Parece que los próximos meses de 2018 seguirán siendo interesantes para los mercados de activos, en particular para la renta fija. La política monetaria ha sido un impulsor técnico clave para los precios de los activos en los últimos años, por lo que los cambios que se están produciendo podrían alterar los mercados. El debate en torno a la solidez de la economía global también plantea preguntas sobre el rumbo que tomarán en el futuro la inflación, los tipos de interés y la situación de las empresas.
La Reserva Federal ya ha sugerido que podría elevar los tipos de interés en unos 75 puntos básicos a lo largo de 2018, y aunque se prevé que el Banco de Japón y el Banco Central Europeo sigan llevando a cabo compras netas de activos, existe la posibilidad de que se produzca un punto de inflexión en 2018 a partir del cual el volumen total de las compras de los principales bancos centrales comience a descender.
Los inversores, que suelen mostrar una mayor sensibilidad a los precios que los bancos centrales, tendrán que compensar las carencias, lo cual podría traducirse en rentabilidades mayores y precios menores de los bonos.
Para Nick Maroutsos, gestor del fondo Janus Henderson Absolute Return Income, esta cuestión no pasa desapercibida y afirma que uno de los temas que más están vigilando de cerca es el potencial de mayor volatilidad.
“Esperamos que el posicionamiento en duración sea un factor importante en la gestión de carteras de renta fija este 2018. Creemos que un sesgo encaminado a minimizar el riesgo de duración (la sensibilidad a los tipos de interés) es probablemente la vía más prudente”.
Presiones al alza
Su compañero Bill Gross, que gestiona el fondo Janus Henderson Global Unconstrained Bond, cree que es probable que los tipos más a largo plazo suban en 2018, aunque será a un ritmo moderado. Considera que la larga evolución alcista del mercado de bonos ha llegado a su fin. Además de la disminución de las medidas de expansión cuantitativa de los bancos centrales, cree que la solidez de la economía estadounidense ejercerá presiones al alza sobre las rentabilidades.
“Las rebajas de impuestos y el incremento de los déficits presupuestarios suponen un estímulo fiscal temporal que podría elevar la inflación hasta el objetivo clave del 2% que tanto tiempo lleva persiguiendo la Reserva Federal”, afirma Gross.
¿Reflación?
Las decisiones que tomen los bancos centrales se basarán en las perspectivas de inflación dada la importancia de este parámetro en los mandatos de los reguladores. La inflación se ha mostrado sorprendentemente contenida teniendo en cuenta los fuertes descensos del desempleo registrados en numerosos países occidentales.
Sin embargo, el repunte sincronizado a finales de 2017 y comienzos de 2018 del crecimiento económico en el conjunto de las economías desarrolladas ha dado pie a teorías de que se restablecerá la inflación.