Europa ha hecho frente a desafíos políticos y económicos desde la crisis financiera global en 2008-2009, que dejó un panorama árido para las operaciones de las empresas europeas. La investigación del Instituto de Finanzas Internacionales indica que la prolongada austeridad de Europa —limitación de la deuda, déficits de los países y, en definitiva, el gasto público— y la inacción política redujo el crecimiento del PIB en un 10% en Europa comparado con EE. UU. (1). Si a ello le añadimos el difícil constructo político de una unión monetaria europea sin una unión política y el crecimiento a dos velocidades (norte frente a sur de Europa), el continente lo ha pasado mal.
Actualmente, la respuesta política a la crisis del COVID-19 está siendo más rápida y mayor que nunca. El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado volúmenes enormes de compras de activos, junto con una relajación de los requisitos de capital de los bancos para reducir los costes de endeudamiento e incrementar el crédito en la zona euro. La rigidez de las reglas sobre los presupuestos públicos y los objetivos de inflación se han relajado, lo que ofrece margen a la economía europea para recuperarse del impacto económico de la crisis. La diferencia entre la respuesta a la crisis financiera global y a la crisis del COVID-19 es evidente.
Esta acción política implica que la recuperación posterior a la pandemia será probablemente muy diferente a otras que hemos visto por lo que respecta a su velocidad. Al haber evitado la restricción del crédito y los impagos generalizados, y con un sector bancario mucho más fuerte, es probable que evitemos los impactos de segundo orden que suelen provocar un largo y lento retorno de la confianza. Por el contrario, a medida que se administran las vacunas y se pone fin a los confinamientos, las altas tasas de ahorro de los consumidores hacen probable una rápida vuelta a la actividad normal.
Europa presenta valoraciones atractivas
En la situación actual, el mercado europeo parece barato. La diferencia de valoraciones entre Europa y EE. UU. (medida por el precio-beneficio de Shiller, según se muestra en el gráfico 1) se sitúa en niveles extremos, lo que parece ofrecer un punto de entrada atractivo para la renta variable europea. Si a ello le añadimos la política flexible del BCE, el contexto económico para la renta variable europea es alentador.
Europa es un mercado diverso y sólido
Los responsables de asignación de activos a menudo se refieren a Europa como una apuesta de valor o una área para asignar tácticamente cuando se requiere una mayor ciclicalidad, sobre todo dado su peor comportamiento con respecto a EE. UU. en la última década y la exposición relativamente elevada de la región a los sectores financiero e industrial. Lo que esta conclusión no reconoce es que Europa cuenta con un amplio abanico de empresas líderes mundiales que tienen una gran cuota de mercado global (véase el gráfico 2). Desde mercados incipientes, como el de la captura krill, hasta el de la diálisis, pasando por el de los artículos de lujo y el de los piensos para animales respetuosos con el medioambiente, estas empresas ofrecen diversos productos con unos fundamentos sólidos que han logrado prosperar en un contexto macroeconómico mediocre. Esta diversidad permite a los inversores europeos equilibrar la exposición entre empresas cíclicas con precios atractivos y aquellas con cuotas de mercado dominantes enfocadas en temáticas de crecimiento secular.
La década de la sostenibilidad
La última década puede definirse por el ritmo de la tecnología de los valores de megacapitalización, que han dominado y han dado forma al mundo en que vivimos hoy. Los gigantes tecnológicos han liderado los mercados durante la última década, impulsando los índices estadounidenses que ocupaban, mientras que la falta de exposición de Europa le ha hecho quedarse rezagada. Sin embargo, mientras las empresas tecnológicas de megacapitalización se enfrentan a un control sobre el comportamiento anticompetitivo, las normas laborales y la difusión de “noticias falsas», la importancia de los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) han ido a más. Los inversores exigen a las empresas que rindan cuentas por sus operaciones y por los productos y servicios que ofrecen, analizando minuciosamente sus credenciales ESG. En todo el mundo, las prácticas sostenibles desempeñarán un papel fundamental para definir el futuro de las empresas. ¿Podrían ser los factores ESG la próxima temática de crecimiento secular?
Europa ha hecho del cambio climático una de sus mayores prioridades
La sostenibilidad es un elemento importante de la inversión ESG. Europa es líder en la cruzada para asegurar que la sostenibilidad y el cambio climático ocupen un lugar prioritario en la agenda. El “Green Deal”europeo pretende que el bloque de los 27 países genere cero emisiones netas de carbono para 2050. En diciembre de 2020, los líderes de la UE propusieron un nuevo objetivo más ambicioso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% comparado con los niveles de 1990 para 2030, lo que convierte a Europa en una de las regiones más ambiciosas a la hora de abordar los problemas relacionados con el cambio climático. Estos esfuerzos se han visto reforzados por el Fondo para la recuperación de la UE, que ha colocado la sostenibilidad en el centro de los esfuerzos para reparar los daños económicos y sociales provocados por la pandemia del covid-19. Se ha acordado un paquete de estímulo dotado de 1,8 billones de euros para construir una Europa más verde y resiliente. Entre los ámbitos prioritarios de la Comisión Europea se encuentran las energías renovables, la movilidad verde, la ola de renovación y el hidrógeno. Estas prioridades darán un impulso a muchos sectores en Europa.
¿Qué implicaciones tendrá esto para la empresa europea?
Europa alberga muchos líderes de mercado en los sectores de suministros públicos e infraestructuras marítimas, automóviles, construcción e industria. Estas áreas prioritarias ofrecen un enorme potencial para que la región produzca la mejor tecnología y servicios para responder a los cambios que vivimos. Según una investigación de Goldman Sachs, ocho de las diez mayores empresas de energías renovables del mundo (excluyendo China) son europeas. Y el paso a las energías renovables no está tan lejos como algunos podrían pensar. De hecho, 2020 fue el primer año en que las energías renovables generaron más electricidad que los combustibles fósiles en toda la UE. El hidrógeno verde está relacionado con las energías renovables. El hidrógeno se utiliza como combustible desde hace un siglo, pero su papel en la creación de energía libre de carbono no se ha reconocido hasta hace poco tiempo. La Estrategia del Hidrógeno de la Comisión Europea ofrece incentivos políticos para respaldar la adopción del hidrógeno verde, lo que podría beneficiar a las empresas de suministros públicos y al sector del gas natural. El hidrógeno también es un salvavidas para los sectores en los que la descarbonización únicamente con electricidad no resulta posible. La penetración de los vehículos eléctricos también avanza. Con más de 1,8 millones de matriculaciones de vehículos eléctricos de batería e híbridos enchufables hasta finales de 2019, Europa es el segundo mayor mercado de vehículos eléctricos de pasajeros. A medida que se desarrolle y despliegue la infraestructura, esto se extenderá a proyectos de mayor envergadura, como el ferrocarril.
¿Qué implicaciones tendrá esto para la empresa europea?
Europa alberga muchos líderes de mercado en los sectores de suministros públicos e infraestructuras marítimas, automóviles, construcción e industria. Estas áreas prioritarias ofrecen un enorme potencial para que la región produzca la mejor tecnología y servicios para responder a los cambios que vivimos. Según una investigación de Goldman Sachs, ocho de las diez mayores empresas de energías renovables del mundo (excluyendo China) son europeas. Y el paso a las energías renovables no está tan lejos como algunos podrían pensar. De hecho, 2020 fue el primer año en que las energías renovables generaron más electricidad que los combustibles fósiles en toda la UE. El hidrógeno verde está relacionado con las energías renovables. El hidrógeno se utiliza como combustible desde hace un siglo, pero su papel en la creación de energía libre de carbono no se ha reconocido hasta hace poco tiempo. La Estrategia del Hidrógeno de la Comisión Europea ofrece incentivos políticos para respaldar la adopción del hidrógeno verde, lo que podría beneficiar a las empresas de suministros públicos y al sector del gas natural. El hidrógeno también es un salvavidas para los sectores en los que la descarbonización únicamente con electricidad no resulta posible. La penetración de los vehículos eléctricos también avanza. Con más de 1,8 millones de matriculaciones de vehículos eléctricos de batería e híbridos enchufables hasta finales de 2019, Europa es el segundo mayor mercado de vehículos eléctricos de pasajeros. A medida que se desarrolle y despliegue la infraestructura, esto se extenderá a proyectos de mayor envergadura, como el ferrocarril.
¿Por qué Europa ahora?
Europa fue la región más afecta por la crisis de COVID-19, pero es la que más va a beneficiarse de la recuperación (véase el gráfico 4). Aunque esta hipótesis básica no tiene por qué cumplirse en todos los casos, en esta ocasión creemos que es así de simple.
Europa es un mercado cíclico
La región alberga numerosas empresas financieras, energéticas, industriales y de materiales, que tienden a comportarse mejor que las empresas defensivas al salir de una recesión. Un aumento de las expectativas de crecimiento e inflación beneficiaría también al sesgo cíclico de Europa. A medida que el mundo deja atrás la crisis de COVID-19 y las economías se fortalecen, los inversores estarán muy atentos a las expectativas de inflación a corto y largo plazo, así como a sus efectos en la curva de tipos de los bonos
La pandemia de covid-19 es manejable
Aunque las consecuencias del coronavirus continúan, con sucesivos confinamientos y mutaciones del virus, las noticias positivas sobre las vacunaciones permiten avanzar hacia un entorno operativo más normal para las empresas. A partir de la segunda mitad del año, esperamos que las economías se reabran de forma convincente y que el consumo y los viajes se reanuden. Por ello, consideramos que cualquier retroceso a corto plazo de la renta variable europea puede ser una oportunidad de compra.
Reducción de la volatilidad política
Las tensas negociaciones sobre el Brexit entre el Reino Unido y Bruselas, que han provocado una gran incertidumbre en los mercados, llegaron finalmente a su conclusión. Entretanto, en EE. UU., la elección de Biden como presidente ofrece unas perspectivas prometedoras para Europa, pues probablemente establecerá una relación comercial más productiva con la UE que la administración anterior. Los planes de Biden de convertir la sostenibilidad en una prioridad en EE. UU. impulsarán las prácticas sostenibles en todo el mundo, en las que Europa es líder.
Los indicadores adelantados apuntan a un crecimiento mundial sincronizado
La oferta monetaria indica que la producción industrial podría desacelerarse en el primer semestre de 2021, para luego volver a niveles superiores a la tendencia en el segundo semestre. Además de la fortaleza industrial, los niveles de existencias actuales son bajos, lo que indica que la demanda ha superado a la oferta en muchos sectores y se espera que los niveles de gasto en bienes de equipo continúen aumentando desde su mínimo registrado en el segundo trimestre de 2020. Estas señales han solido coincidir con una aceleración de los niveles de crecimiento económico.
Anotaciones:
(1) Haver, Instituto de Finanzas Internacionales, 2018