Paul O’Connor, responsable del equipo de Multiactivo de Janus Henderson Investors, analiza la purga del apetito por el riesgo que se está dando en todo el mundo inversor conforme el coronavirus se extiende, considerando el rango de posibles medidas tomadas por el gobierno y el progreso silencioso que se está haciendo en su contención.
Lo que comenzó como una reducción del riesgo de las carteras de renta variable se ha transformado en una amplia liquidación en múltiples activos. Las últimas tres semanas se han dado una de las más rápidas y sombrías revalorizaciones en los fundamentales de la renta variable de todos los tiempos. El colapso en los mercados bursátiles globales ha sido una de las caídas más rápidas desde un máximo a un mercado bajista. El lunes 16, el índice Nasdaq Composite tuvo uno de sus peores días y el S&P 500 registró su mayor caída diaria desde el crash de 1987. Muchas medidas de volatilidad del mercado han aumentado por encima de los niveles vistos por última vez durante la crisis financiera mundial.
La peor semana de la historia
Los mercados de renta fija no han ofrecido refugio durante la última fase de la oleada de ventas. La mayoría de los mercados de bonos gubernamentales obtuvieron rendimientos negativos durante la semana pasada, fallando a la hora de proporcionar sus habituales características de cobertura de riesgos. Los bonos a largo plazo estadounidenses acaban de experimentar su periodo de 10 días más volátil. Las cosas han sido igual de turbulentas para otros activos considerados defensivos, con los bonos de grado de inversión experimentando su peor semana en los 20 años de vida de los principales índices y con el oro mostrando su peor desempeño semanal desde 1983.
El choque en el precio del petróleo de la semana anterior sacudió una oleada de ventas masivas en los mercados globales que entraron en una peligrosa nueva fase. Antes de esto sucediera, los inversores se habían centrado en gran medida en evaluar el impacto del COVID 19 en el crecimiento global, con una atención enfocada principalmente en las materias primas y en la renta variable. La caída en los precios del crudo agregó un nuevo impulso de volatilidad e incertidumbre en unos mercados ya frágiles, iniciando una fase de eliminación del riesgo más urgente y amplia. El estado de ánimo cambió hacia pánico cuando los inversores se encontraron apurados por hallar la misma salida al mismo tiempo, lo que desencadenó una espiral autoreforzada de volatilidad creciente y liquidación frenética en la mayoría de los principales activos.
La caída del mercado ha purgado el optimismo y se ha aprovechado de la toma de riesgos de la mayoría de las clases de activos. Los inversores sistemáticos, como fondos seguidores de tendencias y de paridad de riesgo, han liberado enormes posiciones largas tanto en renta variable como en renta fija. Examinando más ampliamente todos los tipos de inversores, en Janus Henderson observan que la mayoría de las medidas de posicionamiento y sentimiento están ahora cerca de los niveles vistos por última vez en 2008/2009, durante la crisis financiera global. La mayoría de los indicadores de posicionamiento y sentimiento se encuentran ahora en niveles a partir de los cuales una inversión contraria ha sido típicamente bien recompensada.
La recesión ahora está descontada
La escala del retroceso en renta variable y la ampliación de los fundamentales en los bonos corporativos son consistentes con unos mercados financieros que ahora tienen un precio más o menos en los niveles de una típica recesión. Sin embargo, si bien este cambio hacia una fijación de los precios de los activos más cautelosa es una condición necesaria para que el mercado toque fondo en los activos de riesgo, no es una condición suficiente. El ingrediente fundamental para que haya una recuperación sostenible en el apetito por el riesgo es cierta evidencia de que el crecimiento de la tasas globales de infección por COVID-19 está llegando a su punto máximo. Claramente, todavía no se ha llegado a ese punto.
El rápido crecimiento en las tasas diarias de infección por coronavirus en Estados Unidos y en muchos de los principales países europeos en las últimas semanas ha sido preocupante. Sin embargo, detrás de los titulares sombríos, según la opinión de Janus Henderson, se pueden encontrar algunos signos de aliento, como la desaceleración de la tasa de crecimiento de nuevos casos diarios en China y Corea del Sur. Incluso en Italia, el país que mayor presión ha sufrido hasta ahora sobre su sistema de salud, el crecimiento del número diario de casos de nuevos infectados ha tenido una tendencia a la baja durante un mes. Sin embargo, la tasa diaria de crecimiento en Italia sigue entorno a un 15%, una cifra incómodamente alta; con unas tasas de infección aún aceleradas en muchos de los principales países europeos, se necesitará una evidencia de contención más amplia para extinguir algunos de los escenarios de coronavirus más ominosos, pero plausibles.
Por supuesto, en los últimos días se han visto una serie de intentos por parte de los formuladores globales de políticas por aliviar las tensiones financieras y económicas asociadas con las interrupciones del COVID-19. Los esfuerzos hasta ahora han tenido muy poco impacto en el sentimiento del mercado. La caída del 12% sufrida por el S&P 500 el día después de que la Reserva Federal recortara los tipos de interés a 0% lo dice todo. Los bancos centrales no se han quedado sin municiones, pero no tienen tanto margen para revivir el sentimiento del mercado como lo habían tenido durante las pasadas oleadas de ventas del mercado.
No cambia la jugada
En Janus Henderson Investors están de acuerdo con la opinión de consenso de que ahora es necesario aplicar soluciones presupuestarias. Muchos países han anunciado en fechas recientes distintas medidas específicas, como garantías de crédito, subsidios salariales, exenciones tributarias y pagos directos a los hogares, pero su efecto presupuestario total ha sido bastante moderado hasta la fecha. Si bien las medidas de este tipo desempeñan un papel de gran utilidad a la hora de abordar determinadas tensiones, será necesario que los responsables políticos apliquen un paquete de estímulo presupuestario de mucha mayor envergadura para que tenga un efecto considerable en la confianza general en los planos económico y de los mercados.
En ausencia de una intervención política que cambie las tornas, parece que la confianza de los mercados seguirá estando a merced de las percepciones sobre las tendencias mundiales de la tasa de contagio del coronavirus. Si bien sigue existiendo la posibilidad de que se materialicen muchas hipótesis preocupantes, cabe destacar que la comunidad científica alberga una amplia gama de opiniones sobre el desenlace del COVID-19. Aunque resulta inevitable que los titulares estén copados con las historias más dramáticas sobre el coronavirus, también es importante prestar atención al silencioso progreso que se está logrando en términos de contención en algunos países. Dado que los precios de los activos ya reflejan un elevado nivel de pesimismo, en Janus Henderson creen que el restablecimiento gradual de posiciones se verá recompensado en todos los desenlaces del coronavirus, salvo en los más adversos. Janus Henderson aborda estos tiempos convulsos de forma prudente y probabilista, pero también optimista.
La historia recuerda que el colapso de las posiciones apalancadas en los mercados financieros suele generar oportunidades interesantes para los inversores con horizontes temporales más a largo plazo. Cabe destacar que las fluctuaciones de los mercados en lo que va de año han conllevado la modificación del reparto de las ponderaciones de una cartera representativa de renta variable y renta fija del 60%-40% a una distribución más cercana al 52%-48%. Los inversores deberán llevar a cabo algunas operaciones de reajuste considerables cuando la confianza regrese a los mercados financieros.
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