La volatilidad del crecimiento del PIB real trimestral en Japón parece indicar cierta obsolescencia del modelo de clasificación del ciclo económico que se aplica en este país. Esta es la consideración que hace Lombard Odier en su último análisis de la región, quien opina que “ningún país refuta los principios básicos del análisis del ciclo económico mejor que Japón”.
Según indica la gestora, los observadores del mercado tienden a calificar de “recesión” cualquier período de uno o dos trimestres en el que se registre un crecimiento negativo del PIB. “El problema es que este modelo de clasificación pierde todo su valor en un país como Japón, en el que el crecimiento del PIB real fue negativo en un total de 41 de los 122 últimos trimestres. A título comparativo, en ese mismo período el crecimiento del PIB real en Estados Unidos solo fue negativo en 11 trimestres. Si las “recesiones” son tan frecuentes, apenas tiene interés detectarlas o clasificarlas”, advierte.
Se podría aducir que el bajo crecimiento real del PIB japonés se debe a unos factores demográficos de sobra conocidos. Pese a que este argumento es cierto en parte, Lombard Odier apunta que una justificación semejante del análisis convencional del ciclo económico resulta aún más perjudicial en el caso concreto de este país, ya que otras muchas naciones industrializadas se encaminan hacia una situación demográfica similar.
La entidad se plantea por qué aferrarse a un marco analítico que, en algún momento de futuro, no resultará útil. “Este tipo de argumento de defensa –referido a los factores demográficos– no explica la mayor volatilidad que ha experimentado el crecimiento trimestral del PIB real en Japón frente a lo ocurrido en Estados Unidos, pese a que su dependencia con respecto al comercio es relativamente baja (17% del PIB). Peor aún: el desempleo se redujo en Japón y los mercados de capitales crecieron durante la recesión de 2014 que siguió al aumento de la imposición al consumo. Estos indicadores no son en modo alguno propios de una recesión”, advierte el análisis de Lombard Odier.
Algunos teóricos han señalado que Japón es una especie de laboratorio económico simplemente por el hecho de ser el primer país en enfrentarse al problema mundial del envejecimiento demográfico y la deflación. “Japón ha atormentado a numerosos observadores externos que solían pensar que un conjunto limitado de principios macroeconómicos y de mercado adquiridos de otros países también serían aplicables aquí”, afirma el documento.
El papel del Banco de Japón
Según explica el análisis, en el origen de la elevada volatilidad de la producción japonesa, del estancamiento de su PIB nominal (consultar gráfico), de su altísima deuda y de sus expectativas deflacionistas se encuentra la política del Banco de Japón. Por lo tanto, es más importante prestar atención a la duración del actual marco de flexibilización que a las clasificaciones de los ciclos económicos.
Para Lombard Odier esta autoría está clara: “los mandatos de sus principales responsables finalizarán durante la primavera de 2018, la incertidumbre hoy en día es algo mayor que en los años anteriores. Por supuesto, se espera que el Banco de Japón continúe luchando contra la inflación, pero el compromiso político podría esfumarse. Después de todo, fue la presión del sector bancario contra los tipos negativos la que obligó al Banco de Japón a adoptar una confusa política de control de la curva de rendimiento durante el pasado año”, señala.
En su opinión, de cara al futuro, la pregunta que queda en el aire es si, tras la renovación total de su junta, el Banco de Japón mantendrá su rombo actual.