Las expectativas sobre la última reunión del Banco Central Europeo (BCE) eran altas a pesar de las declaraciones realizadas a la prensa sobre el rechazo de una extensión del programa de flexibilización cuantitativa (QE) en la eurozona realizadas por varios “halcones” del consejo de gobierno del BCE. Como si fuera una de sus especialidades, Mario Draghi consiguió dar una sorpresa “expansiva” a los mercados, a pesar de la clara reserva por parte de algunos de sus colegas y, sobre el papel, de un programa relativamente modesto en comparación con lo que algunos tenían esperanzas o esperaban que ocurriera. Sin embargo, según explica Andrew Mulliner, gestor del equipo Global Bonds de Janus Henderson Investors, la clave está en los detalles, como sucede a menudo en la política monetaria.
Si bien una gran parte del discurso siguió el guión establecido por los observadores del BCE en el periodo previo a la reunión del mes de septiembre, la gran sorpresa llegó con el anuncio de que el resucitado programa de flexibilización cuantitativa debía continuar hasta justo el momento en el que el BCE aumente las tasas de interés, en oposición a un periodo mucho más corto de tiempo que la mayoría del mercado esperaba que fuera entre nueve meses y un año. Dada la condición esclerótica de la economía de la eurozona, esta promesa de mantener el QE hasta que las tasas suban, es tan buena como una flexibilización cuantitativa para siempre. Los paralelismos con la economía de Japón son claros.
Otro foco de atención para los inversores fue el recorte en las tasas de interés y el programa para nivelación de las mismas. El desafío para las tasas negativas ha sido que, quizás en lo que respecta a los bancos, la cura para remediar una baja inflación (unas tasas de interés negativas) puede llegar a ser incluso peor que la propia enfermedad. Las medidas implementadas por el Banco Central Europeo son muy técnicas y solo el tiempo dirá si son realmente efectivas, sin embargo, las estimaciones indican que el BCE ha adoptado un enfoque prudente. En los márgenes, esto será beneficioso para la comunidad bancaria, aunque el obstáculo su la rentabilidad continúa.
Las otras acciones fueron las que se esperaban y potencialmente en el lado más tacaño de las expectativas. Las tasas de depósitos se redujeron en 10 puntos básicos y las operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico (TLTRO) se han visto ajustadas en extensión y también en la forma de incentivos para que los bancos presten a la economía real en términos del coste potencial del tipo de interés. Esto los acerca en línea con las últimas operaciones y les hace más generosos. Finalmente, las indicaciones sobre la orientación futura de su política monetaria (forward guidance), han cambiado para enfocarse en la tasa de inflación que converge “robustamente” a un objetivo cercano, pero por debajo del 2%. Esto se compara con un forward guidance basado en fechas en las que había perdido gradualmente credibilidad mientras el BCE no cumplía con sus objetivos. Como siempre, el BCE prometió que podría hacer más si fuera necesario; sin embargo, los inversores podrían preguntarse si haciendo lo mismo una y otra vez pueden lograr resultados diferentes.
Una vez más, el BCE ha agotado todas las opciones que tiene sobre la economía de la Eurozona, y todavía está por ver si funcionarán. Sin embargo, cabría destacar el momento en que se preguntó a Mario Draghi sobre la unanimidad del consejo de gobierno sobre esta decisión, ya que el único punto unánime de acuerdo fue que la política fiscal era necesaria para tomar el testigo de la política monetaria. Los inversores están conformes. El desafío es que, mientras se está viendo como las economías de la Eurozona ( incluyendo Alemania) se dirigen en esta dirección, ¿hay suficientemente determinación para actuar de forma tan decisiva como el BCE se ha preparado para hacerlo?
Con la llegada de Christine Lagarde, con Mario Draghi saliendo y un nuevo presidente de la comisión que pronto entrará en su lugar, las piezas de ajedrez se están posicionando para un cambio hacia la política fiscal. La pregunta que Janus Henderson plantea por tanto es, ¿estarán los gobiernos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario?
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