria probablemente no será tan agresivo en Europa como en Estados Unidos. Pero, en cualquier caso, los tipos europeos también acabarán subiendo y esto tendrá su efecto sobre la deuda, aunque quedan abiertas muchas incógnitas: ¿está esta deuda colocada en instrumentos a largo plazo que pueden estar algo más aislados de los tipos a cortos y de las subidas? ¿afectará más a las hipotecas o a los préstamos a corto plazo? Además, Europa se ha visto directamente afectada por la escalada del precio de la energía como consecuencia del conflicto entre Rusia y Ucrania. La región se encuentra en pleno proceso de transición hacia las energías renovables, pero gran parte de sus políticas energéticas, sobre todo en países como Alemania, Italia y Austria, se basaba en el gas barato de Rusia. Como resultado, cabría esperar que la energía permanezca estructuralmente más cara en Europa.
¿Hay alternativa a la renta variable estadounidense?
Desde hace un par de años, el acrónimo “TINA” -There is no alternative-, entendido como que no hay alternativa a invertir en el mercado de renta variable estadounidense, ha dominado la narrativa del consenso. No obstante, para Cielinski este discurso es incompleto, en el momento en que se abandone el entorno de tipos ultra bajos que se ha mantenido hasta ahora, los bonos recuperarán parte de su atractivo. A medida que se materialice el cambio de ciclo, los rendimientos de los bonos se ajustarán al alza, mostrando su capacidad para generar rendimientos y como elemento diversificador en las carteras. Este nuevo ciclo de subidas será más persistente y esto se está reflejando ya en los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años, que de un 1% han pasado a estar cerca del 3%.
Asimismo, Crooke cree que la innovación no es una exclusiva de Estados Unidos ni de su sector tecnológico. Existen muchas áreas de disrupción fuera de la industria del software. Por ejemplo, en Europa la transición hacia la descarbonización está creando oportunidades en empresas de energías renovables y el reciclaje porque hay una fuerte presión política por hacer un uso más eficiente de las materias primas y en generar menores emisiones de carbono. Por otra parte, China, la segunda mayor economía mundial se ha quedado algo rezagada en su crecimiento. El gigante asiático consiguió salir con rapidez de la pandemia, pero a partir de 2021 adoptó su política de COVID cero, afectando fuertemente a su recuperación. Mientras el país no regrese a la senda de la expansión, la economía global también se verá afectada, ya que China es un gran impulsor del consumo de productos europeos, americanos y asiáticos, así como de materias primas a nivel global. Para Crooke es muy probable que la recuperación llegue entre 2022 y 2023.
Para Maris no es tan importante la geografía como las áreas de crecimiento secular, en especial la tecnología, la sanidad y la biotecnología y algunas áreas de consumo donde todavía se van a ver unas ganancias significativas con las innovaciones que se van a implementar a futuro. Y dentro de estas áreas de crecimiento secular, no todas las empresas líderes tienen su domicilio en Estados Unidos. Por ejemplo, empresas de materiales, energía o financieras que están fuera de EE. UU. están comenzando a tomar la delantera. Otro ejemplo son las grandes farmacéuticas, que en su mayoría tienen su domicilio en Europa. En algunas industrias estadounidenses se ha creado una burbuja, entre el 40% y el 50% del índice de crecimiento del Russell 1000 está representado por cinco o seis acciones. Por eso, en Janus Henderson mantienen una exposición más equilibrada diversificando entre industrias y capitalización bursátil. Muchas de estas empresas son multinacionales, por lo que sus ingresos no dependen de una región en particular, creando oportunidades de crecimiento a nivel global.
Desaceleración en el crecimiento
Por ahora parece poco probable que Estados Unidos entre en recesión, al menos según la definición técnica de la misma. Pero lo que sí apunta Maris es que la economía se está desacelerando. Según indica el gestor, el factor al que hay que prestar atención es la velocidad a la que se está produciendo el cambio. El endurecimiento de las políticas monetarias disminuirá la liquidez disponible en los mercados, pero también están todavía presentes la irrupción del COVID y del conflicto en Ucrania, factores afectan de forma estructural al equilibrio entre la oferta y la demanda, haciendo que las perspectivas sean más desafiantes.
A su favor, Estados Unidos tiene una tasa de desempleo por debajo del 4%. Incluso en los peores escenarios es poco probable que aumente en un plazo de más de cinco años. Pero los vientos a favor de la economía global se están disipando, por lo que es necesario ser más cautos e invertir en las empresas adecuadas con balances sólidos y un buen poder de fijación de precios.
En Europa, el panorama se presenta algo más complicado. El mercado de trabajo muestra algo más de desempleo, situándose en el 7%. En consecuencia, el crecimiento salarial no es un factor tan importante como en Estados Unidos. Pero la región se está viendo afectada por el impacto en los precios de la energía. Las naciones europeas están tratando de reducir su exposición al petróleo ruso, cuyo consumo se desplazará probablemente a otros países de Asia y África, produciendo un exceso de crudo producido en otras regiones que será comprado por Europa. En el caso del gas, la logística es más complicada, pues su proceso de licuefacción implica la construcción de plantas, y el consecuente gasto de tiempo y dinero. Con unos precios de la energía elevados durante más tiempo, se limitará el gasto de los consumidores europeos. De hecho, Alemania ya está en riesgo de entrar en recesión técnica, pero en la opinión de Crooke no se trataría de una recesión profunda, porque los precios podrían comenzar a caer de nuevo pasado el shock inicial en la oferta de energía.
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