Esto sigue sin ser normal. Once años después de la recuperación, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) aún no ha logrado normalizar su política. Según explica Philip Saunders, co-responsable de la estrategia Multi-Asset Growth de Investec Asset Management -gestora que próximamente cambiará de nombre a Ninety One–, para apuntalar la economía estadounidense, que está mostrando sus primeros signos de agotamiento, la Fed ha tenido que archivar sus intentos de subir su tasa de interés de referencia a su nivel estimado de neutralidad y de disminuir su balance contable, inflado por los programas de relajamiento cuantitativo.
Mientras tanto, las tasas de interés europeas y japonesas siguen en terreno negativo. En total, cerca del 25% de la deuda soberana y corporativa ofrece rentabilidades por debajo de cero.
Los bancos centrales están comprensiblemente preocupados por las condiciones económicas globales. Después de haber aguantado en 2018, la economía estadounidense capituló ante la amplia tendencia de desaceleración del crecimiento, lo que condujo a un aplanamiento dramático de las curvas de rendimiento y aumentó los temores de recesión.
Sin embargo, el consumidor global sigue siendo resiliente, contrarrestando la debilidad del sector manufacturero. Esto debería allanar el camino para un repunte de la producción industrial conforme el ciclo del inventario global vuelve a territorio positivo, causando que los riesgos de recesión retrocedan. En parte, el consumo robusto refleja una respuesta retrasada a las condiciones monetarias y fiscales (cada vez más sincronizadas) introducidas para contrarrestar la debilidad económica, cuyo impacto de apoyo debería crecer de manera constante a lo largo de 2020.
Merece la pena destacar que las economías en desarrollo no han seguido el patrón normal de incremento de las tasas de interés en respuesta a una desaceleración del crecimiento y un recorte en los tipos de interés en el mundo desarrollado, en contraste con episodios similares que han tenido lugar en el pasado. Por lo general, han podido recortar los tipos de interés e implementar unas políticas favorables al crecimiento.
Unos riesgos de cola reducidos
Una consecuencia positiva de la incertidumbre macroeconómica es que ha ayudado a reducir las posibilidades de que la economía se viera afectada por los riesgos de cola que han dominado los titulares de las noticias durante meses, incluyendo el potencial de un resultado muy perjudicial para la disputa comercial entre China y Estados Unidos y la posibilidad de un Brexit duro.
La debilidad de la economía estadounidense -combinada con la aproximación de las elecciones presidenciales- está erosionando rápidamente la posición negociadora de Trump frente a China, haciendo que una tregua comercial sea cada vez más deseable. Del otro lado de la mesa, China recibirá un respiro frente a la debilidad inducida por los aranceles a medida que continúa la transición hacia un modelo de crecimiento liderado por el consumo doméstico. Pekín también necesita tiempo para abordar los pasivos externos del sector chino bancario, que han sido subestimados considerablemente. Del mismo modo, el débil crecimiento en Reino Unido y Europa está empujando ambas partes hacia una resolución del Brexit, disminuyendo el riesgo de una salida “sin acuerdo” del Reino Unido de la Unión Europea.
Otros riesgos de cola, las “incógnitas desconocidas”, utilizando las palabras del ex secretario de Defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld, pueden surgir. Pero en la actualidad, los principales actores de los dramas más importantes de 2019 tienen unos fuertes incentivos para mejorar su actuación.
La carrera hacia la Casa Blanca
Una “incógnita conocida” en 2020 es la carrera presidencial de Estados Unidos, que puede conducir a una mayor incertidumbre de lo habitual en la política estadounidense en el transcurso del próximo año. Al momento de escribir este tema, una pugna entre Trump y la demócrata Elizabeth Warren parece el emparejamiento más probable en la contienda electoral. Una victoria para la candidata demócrata marcaría el comienzo de un cambio significativo lejos del movimiento republicano y de Trump favorable a las empresas, hacia una política redistributiva, respetuosa con el medio ambiente y en contra de las grandes empresas.
La disputa entre China y Estados Unidos: acelerando la transición de China
Aunque el crecimiento de China se ha desacelerado, lo hace ahora a un nivel más sostenible y la productividad del capital continúa mejorando.
En todo caso, el intento de la administración Trump por controlar el ascenso de China y restablecer la relación de las economías entre las dos mayores economías a nivel mundial está teniendo un efecto contrario a lo esperado. La presión ejercida por parte de Estados Unidos está jugando a favor de los reformadores de Pekin, quienes están acelerando los planes para abrir los mercados de capital de China e introducir una protección a la propiedad intelectual más fuerte, entre otras iniciativas.
En el campo de batalla de la tecnología, la presión de Estados Unidos contra China está impulsando el lanzamiento de mayores medidas para lograr una autosuficiencia tecnológica. China ya es una economía mucho menos orientada a la “imitación” de lo que los negociadores comerciales de Estados Unidos quieren admitir y el país lidera un número creciente de sectores en alta tecnología. Mientras tanto, la integración digital de la economía rural no reconocida de China está avanzando rápidamente, aumentando los ingresos y el poder de gasto de los aproximadamente 560 millones de habitantes rurales del país.
¿Un reinicio verde para Europa?
La debilidad de la demanda de China ha golpeado duramente el sector exportador de Europa, pero la imagen de crecimiento para la Unión Europea debería mejorar en 2020, tanto en términos absolutos como en términos relativos, aunque parta desde una base baja.
Una realización tardía de los riesgos y las limitaciones de depender demasiado de la política monetaria para apuntalar el crecimiento -junto con un cambio de guardia en la Comisión Europea (entrando: Ursula Von der Leyen) y en el Banco Central Europeo (Christine Lagarde) y una creciente aceptación de que el Brexit es inexorable-, es probable que resulte en una relajación de las limitaciones fiscales y en la adopción de una política industrial paneuropea centrada en acelerar la transición de la región hacia las energías renovables. Esto debería estimular la economía europea, al menos de forma temporal.
En el largo plazo, el alto nivel de deuda y una demografía desfavorable siguen siendo los grandes retos de la Unión Europea. La lección de la década (y algo más) perdida de Japón es que se necesita un plan integral para mitigar estos vientos en contra, un plan que coordine las políticas monetaria y fiscal y que aborde las dificultados estructurales.