El viernes ha arrancado con la triste noticia del asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, tras haber sido tiroteado durante un mitin electoral en la ciudad japonesa de Nara. Pese a haber dimitido de su cargo en agosto de 2020 por enfermedad, su legado en torno a las conocidas como “Abenomics” ha dejado marca en la actual economía japonesa. Estas fueron lanzadas en 2013 y contaban con tres pilares: un masivo estímulo económico estatal, otro monetario y una reforma estructural.
Según explicaban los expertos, a raíz de su dimisión, era lógico esperar una “era post Abe” marcada por la estabilidad y la continuidad de sus políticas. Justamente uno de los retos a los que se enfrentaba tras su reelección al frente del partido en 2018 era revitalizar sus propuestas económicas. Por ejemplo, durante su mandato como presidente del país, las políticas del Banco de Japón (BoJ, por sus siglas en inglés) y las compras de bonos del gobierno japonés fueron una de las piedras angulares de la política económica de Japón.
Ahora, pese al aumento de la inflación y el debilitado crecimiento tras la pandemia, la institución monetaria no está dispuesta a abandonar la senda moderada; una excepción entre los principales bancos centrales. De hecho, se espera que en su reunión de este mes, aumente su previsión de inflación, pero mantenga los tipos de interés ultrabajos. Según explican desde Reuters, se espera que el Banco de Japón proyecte que la inflación al consumo subyacente se ralentice hasta alrededor del 1% en el año fiscal 2023, a medida que el efecto del aumento de los costes del combustible se disipe, dijeron las fuentes. Los analistas encuestados por Reuters esperan que la economía japonesa se expanda un 2,2% y que la inflación subyacente alcance el 2,1% en el presente año fiscal.
Si hacemos balance, vemos cómo en 2013 la política Abenomics despertó el interés de los inversores en un contexto en que también se hablaba de desaceleración del crecimiento y ya se oía la palabra deflación. En aquel momento, los gestores esperan que la economía japonesa se fortaleciera en los siguientes meses y los inversores globales que el yen se debilitase algo, para despertar de nuevo su interés. Ahora bien, tras un 2013 explosivo en el que el índice TOPIX ganó aproximadamente un 51% (en moneda local) gracias al re-rating de Japón, 2014 fue visto con cierta decepción, en especial en el mercado de renta variable nipón. Lo que generó cierta desconfianza entre los inversores y el debate sobre si las medidas implementadas por el primer ministro Shinzo Abe eran o no eficaces.
En opinión de Matthews Asia, uno de los elementos más exitosos de sus medidas fue la creación de empleo. Desde su entrada en el gobierno a finales de 2012 hasta mediados de 2014, la administración Abe creó más de un millón de puestos de trabajo nuevos. Desde Nikko AM, también hacían un balance positivo del impacto de las medidas durante los primeros años, destacando la estabilidad política que generaron, la baja de impuestos a las corporaciones, la creación de valor para el accionista y Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP).
Sin embargo, también se han escuchado voces más críticas durante estos últimos años que han definido las Abenomics como un éxito fugaz. «Las tres flechas que componían la política de Abe se han aplicado posteriormente de forma masiva en Europa, precisamente para evitar la japonización de la economía europea. Es cierto que no han funcionado ni en Japón ni en Europa, pero probablemente ha sido porque los políticos se olvidaron de la parte que requería más sacrificios políticos, es decir, las reformas estructurales. Abe no pudo conseguir vencer al entramado de intereses creados que hizo imposible disparar la tercera flecha. Aun así el esfuerzo de Abe no fue en vano y la economía japonesa algo ha cambiado desde entonces, si bien ni siquiera el repunte inflacionista global actual ha sido capaz de sacarle de su deflación, ya estructural. O solo ligeramente. Pero al menos Abe lo intentó», señala Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de la firma de asesoramiento independiente Nextep Finance.
Lo cierto es que el principal reto que han tenido no ha sido perdurar en el tiempo, ya que fueron diseñadas con un objetivo muy concreto y en su camino se han cruzado la guerra comercial de Donald Trump, una pandemia, una crisis en la cadena de suministros, la debilidad del yen y una inflación galopante.