El aumento de los temores de inflación, la retirada gradual de las medidas de estímulo por parte de los bancos centrales y la ralentización del crecimiento económico han hecho temer a los inversores que la recuperación de la renta variable pueda estar llegando a su fin. Sin embargo, según indica Matt Peron, director de análisis en Janus Henderson Investors, el riesgo de que el ciclo de mercado termine de forma prematura es más bajo de lo que temen algunos inversores. En su conjunto, las tendencias que están causando incertidumbre en el ciclo de mercado de la renta variable, podrían estar ayudando a ampliar el ciclo de la renta variable, en lugar de terminarlo.
Los cuellos de botella en las cadenas de suministro y la escasez de la mano de obra, junto con la liberación de la demanda acumulada, han producido subidas de precios en todos los ámbitos de la economía, empujando la inflación hasta niveles no vistos desde hace una década. El temor por el aumento de la inflación ha desencadenado la retirada gradual de las medidas de estímulo por parte de los bancos centrales en un entorno de crecimiento económico irregular. Estos dos factores hacen que los inversores cuestionen la robustez de la renta variable. Si bien el ciclo de mercado no sigue la trayectoria auge y recesión habitual, debido al impacto de la pandemia global, el riesgo de que el ciclo de mercado termine de forma prematura es, en la opinión de Janus Henderson, más bajo de lo que teme el consenso del mercado.
El problema de la inflación
De cara a 2022, la inflación seguiría siendo el principal riesgo para el ciclo de mercado, por lo que los inversores deberán estar atentos a su evolución. En el corto plazo, es probable que los precios sigan subiendo, pero algunos de los principales motores de inflación como, por ejemplo, el crecimiento de los salarios y el coste de las materias primas, podrían comenzar a moderarse. Tras una subida inicial en las ganancias salariales, la escalada podría ralentizarse a medida que más gente se reincorpore a la población activa, se remunere a los trabajadores con otras prestaciones, como la posibilidad de trabajar desde casa y las empresas automatizan ciertos trabajos, sustituyendo mano de obra con tecnología.
El nuevo año también podría significar el comienzo de la transición del COVID-19 de una crisis sanitaria a una enfermedad endémica capaz de gestionarse sin necesidad de acometer cierres en la economía. En el sureste asiático, un marcado aumento de los contagios durante el mes de julio condujo a confinamientos que afectaron a la producción de ropa y de semiconductores. En países como Vietnam, estas medidas redujeron el número de casos, pero también lastraron en gran medida el PIB del país, poniendo en peligro la inversión extranjera y reduciendo la exportación. En consecuencia, el primer ministro reconoció que el país no podía “recurrir a medidas de cuarentena y confinamiento indefinidamente”.
El aumento de las tasas de vacunación y el desarrollo de nuevos medicamentos prometedores que han demostrado limitar la gravedad de la infección podrían ayudarnos a “cohabitar con el coronavirus” en 2022. No obstante, es probable que la transición se produzca a varias velocidades. Los problemas de suministro que ya se han acumulado en la economía también tardarán en resolverse, con lo que los inversores deberían prepararse para un crecimiento irregular.
Según los datos del Oficina de Análisis Económico (BEA) de los Estados Unidos, el PIB real del país aumentó a una tasa anualizada de un mero 2% durante el tercer trimestre de 2021 (frente al 6,7% en el segundo), pues el gasto de consumo acusó la preocupación en torno a la variante delta, las escaseces de suministro y el fin de los programas de ayuda gubernamental.
Una ralentización transitoria de la economía podría ser un desarrollo favorable hacia un ritmo de crecimiento sostenible. Los generosos programas de estímulos implementados durante la pandemia han conducido a un fuerte aumento de las tasas de ahorro personal, dando a los inversores poder adquisitivo incluso con precios al alza.
La expansión también se apoya en la subida de los precios de la vivienda, en la solidez de los mercados de capitales y en las ganancias salariales. En Europa, los hogares han acumulado un excedente de liquidez equivalente a 2,7 puntos porcentuales del PIB, unos 300.000 millones de euros en 2020, una cantidad que probablemente se incrementó a principio de 2021, según los datos de SPG Global Ratings. Con la previsión de que estos excedentes mantengan el poder adquisitivo de las familias hasta que las tasas de ahorro se normalicen a lo largo de 2022.
Durante la fase inicial de recuperación, el gasto de los consumidores se centro en la compra de coches, electrodomésticos, ropa y otros artículos, mientras que el gasto en restauración y viajes se vio rezagado. Por ejemplo, en España, la llegada de turistas durante los meses veraniegos fueron solamente el 50% de las de 2019. En Francia, la ocupación hotelera fue de 20 puntos porcentuales más baja, según los datos de SPG Global Rating. Una vez relajadas las restricciones sociales, estas tendencias se están revirtiendo. La rotación del consumo de bienes a servicios podría ayudar al crecimiento económico en 2022, permitiendo que se recuperen los inventarios y se calmen las presiones sobre los precios. En la opinión de Janus Henderson, el gasto goza de espacio para crecer.
La actuación de los bancos centrales
Los bancos centrales, que inundaron el mercado de liquidez tras la fase bajista que comenzó con la irrupción de la pandemia, están retirando sus políticas acomodaticias. El repliegue de los programas de compras mensuales de bonos y otros instrumentos financieros ya ha comenzado, siendo el siguiente paso la subida de tipos de interés.
Las subidas en los tipos se suelen percibir como un componente de riesgo para la renta variable, ya que un precio del dinero más elevado reduce el valor presente de los beneficios, los dividendos y los flujos de caja futuros. Sin embargo, desde Janus Henderson Investors puntualizan que el elemento que suele ser más importante es el ritmo de cambio de los tipos de interés.
Así, una subida repentina de tipos podría ahogar el crecimiento, mientras que hacerlo con excesiva lentitud podría acelerar el riesgo de inflación. Por eso, es importante que los bancos centrales encuentren un equilibrio en el proceso de normalización de sus políticas monetarias.
Por ahora las autoridades monetarias han actuado con cautela. En octubre, un mes después de lo anticipado por los economistas y tras esperar a que se apaciguara un brote de COVID-19, el Banco de Reserva de Nueva Zelanda elevó su tipo de efectivo en 25 puntos básicos hasta el 0,5%. En noviembre, el Banco de Inglaterra mantuvo su tipo de interés de referencia inalterado, debido a temores en torno al mercado laboral. Por su parte, el Banco Central Europeo considera muy poco probable que se produzcan subidas en el precio del dinero en 2022, a pesar de que la inflación ya se esté notando en la alimentación y la energía.
No obstante, existen otras fuerzas desinflacionarias que siguen ayudando a mantener los precios bajo control, impulsar el crecimiento y respaldar las valoraciones de la renta variable como la digitalización de la economía. Además, nuevos estímulos fiscales serán implantados por los gobiernos, entre ellos la ley de infraestructura de 1 billón de dólares aprobada recientemente en Estados Unidos y el plan de recuperación NextGenerationEU, de 750.000 millones de euros. Por último, el proceso de normalización de balances y tipos de interés de los bancos centrales tardará años en desarrollarse, mientras que la rentabilidad a vencimiento o TIR del bono a 10 años permanece en terreno negativo.
¿Cómo deben actuar los inversores?
Desde Janus Henderson creen que la recuperación continuará en 2022, por lo que los inversores no necesitarían adoptar una postura demasiado defensiva y podrían posicionar sus carteras en la fase inicial y media del ciclo. Esto se traduce en un mayor atractivo de las áreas de mercado orientadas a una economía todavía al alza, pero que sean capaces de navegar cambios en políticas monetaria, escasez de mano de obra y la persistencia del COVID-19, aunque esta última se espera que sea cada vez menor.
El value sigue teniendo valor
Si no se producen sorpresas y las subidas de tipos se realizan de forma gradual, el PIB debería continuar creciendo en 2022. De materializarse este escenario, los sectores de orientación value como, por ejemplo, las finanzas, la industria, los materiales y la energía podrían experimentar un nuevo rally.
Los múltiplos de valoración de la renta variable value siguen siendo atractivos en comparación a los de las acciones growth. A comienzos de noviembre, el PER proyectado a 12 meses para el índice MSCI World Value era de 15 veces, mientras que para el MSCI World Growth, la misma métrica era más del doble. Esta brecha se puede explicar por el factor de larga duración de las acciones de crecimiento, algo que eleva el atractivo de las acciones value en el corto plazo. Una vez la política monetaria sea algo más neutra, el crecimiento secular volverá a un primer plano, brindando más respaldo a las acciones growth.
Aplicando este sesgo a nivel geográfico, la eurozona tiene un porcentaje de representación mayor en industrias cíclicas como el consumo discrecional, finanzas y la industria. Del mismo modo, su índice de referencia el MSCI Euro, cotiza a un ratio PER inferior a la media de los mercados desarrollados. Además, puede que el ciclo de normalización del BCE lleve más tiempo, pues la región no ha experimentado el mismo nivel de escasez de mano de obra que Estados Unidos o el Reino Unido.
Aunque los mercados emergentes de renta variable tuvieron un peor desempeño en la segunda mitad de 2021, este grupo de países podría beneficiarse del crecimiento continuado de la economía global en 2022, en especial si llega aumentar la demanda de materias primas y exportaciones de la región.
¿Quiénes serán los ganadores?
Conseguir una producción eficiente frente a la subida de los costes de insumos y de los salarios, unida a las restricciones de mano de obra será clave para que las empresas salgan mejor posicionadas y amplíen sus cifras de beneficio y justifiquen una mayor valoración en sus acciones. Se espera que las empresas incrementen el gasto en tecnología de hiperautomatización y que estas nuevas tecnologías se combinen con nuevos procesos que podrían reducir los costes de explotación en un 30%, según un estudio realizado por la firma de análisis Gartner.
Además, las empresas que disponen de marcas competitivas o efectos de red potentes serán más capaces de repercutir un incremento de preciso sobre los consumidores. Este tipo de firmas puede pertenecer tanto al estilo value como growth y serán, en la opinión de Janus Henderson, un componente clave en las rentabilidades de 2022.
En la opinión de Janus Henderson, las acciones value podrían protagonizar periodos de fortaleza durante la próxima fase de la recuperación. A largo plazo, no obstante, la gestora cree que la innovación seguirá siendo un importante motor de crecimiento, y que las empresas innovadoras podrían ver crecer sus flujos de caja a tasa compuesta, a un ritmo superior al de los mercados y la inflación.