Shinzo Abe tenía ambiciosos planes tras su reelección como primer ministro de Japón en 2012. Estaba dispuesto a tirar de todas las palancas a su disposición, en forma de políticas económicas y reformistas radicales, para poner fin a las “décadas perdidas” de Japón marcadas por una deflación paralizante. Aunque el éxito de sus políticas reformistas podría ser objeto de debate, sus planes de estímulo monetario y fiscal han ocasionado finalmente que tanto la inflación como el mercado de valores se muevan en la dirección correcta: al alza. Esta es la primera conclusión del análisis del equipo de renta variable de Japón de Henderson. Abe “ha cogido la idea”, dicen. Debe hacerse todo lo que sea posible para poner fin a la deflación y volver al crecimiento. Y la única manera de salir de la deflación es inflar agresivamente el camino de salida.
El país de la inflación creciente (justa)
Los bancos se recuperan
“Estas políticas han contribuido a que la renta variable japonesa se convierta en una de los activos con mejor rendimiento en lo que va del año, aunque a costa de un yen debilitado significativamente. Uno de los beneficiarios en particular ha sido el sector financiero”, explica el equipo de Henderson. En los últimos años, el sector ha experimentado un impulso cuando los bancos se han desprendido finalmente de sus préstamos fallidos, dejando los balances más fuertes que la mayoría de sus homólogos del mundo desarrollado. Además, los ratios de capital de T1 de los bancos han venido impulsados por el resurgimiento del mercado de renta variable.
Para la mayoría de los bancos occidentales, este capital tiende a conservarse en activos de renta fija de bajo riesgo, conservándose un pequeño porcentaje en renta variable. Sin embargo, en Japón una proporción significativa se conserva en renta variable nacional no financiera. “En un entorno de reflación, este resurgimiento de las carteras de renta variable ha reforzado el capital de los bancos, dejándolos mucho más capitalizados para hacer frente a conmociones imprevistas, quedando así mismo bien posicionados para beneficiarse de la recuperación en la economía nacional”, afirman los expertos de la firma.
El camino que se debe seguir
Henderson cree que a largo plazo, el sector financiero se beneficiará previsiblemente de cualquier subida en los tipos de interés, que han permanecido bajísimos en Japón durante décadas. Una subida ―aunque probablemente será muy pequeña y gradual― permitiría que los bancos obtuvieran un mayor margen de interés neto. Es decir, el margen sobre lo que se puede obtener mediante las actividades de préstamo de los bancos, frente a lo que se paga a los depositantes, aumenta. Sin embargo, esto se considera actualmente como una perspectiva lejana y los mercados no prevén una subida de tipos hasta el segundo semestre de 2016.
“Mientras tanto, vemos oportunidades en aquellas empresas orientadas al mercado nacional que sean susceptibles de beneficiarse de una recuperación de la economía. En particular, los sectores servicios y comercio minorista deberían beneficiarse tras el período de calma inducido por el aumento de impuestos al consumo de 2014, que hizo que el impuesto sobre bienes y servicios subiese del 5% al 8%. Entre las acciones que poseemos en estos sectores se incluyen las de Rakuten, la empresa de comercio electrónico líder en Japón, y Fujitsu. Esta última tiene un nuevo equipo directivo, que esperamos que se centre más en su negocio esencial de servicios informáticos, el cual genera un gran volumen de efectivo”, cuentan.
Es demasiado pronto para que Abe clame victoria económica. Sin embargo, en caso de que continúe con sus políticas económicas y reformistas, podríamos ver finalmente la vuelta a algo parecido a la “normalidad”, para alivio de la pacientísima comunidad inversora del país.