Si bien las elecciones presidenciales en Estados Unidos son siempre un evento destacable, el contexto actual que atraviesa el país hace que en esta ocasión sean especialmente relevantes. En lo que va de año, la crisis provocada por la pandemia ha llevado a una fuerte contracción del crecimiento económico y de los mercados financieros, así como a un incremento de la tasa de desempleo a unos niveles no vistos desde la Gran Depresión.
Con el objetivo de analizar el impacto de los resultados de las elecciones estadounidenses en los mercados financieros, la economía y los inversores, Bruce Koepfgen, responsable para Norteamérica de Janus Henderson Investors, moderó un debate en el que participaron Jim Cielinski, responsable global de renta fija, Matt Peron, director de análisis, y Ashwin Alankar, director global de asignación de activos.
El impacto inmediato en los mercados
Si bien los mercados de bonos habían descontado una amplia victoria por parte de los demócratas, la llamada “ola azul” no se ha llegado a producir, con lo que parece poco probable que puedan ganar el control del Senado. Las expectativas deflacionarias que han elevado las tasas de interés y han provocado una curva de interés más pronunciada en las últimas semanas se han disipado. En respuesta, la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años ha bajado del 0,9% al 0,75%. Este movimiento, en la opinión de Jim Cielinski, no es dramático y hace que las tasas vuelvan a estar en línea con los niveles de mediados de octubre.
La tendencia al alza de las tasas se ha revertido rápidamente y era algo relativamente esperado. Sin embargo, la recuperación experimentada por los activos de renta fija con mayor riesgo fue una sorpresa. Los diferenciales de crédito de los bonos high yield o de la deuda emergente encontraron compradores.
Es cierto que en este nuevo entorno se espera un menor impulso fiscal, pero también una menor regulación y un resultado menos extremo. Una vez superada la cita electoral, se permite que los inversores puedan preguntarse sobre la dirección que tomará la política monetaria, y la respuesta sigue siendo un entorno de bajos tipos de interés que, en términos generales, sirve de apoyo para los activos de riesgo.
El mismo apetito por los activos de riesgo en renta fija se ha dado también en los mercados de renta variable. En concreto, la ausencia de la “ola azul” ha tenido una interesante respuesta por sectores. El sector tecnológico y el del cuidado de la salud repuntaron con fuerza el día después de las elecciones conforme los miedos y preocupaciones sobre una potencial mayor regulación han prácticamente desaparecido, algo que beneficia directamente a estos sectores. En el otro lado de la moneda, según comentó Matt Peron, el sector financiero tuvo un desempeño peor que el conjunto del mercado dado que unos bajos tipos de interés por más tiempo implican más presión en la recuperación de las ganancias del sector.
Al igual que ocurrió en las elecciones de 2016, el mercado de opciones fue capaz de anticipar correctamente el resultado, descontando una carrera presidencial mucho más ajustada de lo esperado por el consenso del mercado y las encuestas. Según explicó Ashwin Alankar, en su análisis evaluaron el comportamiento de dos cestas de opciones sobre acciones, la primera conteniendo sectores que se verían muy favorecidos por una victoria de Trump y la segunda, con sectores que se beneficiarían con una victoria de Biden. Según la información implícita de estas cestas de opciones, tras el primer debate presidencial, Biden mostraba una cierta ventaja, pero ésta se dio la vuelta a favor de Trump con el último debate. Sin embargo, en los días previos a las elecciones, la diferencia entre una y otra cesta se ajustó, acertando así con el resultado electoral.
Implicaciones en materia política
Dejando a un lado los desafíos legales que pudieran darse tras las elecciones y asumiendo por un momento que los demócratas llegaran a la Casa Blanca, los republicanos se encontrarían en una posición de control en el Senado y la Cámara de Representantes continuaría siendo demócrata, aunque con un menor número de escaños. En ese sentido, ninguno de los dos partidos parece regresar de las elecciones con una posición de rotunda ventaja, limitando la capacidad de que los partidos se muevan hacia sus extremos.
Algunos analistas han sugerido que esta situación hace desaparecer los escenarios más drásticos. En la opinión de Ashwin Alankar, la implicación política de un gobierno demócrata débil es una menor incertidumbre a futuro. Los miedos sobre posibles cambios fiscales extremos, sobre un movimiento potencial en temas de regulación antimonopolio dirigido a las grandes empresas del sector tecnológico o sobre una escalada en las tensiones comerciales dejan de estar sobre la mesa. Con el desvanecimiento de estos miedos, también se disipan los riesgos de cola asociados.
Según indicó Alankar, un gobierno dividido debería atraer un pensamiento moderado. Esta vuelta al pensamiento centrista debería tener una implicación en el resto del mundo, al igual que sucedió con los movimientos extremadamente progresistas y con los populismos en los últimos años. El rechazo a los extremos en Estados Unidos podría señalizar que los días de pensamientos extremistas han quedado atrás y que el panorama político se está desplazando al centro. Un panorama moderado en el frente político es muy favorable para los mercados, a los que no les gusta la incertidumbre ni los riesgos de cola.